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  • Rodolfo D’Onofrio: la presidencia como una silla eléctrica, el romance inesperado con Zulemita y la reconstrucción de River

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 04/11/2025 04:42

    Random - DONOFRIO Rodolfo D’Onofrio es un empresario y dirigente deportivo argentino. Se recibió de licenciado en Economía en la Universidad de Buenos Aires y, además de su vinculación con el mundo del fútbol, es conocido por su trayectoria en el rubro de seguros y empresario con múltiples emprendimientos vinculados a la salud y la gastronomía. En lo deportivo, D’Onofrio fue presidente de River Plate desde el 15 de diciembre de 2013 hasta el 14 de diciembre de 2021. Durante su gestión se produjo la contratación de Marcelo Gallardo como DT y el club vivió una etapa de éxitos internacionales y nacionales —entre ellos las Copas Libertadores 2015 y 2018, y varias Copas Argentinas y Recopas— que marcaron un periodo exitoso en la historia reciente de la institución. Tras dejar la presidencia mantuvo influencia y participación pública ligada a la entidad. El legado de Rodolfo D’Onofrio: 15 títulos, la elección de Gallardo y una historia de amor que llegó por casualidad. (Adrian Escandar) — Hacía rato que no hablabas públicamente, porque desde que dejaste la presidencia de River me contabas fuera de cámara que preferiste darles espacio a los que llegaron después, ¿no? — Sí, exactamente, yo creo que el que fue presidente tiene que tratar de dejarle el campo libre a los que vienen y estar por si necesitan algo. Estuve cerca de alguna manera siempre, pero sin intervenir y sin hablar en los medios. Porque viste que cualquier cosa que decís por ahí puede perjudicar o cambiar algo. Entonces, es preferible que uno guarde silencio. No porque estuviera en contra de algo, sino para respetar a los que estaban. — ¿Cómo describirías ser presidente de un club tan grande? — Mirá, yo no pensaba ser presidente. Nunca lo pensé. Y las circunstancias me fueron llevando. Entré como opositor de José María Aguilar y en River las comisiones directivas tienen público, con lo cual te van viendo. Éramos 22 a 3 y perdíamos todas las votaciones. Después ahí la gente dijo: “Tenés que ser vos el candidato”. Fuimos de candidatos y perdimos con Pasarella. — Por seis votos, ¿no? — Sí, por seis votos. Una cosa rara, que no vale la pena ni siquiera ir para atrás. — ¿Hubo polémica? No recuerdo. — Sí, fue raro. La IGJ no me quería y sí lo querían ellos. Porque los votos impugnados de él salieron buenos, los míos salieron malos. Pero no importa, ya pasó. La historia tenía que pasar así. Y finalmente llegué a River. Siempre teníamos una idea: proyecto, equipo y presidente. Tenés que tener un proyecto para ir a un lugar, un equipo de gente y ahí después viene el presidente. Un presidente sin proyecto y sin equipo, no funciona. Entonces, llegué y me senté en un lugar que, a partir de ahí, era una silla eléctrica (risas). Porque los colegas tuyos me decían: “Che, estás en coma cuatro”. Y no. ¡Estamos en coma ocho! Estábamos en la ruina. Y lo sacamos a River de eso. Teníamos que salir de la B y solucionar los problemas económicos del club. Esa era la prioridad. — Me encantó esa definición: “¿Qué es ser presidente de River? Es estar en una silla eléctrica”. — Sí, yo lo disfruté mucho igual. Fue un placer enorme y le puse toda mi energía. Pero te lleva los ocho años de la vida, ¿eh? Si vos querés hacer algo bien hecho en un club de estos, y lo mismo pienso en el caso de Boca o de Racing, te lleva todo el tiempo. Tu cabeza está todo el tiempo en eso. Vos estás a la mañana en tu casa antes de ir a cualquier lado y ya estás pensando en el club. Aparte están tus colegas, los hinchas, los socios, los 50 deportes que tiene River, el colegio, la universidad... Y siempre hay alguna complicación en algún lado. — Lo que más se ve, obviamente, es el fútbol en Argentina. Pero el resto del club es súper importante también para las decisiones diarias de un presidente. — Aparte vos te ocupás del fútbol porque es la prioridad y es en lo que nació River. Pero el que juega al tenis de golpe te encuentra y te dice: “Che, presi, necesitamos mejor polvo de ladrillo en la cancha”. O el de voley te dice: “No me gusta cómo ilumina la luz”. ¿Con esto qué quiero decir? Que