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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/10/2025 04:51
Tráiler de "27 noches", de Daniel Hendler Dentro de la avalancha de producciones que ofrece el universo streaming y en el actual contexto apocado del cine argentino, el estreno de 27 noches, dirigida y protagonizada por Daniel Hendler y Marilú Marini, resalta por el peso específico de sus nombres y también, por la historia que cuenta esta comedia agridulce basada en un caso real (el de la artista plástica Natalia Kohen, narrado en el libro de no ficción de la psicóloga y escritora Natalia Zito). Aunque el relato se nutre de un caso concreto, sus implicancias y su lógica resultan reconocibles para muchas otras personas, a partir de un interrogante sobre el tipo de vida a llevar en un momento particular: la vejez, tercera edad, cuando se llega a una edad para ser llamados “adultos mayores”, o como sea que quiera llamárselo. Marilú Marini aporta su experiencia en la vanguardia artística y su visión sobre la libertad en la adultez mayor(Foto: Sebastián Arpesella / Netflix) La película inicia con la señora Hoffman (Marini) siendo conducida a una internación en un establecimiento psiquiátrico. Motivadas por el temor al posible deterioro mental y la preocupación por el destino de sus bienes, sus hijas buscan que sea declarada legalmente insana. La señora es una figura del mundo artístico y mecenas, dueña de una considerable fortuna. Quién recibirá ese dinero frente a un posible inminente desenlace, es el eje del conflicto que dispara la acción, con el ingreso de un atribulado perito (Hendler) que deberá dictaminar si la mujer está en uso pleno de sus facultades mentales. El vínculo central de la película se establece en los encuentros y el contrapunto de personalidades de estos dos personajes. En diálogo con Infobae Cultura, el director Daniel Hendler y la protagonista, Marilú Marini -artista de la generación del Di Tella, una leyenda del teatro argentino aunque viva en París hace más de 40 años- reflexionaron sobre el sentido de la película (“una historia potente”, según Hendler), el cable a tierra que representa el humor frente a una situación dramática, los años de vanguardia de la actriz y el aprendizaje de Hendler a su lado. “Me impactó cómo ella se quita ese ropaje de leyenda. Es un ser humano extraordinario y con mucha curiosidad”, define el actor y director uruguayo. Daniel Hendler enfrenta el desafío de actuar y dirigir, destacando la colaboración y el aprendizaje junto a Marilú Marini (Foto: Juan Naharro Gimenez/Getty Images para Netflix) —Marilú, ¿Qué fue lo que te atrajo de esta historia? Marilú Marini: Me gustó Marta Hoffman porque es un personaje que está lleno de contradicciones, pero a la vez tiene una columna vertebral que la guía, que es este deseo y hambre de vida. Quiero decir: es alguien que no transita por lugares ya arados; ella va creando de alguna forma su propio surco. Yo que tengo ochenta y cinco años, quiero decir que la vejez no es inmovilidad. Inmovilidad es la muerte. La vejez es vida y, por lo tanto, movimiento, fluidez. Eso se ve en el personaje de Marta. —Daniel, ¿Cabe la definición de “comedia agridulce” para esta película? Hay una situación dramática y en cierto modo tensa, pero siempre aparece la distensión del humor y la ironía. Daniel Hendler: Me caben todos los términos porque siempre me cuesta encontrarle el género a las cosas en las que me involucro. Me parece que siempre está entre géneros, lo que supone una dificultad para encontrar el tono. Cuando nos metemos entre géneros, bueno, hay que irlo descubriendo. Y luego ese tono que aparece es el que nos empieza a gobernar. A mí me parece que es una historia que no podía resultar tentadora para solemnizar, la temática de la vejez y de los lazos familiares. El vínculo entre los personajes principales revela contradicciones, vitalidad y una mirada subversiva sobre la vejez En el caso del personaje de Marilú podemos ver claramente que ella no tiene miedo. Está dispuesta a encontrar su propia forma de vivir. Y eso ya de por sí nos mete en que tenía que tener humor. El humor está siempre, tiene que ver con el corrimiento de la mirada y cuando uno corre la mirada, las cosas toman otra perspectiva y a veces quedan fuera de lugar. Simplemente es permitir que eso suceda. Salirnos de la primera mirada que se nos impone, y ahí el humor aparece naturalmente. También para que los personajes aparezcan ahí con sus grietas y contradicciones. —Marilú, me interesa trazar un paralelo entre lo que ha sido tu vida personal y profesional y la del personaje, porque de alguna forma hay un punto de contacto. Marilú Marini: Sí, con la trayectoria de Marta Hoffman hay una hermandad y es esta situación de libertad frente a lo que la sociedad piensa que tiene que ser un adulto mayor. Personalmente tuve la suerte de participar a ese momento de la contracultura, con uno de los focos en el Instituto Di Tella, donde vivíamos en un estado de peligro frente al autoritarismo de la sociedad de aquel entonces. Pero había algo que no se podía parar en nosotros. Una realidad de creatividad y de estar en contacto corporalmente con lo que deseábamos, que fue muy nutriente. Frente a esos momentos densos, nuestra actitud era la actitud de la vitalidad. No me quiero hacer la culta, pero hay una cosa divina que dice Gilles Deleuze. Dice: “El poder nos quiere tristes, porque nos puede dominar mejor”. Frente al poder, la alegría es siempre muy subversiva. Nosotros en la Argentina somos un semillero de humor, porque frente a las catástrofes, los abismos, los cambios brutales que tenemos, siempre hay un chiste, una posibilidad de reír. Daniel Hendler y Marilú Marini reflexionan sobre la vitalidad, la libertad y el sentido de la vida en la tercera edad Estoy con las anécdotas... Dicen que Buster Keaton estaba muriéndose, junto a un médico y un amigo. Y el amigo le dice: “Ay, me parece que ya murió”. Y el médico le responde: “Mire, tóquele los pies, es lo primero que se enfría”. Parece que Buster Keaton abrió un ojo y dijo: “No en el caso de Juana de Arco”. Estaba muriéndose y conservaba esa posibilidad de juego. Pienso que eso es lo que se plantea en la película de Daniel. Uno siempre tiene esa posibilidad de alejarse, contemplar y desdramatizar. —Daniel, ¿Cómo fue actuar y dirigir a la vez? —Hay un tema de mecánica que tiene su complejidad. Y esto lo hablé con otros directores y actores también. Me parece que uno, en realidad, dirige, y cuando te toca pasar a actuar, lo que hace es como ponerse a sí mismo en esa puesta. El actor está supeditado a una idea de puesta previa, eso que el director quiere ver. Entonces, el gran desafío es ser permeable como actor y trabajar con el compañero o la compañera en el momento en que uno está ahí, que también está pensando en el plano y la toma. Hay que encontrar esa mecánica y después empieza a suceder naturalmente. Disfruté mucho más los días que me tocaba solamente dirigir a Marilú, que fueron las primeras dos semanas. La verdad que eso fue goce total. Después cuando tenía que vestirme del Casares, perdía autoridad con ese pelito (ríe). Dirigir así era un poco humillante (vuelve a reír). [Fotos: prensa Netflix]
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