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Concordia » Hora Digital
Fecha: 30/10/2025 03:05
 
                            La actividad láctea llega a esta instancia del año con severas dificultades financieras y se multiplican los actores que atraviesan vicisitudes que les complican la operatividad comercial. Desde SanCor hasta Lácteos Verónica, el segmento lechero es víctima de un consumo que sigue en declive mientras, en simultáneo, los niveles de endeudamiento —en la mayoría de los casos, herencia de otras épocas— no han dejado de dispararse con el correr de los meses. En ese marco, La Suipachense, otro emblema de ese rubro, transita días críticos: movilizados ante la posibilidad de despidos masivos, sus empleados acumulan 60 días de acampe en las instalaciones de la firma. La compañía prácticamente no procesa leche y su planta está a un paso de quedarse sin luz ni gas por falta de pago. Controlada por el grupo venezolano Maralac, la compañía mantiene paralizada la mayoría de la producción y en torno a la lechera aseguran que la intención de sus propietarios es negociar el traspaso a otro grupo empresarial. Es en ese marco que se agiganta la figura del gremio ATILRA, a quienes se señala como interesado en hacerse con el gerenciamiento de las instalaciones en la ciudad bonaerense de Suipacha. En el ámbito lechero sostienen que el sindicato presiona para que la compañía derive en una cooperativa bajo control de sus trabajadores. ATILRA presiona para avanzar hacia una cooperativa “Nuestras expectativas son que esta gente que vino a reventar la empresa se vaya de una vez por todas y le ceda la empresa a la gente que realmente la quiere levantar y quiere trabajar en ella”, declaró recientemente, en ese tono, Mario Nelch, secretario adjunto de ATILRA. La semana pasada, los empleados de La Suipachense se movilizaron hasta el Juzgado N° 7 de Mercedes exigiendo una resolución judicial a favor del personal. Sostuvieron que la intención de Maralac es despedir a casi la totalidad de los 140 trabajadores de la firma para, luego de ese recorte, avanzar con la venta de la lechera. Se menciona a la chilena Lácteos Conosur SA como la firma interesada en las instalaciones en Suipacha. Afirmaron, también, que la planta de La Suipachense arrastra deudas millonarias con proveedores y mantiene salarios impagos desde julio. En la vereda de enfrente, representantes de la firma caribeña expusieron argumentos opuestos. Hace escasos días, Carlos Fernández, delegado del grupo empresario, definió a la situación como “una toma forzada y muy perjudicial”. En sus palabras, algunos trabajadores, con apoyo sindical, “se apropiaron de las operaciones comerciales, financieras y logísticas usurpando la planta y contraviniendo la dirección de la empresa”. Fernández afirmó que los gerentes fueron amenazados y que la intervención gremial es la verdadera causa de la caída en la producción. “Lo que hicieron es desproporcionado, con mucha impunidad. Es una anarquía”, dijo. En la comunidad la situación es de suma preocupación dado que la láctea es un pilar clave del empleo en Suipacha. En septiembre, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios local tomó la decisión de iniciar una colecta solidaria para ayudar a los trabajadores de La Suipachense que, expresaron, “atraviesan una situación compleja desde lo laboral”. “La fábrica acá ayuda directa o indirectamente a casi la totalidad del pueblo. Las empresas o personas de alto poder adquisitivo que quieran hacer donaciones, lo pueden hacer y nosotros pasaremos a retirarlos por donde sea. Todo lo que sume para presentarle batalla a esta dura situación, será bienvenido. Vemos que día a día se va agravando”, declaró al respecto Ariel Verges, jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios. Un declive por demás preocupante En su mejor momento comercial, la empresa llegó a operar con hasta 250.000 litros diarios. En la actualidad, ese volumen se redujo a 0 aunque, vale aclararlo, ya en el último año su capacidad había bajado hasta merodear los 40.000 litros diarios. La situación con los empleados comenzó a ponerse candente a partir de julio, momento en que los trabajadores decidieron ocupar la planta ante las repetidas ausencias que comenzaron a evidenciar los directivos de La Suipachense. Las instalaciones en Suipacha son propiedad del grupo venezolano Maralac desde hace algo más de 13 años. Desde el desembarco de esos capitales, la compañía ha atravesado distintas etapas comerciales, pero la crisis comenzó a imponerse desde hace algo más de un año. Por estos días, fuentes del ámbito lechero estiman en $3.000 millones mensuales el monto que requiere La Suipachense para operar con normalidad. La firma, aseguran, apenas si recaudó 500 millones en el último bimestre.
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