cada uno que hace un deporte de los 50, para ellos prioritario lo que les pasa y está muy bien que así sea. Es un derecho del socio. Y yo asistía a todo. — Pero supiste manejar bien la silla eléctrica porque tu ciclo fue el más exitoso y te coloca como el presidente más ganador en la historia de River, con 15 títulos, incluyendo la cereza del postre que fue final de la Libertadores 2018 contra Boca en Madrid. Lo normal es que no a todos les vaya tan bien. — Yo cuando digo la silla eléctrica quiero decir que tenés que estar todo el día pendiente de todo. Ahora, me imagino que estar en esta silla eléctrica o en la que sea y que todas las cosas vengan mal, debe ser terrible. A nosotros nos ocurrió lo contrario. Aunque sí tuvimos nuestros problemas para salir económica y financieramente donde estábamos. En 2013 ganamos las elecciones, te dan un diploma y se hace una reunión donde van todos los socios y está todo el mundo. Se solía hacer a las 6 o 7 de la tarde, pero esta vez se hizo a las 12 del mediodía. Hacía un calor infernal y me acuerdo que la gente mía me decía: “Habría que poner los aires acondicionados”. Y les dije: “No, no pongan nada, porque no tenemos plata. Lo tenemos morir todos de calor y que todo el mundo se dé cuenta que la verdad que lo que tenemos que hacer es muy duro”. — Arrancaste como Milei: “No hay plata”. — Mirá vos. Es cierto. Termino de decir tres palabras, agradecer y viene una administrativo del club y me dice: “Presidente. Tendría que subir, porque arriba están venciendo unos cheques”. Así empezamos. Llegamos y teníamos que ir a ver qué hacíamos con los vencimientos de los cheques, porque la deuda era más grande de lo que habíamos analizado. El due diligence se dice, que es cuando vos hacés un análisis de gestión. Fue terrible. Teníamos más de 45 cheques que vencían todos los días. — ¿Y qué hicieron? — Con algunos miembros de la Comisión Directiva, con Jorge Brito, con Patanian, con Ballotta, pusimos avales nuestros para poder salir adelante. Porque no tenía crédito River. No tenía a quién le prestara un peso. Después, River salió, hicimos una serie de cosas de pasar la deuda de corto a largo plazo. Es decir, lo que vos ves después en el fútbol o lo que vos ves hoy, el estadio y todo lo demás, hay que analizar todo lo que ocurrió para llegar a eso. Porque pasó de todo. Por eso te digo, ojo que los campeonatos vinieron, pero también tenía que estar solventados... El primer equipo que tuvimos, que empezamos con Ramón Díaz, no trajimos ningún jugador. Vino Cavenaghi, que estaba libre y vino a jugar. Después tuvimos la suerte, porque hay que tener un poco de suerte, de ganar el primer campeonato que jugamos. Yo llegué en diciembre y marzo, abril o mayo terminó el primer campeonato que lo ganamos con Ramón. Después jugamos contra San Lorenzo, que era el campeón del apertura creo, y ganamos. Ganamos dos copas en los primeros seis meses. Y después llega Gallardo y en ese mismo 2014 ganamos la Copa Sudamericana. — Se lo pregunté a Ponzio y a Enzo en el Museo de River. La elección de Gallardo como DT, ¿es la mejor elección en la historia del club? — No sé si en la historia porque yo no me puedo comparar con el resto. Habría que estar en ese momento, en ese lugar. Lo que sí sé es que fue una decisión, súper acertada, donde Enzo Francescoli tiene mucho, pero mucho que ver. Porque después de ganar ese partido contra San Lorenzo, que eran los dos campeones que habían ganado, nos reunimos con Ramón ese martes para ver cómo hacíamos con la pretemporada y nos dice: “Me voy”. Y a partir de ahí no teníamos plan B. Teníamos nuestra idea de lo que queríamos. Llegamos con un proyecto y un programa. En realidad, nosotros queríamos un estilo Gallardo, pero no creíamos que iba a ocurrir eso. Ahí nos quedamos con Patanian y con Francesco analizando: “¿Y ahora qué hacemos?” Y ahí ocurre la anécdota de que Enzo lo llama a Gallardo. Gallardo escucha por la radio que River no tenía más técnico. Él estaba yendo para Newell’s, porque iba a firmar con ellos. A la altura de San Nicolás, más o menos, lo llama Enzo, y le dice: “Venite a River, que te queremos”. — ¿En la ruta yendo a firmar con Newell’s? — Sí, así. Si Ramón en cambio de decirnos el martes que se iba, nos decía el jueves, ya Gallardo había firmado con Newell’s. — Y hubiese sido otra