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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/10/2025 04:42
Abel Pintos es un cantante, compositor y productor argentino que saltó a la fama desde muy joven. Fue descubierto en su infancia por referentes del ambiente folclórico tras cantar en actos escolares e inició su carrera discográfica a finales de los años 90. Desde entonces se ha consolidado como una de las voces más reconocidas de la música popular y el pop latino en Argentina. A lo largo de su trayectoria cambió progresivamente del folclore tradicional hacia un formato más personal y pop. Lanzó discos que tuvieron gran repercusión, entre ellos títulos que lo catapultaron a estadios y festivales, y obtuvieron numerosos premios. Su repertorio combina influencias folklóricas con baladas y canciones de autor. Además, su carrera ha estado marcada por giras extensas y presentaciones multitudinarias en recintos emblemáticos del país. Su último disco es Gracias a la vida, publicado en mayo de este año. El artista prepara un cierre de 2025 potente con su gira Abel 30 años, un festejo de tres décadas de carrera musical. Arrancará el 24 de noviembre en Rosario y continuará el 6 de diciembre en Ciudad Universitaria, Buenos Aires. Las entradas ya están a la venta en su página web Abel Pintos anunció su gira de 30 años con fechas en Rosario y Buenos Aires. (Gastón Taylor) Abel: — Sos un tipo recontra querido y en estos 30 años que estás celebrando, has cantado el himno en partidos de la Selección, tenés relación con Messi y muchos jugadores te admiran y escuchan tus canciones. ¿Tenés una buena conexión con la Selección? Abel: — Sí, tengo la suerte de ser contemporáneos a ellos con la música y de que ellos sean parte de una generación como la mía, en la que, justamente, en el momento de mayor crecimiento de mi música, ellos me escucharon mucho. Entonces, acompañé momentos importantes de sus vidas a nivel familiar. Y por eso siempre me tratan con mucho cariño y eso para mí es alucinante, porque vos nunca te imaginás cómo acompañás a los demás con lo que hacés. Hacés lo que hacés porque lo amás y después te vas enterando. Y cuando te enterás de algo lindo de quienes además admirás mucho, es maravilloso. Pero con ellos no tengo una relación directa, sinceramente. He tenido distintos guiños de parte de cada uno de ellos de saber que me escuchan, que para mí es suficiente. En el caso de Lionel, canté en su casamiento por invitación de ellos y fue hermoso. Siempre cuento que ahí adentro no se vivía como el casamiento de la celebridad que es Lionel. Se vivía el casamiento de dos chicos, como Lionel y Antonela. Entonces entre el público que acompañaba, tenías a celebridades mundiales y a la tía Mirta. Qué sé yo. Leo: — En Rosario estaba la tía Mirta y Shakira y Piqué (risas). Abel: — Exactamente. Y entonces se vivía con ese clima ahí adentro. Yo cuando salí a cantar sentí eso: estar cantando para dos personas que están viviendo un momento increíble. Después caes en la cuenta de todo lo que eso significa. Cuando me fui de ahí, leía mi nombre en diarios de idiomas que ni siquiera sabía que existían, ¿no? (risas). Leo: — Dentro de la sala, era el casamiento de Lionel y Antonela. Pero fue un antes y un después para vos. Abel: — Así lo viví. De hecho, ellos yo siempre cuento que ellos no se dieron cuenta que yo estaba cantando en vivo hasta pasado un rato. Ellos creían que era grabado. No me veían porque yo estaba atrás de un arreglo floral (risas). Y veían que la gente miraba para un lado y de repente miraron, me vieron y se pusieron contentos. Leo: — “¡Qué bien canto el florero!”, dijeron (risas). No sabía que había sido sorpresa para ellos. Abel: — Claro, en realidad a mí un día