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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 20/10/2025 21:31
Cristian Graf Diego Fernández Lima fue asesinado en 1984 y enterrado en el terreno de la casa de Cristian Graf, ubicada sobre la avenida Congreso, en el barrio porteño de Coglhan. Sus restos fueron hallados este año durante los trabajos en una obra en construcción en la propiedad lindera, y que supo alquilar Gustavo Cerati. El crimen prescribió, pero la Justicia considera que el dueño de vivienda quiso encubrir el descubrimiento de los huesos que hicieron los obreros, y por eso fue citado a indagatoria. Este lunes se conoció todo lo que dijo el acusado ante el juez y el fiscal del caso. “Lo de huesos no lo puedo explicar, no puedo decir algo que no sé. Mi familia no conocía a este chico, nadie entiende nadie como llegaron ahí, ni mi mamá, ni mi familia”, sostuvo Graf oficialmente, algo que se había cansado de repetir en los medios. Durante una audiencia celebrada el viernes ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°56, Graf (59) fue confrontado con la imputación de encubrimiento, figura penal que implica obrar con el propósito de ayudar a evitar que un hecho delictivo sea descubierto o que los responsables sean individualizados. En la declaración, Graf desgranó detalles de su vida personal y familiar, incluso habló de su situación de salud, marcada por la hipertensión bajo tratamiento. En ese contexto, dijo que su hermana, Ingrid Graf, vive cercana al núcleo familiar y, al momento de los hechos, fue ella quien lo llamó para avisarle del hallazgo, ya que él se encontraba, como de costumbre, cumpliendo su jornada laboral. Sobre los hechos investigados, Graf negó tener relación o recuerdo alguno de la víctima, incluso tras ser confrontado con registros escolares. “No recuerdo a esta persona, Fernández Lima, yo me entero del hecho en sí cuando estaba trabajando, mi hermana me llama, fue cerca del mediodía… Luego fuimos a declarar a la Policía, le tomaron declaración a mi hermana porque fue la que estaba”, dijo y narró que llegó al domicilio cuando las autoridades ya estaba en el lugar del hallazgo. Añadió que desconocía por completo el origen de los restos hallados en el jardín de su propiedad. Remarcó que su contacto con los obreros que trabajaban en la medianera era estrictamente eventual y referido únicamente a cuestiones edilicias. Dejó asentado que las explicaciones alternativas que circularon (“huesos traídos por camión”, “una iglesia antigua”, “un establo”) no partieron de su propia boca, y que en realidad lo mencionado en charlas con los obreros respecto a una iglesia obedeció a una anécdota sobre la antigua historia del barrio. “En mi casa antiguamente había habido una iglesia, que se mudó a dos o tres cuadras… Lo dije seguramente como algo anecdótico, hablamos de los antiguos dueños, nada en especial. Después lo que se hablaba con los vecinos, tenemos un grupo de WhatsApp respecto a que iban a hacer en la obra”, explicó. La fosa donde estaba Diego Fernández Lima A largo del extenso interrogatorio, Graf contestó en detalle cada uno de los planteos de la fiscalía y la defensa, buscando dejar sentada su falta de conexión con los hechos investigados. Sus abogados habían dicho que fue muy preciso. Relató minuciosamente el proceso de demolición y construcción lindero, las autorizaciones para realizar medianeras, y describió la distribución del terreno y las casas involucradas en el hallazgo. Explicó que la pileta fue construida hace 25 años, sin que jamás hayan ingresado materiales ajenos ni tierra externa al predio, y remarcó que toda la tierra excavada fue retirada en volquetes a través de su domicilio. “La pileta la hicimos hace 25 años. Ingresó por la calle Naon, donde antiguamente no había un edificio, había una casa y terreno. Se subió por encima de la propiedad de los Olmi (los que le alquilaron a Cerati), y se ingresó. La colocó la gente a la que le compramos. La tierra que sobró se la llevaron los volquetes, se la llevaron con carretilla por mi casa”, amplió. Consultado acerca de su vínculo escolar con Diego Fernández, precisó que solo compartieron un año en la ENET N° 36, que su entorno de amigos era distinto y que nunca participaron en actividades sociales ni estudiantiles fuera del colegio. (Maximiliano Luna) “No me acuerdo ni de él ni de mis otros compañeros… Yo no era tan sociable”, afirmó y sostuvo no recordar que hubiera sido tema de conversación la desaparición de Fernández en 1984. También destacó la ausencia de contacto entre los dos grupos familiares. Graf intentó despejar sospechas respecto de la circulación por la propiedad: reconstruyó quiénes vivían en la casa en la época de los años ochenta y cómo estaba dividida entre abuelos, padres y hermanos. Explicó accesos, la existencia de alambrados y ligustrinas como límite, así como la presencia de otras familias y una guardería en el domicilio lindero de Avenida Congreso 3748. Reconoció que durante el momento en que se produjeron los trabajos de excavación en la medianera, apenas tenía ocasionales intercambios “de saludo” con los obreros, y subrayó que no fue testigo directo del hallazgo de los restos. “Lo único que pedí fue que como al fondo de todo, a un metro de donde termina mi casa, había una Santa Rita que había plantado mi papá y mi mamá, mi mamá me pidió que quería que no la toque, casi en el rincón mismo, a unos 90 centímetros del fondo. Cuando hicieron la pared, la planta quedaba incrustada, y por eso le expliqué a mi mamá y opté por sacarla”, aclaró. Y siguió: “Estaba a dos metros, metro y medio, en forma paralela a la línea de la medianera. La confundieron con el bananero que estaba en la esquina de la pileta. Yo nunca dije que no toquen el banano, solo la Santa Rita por un tema afectivo. En el mismo lugar puse una Santa Rita”. En cuanto a las acusaciones sobre pasividad o falta de colaboración, Graf reveló que ante la sorpresa del hallazgo, consultó a un abogado por recomendación y que aguardó ser formalmente citado a prestar declaración: “Cuando se encontraron los huesos le pregunté a un abogado por las dudas… Me recomendó esperar, no hablé porque no sabía que iba a pasar. No me presenté porque esperé el llamado”, dijo. Señaló que solo cuando se conoció públicamente la identidad de Fernández Lima tomó contacto con su defensa de confianza y se puso a disposición de la fiscalía, donde –según su versión– acudió voluntariamente antes de que se requiriera formalmente su declaración.
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