historia... — Son destinos de la vida. — ¿Qué es para vos ser buen dirigente o buen presidente? — Lo primero es tener un buen proyecto, como decía antes. Un buen proyecto, un buen equipo y saber delegar entre la gente que vos ves que realmente es tu equipo. Delegar no significa abandonar sino darle responsabilidad. Vos sos el dueño de este sector. Es como decir: “Ocupate de esto, pero vamos conversando”, estás atento. No es que delego y me voy a dormir la siesta. También transparencia y honestidad en todo lo que hagas. Porque aparte de que es algo que vos llevás adentro y lo aprendiste en la casa de tus viejos y lo practicaste en tu vida personal, hay otras cosas que también, el marco general, el que no lo haga realmente lo van a descubrir por todos lados. Y a partir de ahí se resquebraja algo muy importante. Yo creo que el gran éxito que tuvimos en River fue que los miembros de la Comisión Directiva, el cuerpo técnico, los jugadores, los socios y los hinchas, estábamos involucrados en lo mismo. Nadie dudaba de lo que se estaba haciendo. Te podía ir bien o mal, pero nadie dudaba de lo que estamos haciendo. Eso fue claro. Tenemos el orgullo de poder decir que después de terminados ocho años y nunca tuvimos un caso que pudiera ponerse en duda o que quisieran hacer algo respecto al manejo de lo que habíamos hecho en la institución. Así que yo creo que un buen dirigente tiene que hacer eso. Tiene que ser también alguien que tenga empatía con los socios. Cuando te eligen, sos el tipo con más responsabilidad, pero no sos el rey. Son sociedades civiles. Tenés que estar cerca. Si te alejás del socio, se empieza a sentir mal. Pero te tiene que salir naturalmente y tenés que abrir los oídos. Es muy importante escuchar, porque si no escuchás, no sabés lo que pasa. Si vos creés que sos el sabio que sabés todo, no es así. Las cosas se hacen desde abajo. — La gente te reconoce porque y te respeta, incluso hasta los de Boca te piden fotos. ¿Qué sentís con ese cariño? — Sí, es verdad. Me pasa. Hay un gran respeto. No sé si es admiración, pero tenemos un enorme respeto yo hacia ellos y hacia mí. Puede ser que algún día uno hace una pequeña broma o ellos me hacen una broma a mí, pero no en la calle sino públicamente. Pero siempre con respeto, no el afán de provocar a nadie. Yo en mis ocho años, por supuesto que quería ganarles siempre. Pero siempre con respeto. Yo siempre digo que Boca no es mi enemigo, es mi adversario. — Claro, pero eso es por tu forma de manejarte. — Yo creo en eso, en la pasión que uno siente... Mirá, un matrimonio que el padre es de Boca y la madre es de River, los dos quieren que el hijo que nació sea hincha de su club, del que quieren ellos. Y me pedía: “Ayúdeme, así lo hago de River”. Entonces le digo: “Espere. ¿Quién es el que va a la cancha? ¿Quién es el que mira los partidos por televisión con el hijo?” Porque eso es clave. Si yo cometo el error de hacerlo a tu hijo hincha de River, cuando el padre va a la cancha y rompo algo que es muy importante, que es la relación entre el padre y el hijo en una pasión como el fútbol, que miren el partido por televisión, que vayan a una cancha juntos, está mal porque es parte de un programa y tenés que tenerlo en cuenta. — Hablaste de familia y de vínculos, ¿ya son cinco años con Zulemita? — Sí, cinco años con Zulemita. — ¿Y cómo nace esa historia? ¿Se lo venían venir? — No, como la presidencia de River, no lo imaginé jamás. Fue un accidente, realmente. Un accidente, no por accidente sino un accidente lindo. El 25 de mayo es aniversario de River y yo venía de jugar al golf un sábado. No pensaba pasar por River. Iba a ir más tarde a saludar. Pero me llaman y me dicen: “Tenés que venir porque vamos a inaugurar un mural de River sobre Figueroa Alcorta, en frente a River”. Yo siempre entraba por Udaondo y nunca lo había visto cuando lo estaban pintando. Llego y estaba todo cerrado a Figueroa Alcorta, mucha gente, un parlante, micrófono... Le hablo a la gente y me dicen: “Esto es de Zulemita”. Entonces, agradezco a Zulemita que nos permitió hacer el mural. Yo no la había visto a ella. — ¿Vos no lo habías visto nunca en tu vida? ¿No la conocías? — La había cruzado alguna vez, pero nada más. De lejos. Ahí en esas palabras le agradezco y cuando termino, me acerco a saludarla adentro de la concesionaria. Cuando hablé