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» Diario Cordoba
Fecha: 13/11/2025 12:02
No son cuadros, sino cartones. La Real Fábrica de Tapices se los encargó a un jovencísimo Francisco de Goya entre 1775 y 1792 como paso previo al diseño de las telas que decorarían El Pardo. Sus escenas costumbristas y campestres eran el modelo sobre el que, posteriormente, calcando el dibujo, se confeccionaban las obras. Las pinturas quedaron relegadas a un segundo plano hasta que, tiempo después, en un intento por recuperarlas, se puso el foco sobre ellas. “Es un milagro que se conserven”, ha subrayado Miguel Falomir, director del Museo del Prado. La pinacoteca ha prestado a la Galería de las Colecciones Reales dos de estos cartones, junto al retrato Carlos III, cazador, como parte del proyecto expositivo La obra invitada. “El tapiz era la máxima expresión artística que podía haber en una decoración palatina. Se consideraba un fin en sí mismo, todo el proceso anterior carecía de importancia en la época. Se conserva menos de 1% de los cartones producidos”, ha continuado Falomir sobre las tres piezas que pueden visitarse en la planta de Borbones hasta marzo de 2026. Su llegada se enmarca en el acuerdo de préstamo cruzado por el que el Prado podrá incorporar a su próxima exposición de Antonio Rafael Mengs varias obras de Patrimonio Nacional. 'Carlos III, cazador', de Francisco de Goya. / ARCHIVO El retrato Carlos III, cazador sitúa al monarca luciendo las bandas de la orden de Carlos III, de San Jenaro y del Santo Espíritu, así como el Toisón de Oro, en las tierras de caza de los reyes, acompañado de un perro que duerme plácidamente en sus pies. La pieza, datada hacia 1786, es dibujada poco antes de su muerte, en 1788, y sigue el estilo de los retratos que Diego Velázquez realizó a Felipe IV. “Queremos que la galería sea un lugar vivo. Estos cuadros nos permiten admirar la maestría de un Goya bastante joven cuando los hizo. Nos brindan la oportunidad de profundizar en su relación con el rey”, ha explicado Víctor Cageao, director de la Galería de las Colecciones Reales. Los dos cartones exhibidos fueron encargados a Goya para los Príncipes de Asturias, el futuro Carlos IV y su mujer María Luisa de Parma. En La vendimia o el otoño se muestra cómo un joven vestido de amarillo, color que simboliza el otoño, ofrece a una dama un racimo de uvas negras que un niño intenta alcanzar. Tras ellos, una campesina lleva sobre su cabeza una cesta llena de uvas que trae de los campos del fondo, donde los campesinos recogen el fruto. Vida cotidiana Por su parte, El cacharrero capta una escena cotidiana en pleno bullicio del mercado. La obra muestra a un fabricante de vasijas con atuendo característico de Valencia que vende su mercancía de loza a una anciana y dos jóvenes, símbolos de la presunta fragilidad femenina. Al fondo, una carroza pasa con una dama aristocrática en su interior, a la que miran dos caballeros sentados de espaldas, representando la vanidad de las cosas. “Nuestras colecciones son complementarias, tenemos una fantástica historia compartida. Estos préstamos son instrumentos fundamentales para dinamizar nuestra oferta”, ha sostenido Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional. 'El cacharrero', de Francisco de Goya. / ARCHIVO Además, actualmente, en la misma planta de los Borbones, puede verse El amor presentando a Luis XV el retrato de la infanta Mariana Victoria de Borbón, procedente del Museo Nacional de los Palacios de Versalles y Trianon. Con anterioridad, han pasado por la Galería El retrato de Felipe II, de Antonio Moro, localizado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao; Los retratos de las hijas de Felipe V, de Louis-Michel van Loo, en el Museo de Bellas Artes de Asturias; y Los enconchados de la conquista de México, en el Museo de América.
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