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Parana » Informe Digital
Fecha: 25/10/2025 08:13
1. La democracia argentina se asentó sobre dos ejes: los derechos humanos —que no solo implican denunciar los crímenes de la dictadura, sino que condensan consensos amplios de la sociedad— y aquella frase que Raúl Alfonsín repitió en 1983: “Con la democracia se come, se cura y se educa”. La política y el voto encarnaban esas metas y expectativas. El gobierno de Javier Milei, que se autopercibe como el Topo dispuesto a desmantelar el Estado desde dentro, parece plantear un paradigma distinto. El propio presidente lo reiteró en más de una entrevista la última semana previa al voto. Cuando periodistas que no son en absoluto opositores al Gobierno le preguntaron por ese 80% de población que tiene dificultades para llegar a fin de mes, su respuesta fue tajante: “¿A ver, cómo quiere que lo arregle?”, según le repreguntó, por caso, Eduardo Feimann. 2. Vale la pena seguir la secuencia del intercambio. Feimann le dice: “El especialista en crecimiento con o sin dinero es usted”. A lo que Milei corrigió: “Económico. Crecimiento económico”. Para el Presidente, por tanto, el crecimiento se reduce al ámbito económico, a la macroeconomía. No lo vincula con la calidad de vida de las personas. Una vez más, a la manera de Thomas Kuhn —autor en los años sesenta de su La estructura de las revoluciones científicas— estamos frente a un paradigma: el bienestar y la capacidad de llegar a fin de mes dejan de ser un asunto de economistas (y mucho menos de presidentes) para convertirse en materia de sociólogos —y, acaso, de políticos—. 3. No fue esa la única respuesta que reveló un paradigma. Tanto Scott Bessent como Donald Trump fusionaron en su discurso dos conceptos —peronismo y comunismo— y los proyectaron sobre la realidad de su país, Estados Unidos. Ambos hablaron de un izquierdismo comunista. Luis Caputo y Javier Milei replicaron esa lectura. Según esa interpretación, la intervención del gobierno republicano descansaría en una afinidad ideológica: el comunismo sería lo que encarna Axel Kicillof; el peronismo, lo que proclaman figuras como el candidato a alcalde de Nueva York Zohran Mandani o la senadora Elizabeth Warren. 4. La evidencia muestra, sin embargo, que el peronismo no equivale a un izquierdismo. El propio Perón, con sus idas y venidas y su pragmatismo, fue claro al respecto: su marco teórico y su formación provenían de otro origen. El filósofo Alexandr Dugin —que no es de izquierdas y nutre algunas ideas de Vladimir Putin— tuiteó esta misma semana para marcarle “el error conceptual” a los líderes de la ultraderecha norteamericana. 5. Ernesto Semán, en su imprescindible Breve historia del antipopulismo, recuerda un episodio del primer Perón: “En su famoso discurso de agosto de 1944 en la Bolsa de Comercio, Perón –por entonces secretario de Trabajo– describió un Estado corporativo como receta para frenar la radicalización de los trabajadores. Los empresarios desestimaron la oferta, convencidos de que, como el sindicalismo no era radicalizado, el viejo orden aún podía recuperarse”. 6. “Está claro que la historia del peronismo tampoco es la del fascismo (que sí es un antecedente de las ideas que sostienen al movimiento MAGA en los Estados Unidos y se replican en las Fuerzas del Cielo”. Pero sostener que en el partido que está a la izquierda del partido que preside Cristina Kirchner está “la pared”, como dijo alguna vez Aníbal Fernández, funciona más como argumento de campaña (o como excusa) que como afirmación sustentada en los hechos. 7. No obstante, en el marco de un gobierno que aterriza con problemas de consistencia económica —en lo macro, que parece ser el único ámbito que, según el Presidente, debe gestionarse—, con denuncias de corrupción en curso y con internas encendidas, el antiperonismo o antipopulismo reaparece como el sostén discursivo que permite transitar hasta el domingo electoral. Como tituló Jaime Duran Barba en PERFIL el último domingo: “No es la economía, estúpido”; aquí, en cambio, podría decirse algo distinto: a veces “es la ideología, estúpido” funciona como sostén de ciertos votos. 8. El mismo Semán, al referirse al primer peronismo, interpreta el cuento de Julio Cortázar, “Casa tomada”, como la expresión de una posible posición de cierto sector social: una suerte de “riesgo”, un “fantasma” que amenaza un determinado status quo. 9. ¿Qué representa el peronismo para ese sector social? El historiador Ezequiel Adamovsky lo sintetiza así: “Otra vez, se temía que apareciera una figura carismática, un ‘caudillo’ como aquellos del siglo XIX, capaz de excitar y dar cauce a impulsos plebeyos que de otro modo estarían bajo control. Por un tiempo, luego de la organización nacional y de la derrota del partido federal, el peligro de ese caudillismo plebeyo había quedado en suspenso. Pero el sufragio universal reactivó esos viejos temores; tanto Yrigoyen como más tarde Perón fueron insistentemente comparados con Juan Manuel de Rosas y sus seguidores con la mazorca”. 10. También es cierto que la historia del peronismo reciente en el poder plantea interrogantes propios: faltan autocríticas sobre corrupción y sectarismo, y la interna todavía no está resuelta. Tanto es así que, pese a la fuerte intervención de Estados Unidos, no pudo reeditar la consigna “Braden o Perón”. No es que hoy no exista un “Braden”, sino que, según varios analistas lúcidos, le falta su propio Perón. 11. Aun así, el antiperonismo y el antikirchnerismo siguen siendo argumentos de campaña que atraen votos. Queda por ver cuántos, frente a la evidencia de una gestión anárquica en muchos frentes. Adamovsky denominó al paradigma actual como un “individualismo autoritario” y explicó que “La institución que permite un grado de cooperación tan grande –el mercado– es, paradójicamente, la misma que nos convierte en individuos aislados que buscan su propia satisfacción”. La pregunta “¿Qué quiere que haga?” será, precisamente, la que deba despejarse a partir del lunes 27 de octubre. “Casa tomada” concluye así: “Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada”.
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