en público dije: “Este mural que lo vamos a tener para toda la vida”. Y cuando entro a saludarla, Zulemita me dice: “Tenemos un primer problema. A mí el gerente general me dijo que era por tres meses el mural y vos dijiste que es para toda la vida esto”. Así que con estas bromas y estas cosas, así arrancamos. — ¿Y qué te gusta de ella? — Es una persona que admiro mucho porque tiene una gran personalidad, es una madraza infernal, una hija ejemplar con su madre, una mujer que siente adoración por su padre, pero de una manera... Ella ha peleado y luchado por la reivindicación de su padre durante todo este tiempo y siempre que alguien sale hablando de su padre, tanto bien como mal, de golpe la vas a encontrar en Instagram o en dónde sea, que te va a tirar un gracias o un tirito (risas). Tiene carácter, tiene personalidad, trabaja, le va muy bien con su empresa y trabaja todo el día. Es una mujer inteligente, dulce, tiene muchas cualidades. Es una gran mujer. Admiro su capacidad y te digo que es una hija bárbara con su madre y es una madre increíble con sus hijos. — Y la diferencia de edad, ¿fue problema? Porque se llevan más de 20 años. — No, no fue problema. Yo tengo 78 y ella tiene 54. Pero nos llamamos muy bien. La diferencia de edad, no fue un problema. Ella me dice: “Vos tenés que ir de rodillas de a Luján. ¡Mirá la mujer que tenés!”. Y le digo: “Sí, pero ¿sabes qué pasa? Vos tenés una Ferrari de colección. Esta es la gran ventaja” (risas). — ¡Muy bueno! Vos te presentás como una Ferrari de colección (risas). — “¿Sabés qué pasa? Vos hasta ahora por ahí tuviste Citroën y ahora tenés una Ferrari de colección”, le digo en broma. — ¿Y qué dice Zule que le gusta de vos o qué la enamoró? — No voy a hablar de lo que me dice a mí sino lo que dice públicamente. Ella me respeta y admira mucho mi inteligencia y mi capacidad. A mí como hombre, como persona. Tiene una gran admiración. Y la verdad que tenemos una buena relación, convivimos muy bien la vida. Ella vive en su casa con sus hijos y yo vivo solo en casa. — Es un noviazgo eterno. — Es un noviazgo eterno. Me llevo fenómeno con los hijos, con su madre, porque también está su madre en su casa, que es una mujer increíble. Tiene una actitud, una personalidad... La madre es una cosa extraordinaria, con principios... Yo tengo un gran respeto por ella. Pero en esta convivencia de estar como estamos, por más que me lleve bien y todo, después llega un momento de cada uno en su lugar, y hace que todo sea más lindo y más llevadero. — ¿Viste la serie de Menem? ¿La vieron juntos? — Sí, la vi. Pero juntos, no. La vi solo. — ¿Y se comentan cosas sobre la serie? — No, la verdad que ni ella ni la madre y menos yo teníamos idea de qué iba a pasar en esa serie. Porque esa serie la firma Carlos Menem con una plataforma… — ¿La firma Carlos Menem en vida? — Sí, en vida. Él da los derechos a una plataforma que todavía en Argentina no estaba tanto. A partir de ahí empezó todo. Tan así que estaba llegando la serie y no teníamos la menor idea de lo que iba a ocurrir. Cuando la vimos, hubo distintos tipos de reacciones. Te voy a decir la reacción de Zulemita, que fue: “Si papá viviera, se estaría riendo y mucho”. Porque es una caricatura de las cosas que podían estar en la vida de ese momento de su padre. Pero me dice que algunas son mentiras. “Nunca hubo un fotógrafo, nunca me encontré yo en Olivos o en algún lugar donde aparecieran mujeres desnudas caminando. Yo sé mi viejo lo mujeriego que era. Pero no que lo hacía así adelante mío”, me contó. — Claro. Hay situaciones ficcionadas. — Algunas cosas demasiado exacerbadas. Hay una parte que no sale, que mucha gente habrá pensado que es una pena, que es la parte del estadista, la parte del cambio que hizo, ¿no? Porque siempre en las caricaturas aparecen más los defectos que las virtudes. Entonces, no está la parte seria. No es un documental, es una serie ficcionada con un gran director que lo ha hecho muy bien. — Volviendo al principio, con todo lo bueno que viviste con River, los 15 títulos, el amor, todo lo ganado y el presente, ¿qué perdiste en ese proceso? — Es raro decir perder cuando uno iba disfrutando, ¿no? Porque la gente puede decir: “¿Cómo? Con todo lo que viviste”. Pero perdés relación con amigos, perdés parte de tu vida que queda sin hacer, porque, como me dedicaba