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Fecha: 11/10/2025 04:31
El especialista en temas económicos Alejandro Bonalumi, realizó su columna habitual en el programa Digamos Todo para realizar un análisis vinculado a lo que fue una jornada realmente sorprendente, con la noticia de que el tesoro de Estados Unidos compró pesos en el mercado oficial. «Imagino que algún operador de bolsa cuando vio el cartel de la compra que hace EEUU de pesos argentinos, se habrá caído de espaldas». El feriado comenzó con malas noticias para el gobierno argentino: el riesgo país superaba los 1.200 puntos, el dólar se devaluaba un 4% y alcanzaba los 1.500 pesos. Desde la implementación del sistema de bandas cambiarias hasta ese momento, la moneda local había perdido un 32% de su valor. Las reservas del Banco Central seguían cayendo y el panorama económico anticipaba una debacle inminente. En medio de este escenario adverso, una maniobra inesperada cambió el rumbo de la jornada: el Tesoro de los Estados Unidos salió a comprar pesos argentinos. “Si vos tenés pesos, tratás de sacártelos de encima porque pierden valor”, explicó Bonalumi, pero sin embargo, el movimiento de Washington alteró por completo la lógica del mercado. La operación, canalizada a través del banco Santander Argentina en Nueva York, provocó asombro entre los operadores financieros. La compra de pesos generó dos consecuencias directas. En primer lugar, implicó una inyección de dólares que estabilizó momentáneamente los mercados. En segundo término, instaló un efecto psicológico en los inversores: la posibilidad de que el Tesoro estadounidense vuelva a intervenir frena las especulaciones y desalienta una corrida cambiaria. Además, se confirmó la existencia de un swap financiero que garantiza a la Argentina el pago de deuda por los próximos dos años, lo que alejaría temporalmente el riesgo de default. Esta combinación de respaldo monetario y tranquilidad financiera ofreció un respiro al gobierno, que atravesaba uno de sus momentos más críticos. El gesto de Estados Unidos, aunque positivo a corto plazo, también dejó al descubierto la desesperación del gobierno argentino por conseguir apoyo internacional. “Cuando te dicen que hay que correr a China, no es tan fácil”, advirtió el analista. Argentina mantiene un importante intercambio comercial con el gigante asiático y cuenta con un swap de monedas con ese país. Sin embargo, el movimiento de Washington parece tener un trasfondo estratégico. Estados Unidos busca afianzar su presencia en sectores claves donde Argentina tiene alto potencial —como energía, minería y alimentos— y reposicionarse en la región frente al avance chino. “Trump no tiene muchos aliados en América Latina: ni Uruguay, ni Brasil, ni Venezuela, ni Bolivia, ni Chile. El margen es pequeño, y por eso esta operación también responde a un interés geopolítico”. El analista fue categórico: esta intervención no resuelve los problemas estructurales de la economía argentina. “La economía está enferma, grave, le faltaba oxígeno. Esto es una bocanada de aire, te da tiempo, pero no te cura la enfermedad”, comparó. El alivio financiero evita un colapso inmediato, pero no mejora la situación cotidiana de la población. “La gente no llega a fin de mes, los comercios no venden y el trabajo escasea. Esto evitó un mal mayor, pero no soluciona los problemas reales”, señaló.
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