tanto al club, viajaba con River. Yo conocí de visitante muchos lugares. Pero iba con River, no podía tomarme unos días para irme a otro lado solo. — ¿Perdés tiempo tuyo? — No, dejás pasar el tiempo de la vida. Entonces, hay una etapa de tu vida que vos la disfrutás, pero siempre estando en ese escritorio con River. Es más, cuando termino la presidencia del club, me ofrece alguien muy importante si yo quería ser jefe de la ciudad de Buenos Aires, con altas posibilidades de serlo por distintas razones. Y mi respuesta fue no, pero no porque no coincida políticamente, sino porque después de estar ocho años en River no quería estar en una silla otra vez encerrado en un despacho. Quería estar en paz. Ya ahora descansé, pero no es que me voy a largar de candidato. — Ese camino hizo Macri. — Sí, Macri fue de Boca a CABA. Yo creí que en ese momento no me correspondía y lo que yo tenía que hacer era guardarme un poquito y disfrutar lo que estaba empezando a vivir con Zule y todo, que no tenía que meterme. Pero no porque no tuviera vocación, sino que creí que no era el momento. “El gran éxito que tuvimos en River fue que la Comisión Directiva, el cuerpo técnico, los jugadores, los socios y los hinchas estábamos comprometidos con el mismo proyecto”, explicó D'Onofrio en diálogo con Leo Montero. (Adrian Escandar) Quién y por qué Leo desafió a Rodolfo a elegir, entre los integrantes del River campeón de la Libertadores 2018 en Madrid, qué jugador de aquel plantel seleccionaría para distintas situaciones. — Primera situación. ¿Quién de todos debería ser el heredero del famoso suéter rojo tuyo de cábala? — Pregunta complicada esa, ¿tengo que elegir un jugador? — Un jugador, cuerpo técnico o dirigente. Pero todos los que conformaron ese plantel. — De alguna manera tengo que elegirlo, obviamente, por todo lo que nos dio y lo que hizo. Ese suéter, si no hubiera estado Gallardo, no sé si ganamos los 15. Él representa a todos, representa a todos los jugadores, porque era un grupo muy unido. Era el líder. Yo siempre pensé lo mismo: si vos lográs que realmente todos estén unidos y todos tengan el mismo objetivo, estén convencidos, lo lográs... Cuando Gallardo decía antes del partido que teníamos que ir a levantar un partido a Porto Alegre, que lo levantamos al último minuto, cuando le decía: “Tengan fe”. Era porque realmente estaba convencido y con eso se logra un objetivo. — Segunda situación. ¿Quién de todo ese plantel, de todos esos integrantes, cuerpo técnico, jugadores, dirigentes, te daría el mejor consejo sentimental en una hipotética crisis con Zulemita? — Enzo Francescoli. Tiene una explicación esto. Yo lo fui a buscar como mánager para River y tengo una confianza con él que no tenía con los jugadores. Con él tenía más confianza, así que con él hubiera hablado un tema de esa característica. Enzo me podría dar una opinión que yo respetaría. Compartí muchas cosas con él. Un tipo bárbaro. Después vería si le doy bola o no le doy bola (risas). — ¿Y te dio alguno puntual que recuerdes? — Respecto al fútbol. Por ejemplo, una de las cosas que me dijo es: “Presi, no vayas al vestuario de los jugadores, dejalos... Ese no es un lugar para que vayas”. Y no fui nunca. En los ocho años no fui y tenía razón. Es un lugar privado de los jugadores. Al no ir yo, no iba ningún directivo. “Porque si se tienen que putear, se putean ahí adentro. Si se tienen que felicitar, se felicitan ahí. Y si quieren contarle uno la historia al otro, no tenés por qué estar vos metido ahí adentro”, me dijo. — Eso lo sabe un Enzo que estuvo metido adentro. — Exactamente. — Tercera y última del quién y por qué. Es difícil, pero es la vida y la muerte. ¿Quién de ese plantel sería el más indicado para hablar de vos en tu funeral, para contar lo que fuiste y lo que dejaste? ¿Quién sería el líder? — ¡Qué pregunta! Porque en realidad yo tuve confianza con los jugadores, pero nunca tuve una relación de amistad porque no corresponde. Hay que estar hasta ahí. Yo estaba con ellos, me veía con ellos, pero no tenía una conversación personal como la que estamos hablando. Pero yo creo que en toda esa etapa, hubo alguien que fue el capitán y ese es Ponzio. Fue el capitán y sería lógico que hable sobre esa etapa donde hubo un presidente que se llamó D’Onofrio.

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