me llama una persona que estaba trabajando en la organización del evento y me dice: “Lionel le quiere dar la sorpresa a Antonela de que cantes en el casamiento”. Y yo le tuve que decir que no, dandome mucha pena, porque yo me iba de gira a España. Quedó ahí. La gira de España se pospuso y a mí no me dio para llamar y decir: “Ah, ahora puedo”. Dije: “Bueno, ya está”. Pasó, listo. Me fui a Rosario a hacer promo de unos conciertos que tenía, una semana antes del casamiento. Y cuando me estoy yendo de Rosario, me llama una chica y me dice: “Hola Abel. Soy amiga de Antonela, estoy trabajando en la organización del casamiento”. Había cambiado la organización y me dijo: “Veo que estás en Rosario y quiero saber si podés venir. Pero esta vez por sorpresa a los dos”, porque Lionel ya no está al tanto. Ahí le dije: “Sí, encantado”. Leo: — Mirá cómo calzó todo… Abel: — Ahí le dije: “Me voy a mi casa, agarro las cosas y vuelvo a Rosario”. Y ella me responde: “Dale, venite, así te meto en una habitación de hotel. Te voy a tener que guardar dos días para que no te vea nadie y no se devele la sorpresa”. Así que fui a casa, agarré cosas y volví a Rosario a las pocas horas y me encerré ahí dos días a esperar para cantar. Fue divino. Fue una buena anécdota. Leo: — Debés ser uno de los pocos que le dice que no a Messi (risas). El titular es: “Abel le dijo que no a Messi”. Abel: — Yo lo dije tranquilo porque tengo esas formas, pero corté y dije: “Pero por qué, la con…” (risas). Después con Julián sí tengo un poco más de vínculo, nos escribimos y ha venido a conciertos. La familia de su mujer son todos de Córdoba y muy fanáticos. Yo cuando voy a Córdoba siempre le digo: “Che, voy para allá, decile a la familia”. Y él siempre me dice: “Bueno, mirá, son dos...” Y le digo: “Decile a todos: los tíos, los primos”. La verdad que los jugadores de la Selección son todos divinos y eso es lo que me llevé de las veces que canté. Pero me gusta decir que no tenemos un vínculo, una amistad, ¿viste? Pero sí siento su admiración, su respeto hacia mi música y eso para mí es un montón. Leo: — Cuando arrancaste a cantar a los 7, 8 o 10 años, ¿te imaginabas este Abel Pintos con la música, siendo papá, con buen lomo, tatuado, cantando para la Selección...? Abel: — Te agradezco (risas). Yo desde muy niño tuve la ilusión de alguna vez en la vida tener hijos y una compañera de vida. Imaginaba también lo de muchos años en la música. De hecho, cuando cumplí 11, me acuerdo de estar frente a la torta con las velitas y en lugar de estar pidiendo los deseos, estaba pensando esto: si yo puedo cumplir un día, 91 años, y todavía me puedo subir a un escenario y cantar por lo menos seis canciones de manera digna, voy a poder decir que cumplí 80 años con la música”. Eso estaba pensando a los 11 años… No sé por qué siempre pensé muy para adelante. Siempre fui muy proyectado (risas). Leo: — ¡Qué elaborado el pensamiento para esa edad! Abel: — Sí, igual tengo una lógica. En esos días yo le había dicho a mi papá y a mi mamá que yo me quería dedicar a cantar. Ellos, de movida, me dijeron: “Buenísimo, pero nosotros no te podemos ayudar económicamente ni mandarte a clases ni nada. Pero te vamos a cuidar en las cosas que vos puedas conseguir o cómo se puedan dar las cosas”. Yo de alguna forma tenía la necesidad de hacerles saber que iba en serio con lo que les estaba diciendo. Entonces, se ve que eso puso a trabajar mi cabeza de esta manera, a querer pensar las cosas muy a largo plazo. Hoy tener ya 30 años con la música me pone contento porque reafirma aquel deseo. Cuando arranqué, lo que quería era cantar todos los días y, si era posible, todo el día. Ni siquiera entendía, era un niño, no entendía el contexto. Leo: — No entendías el contexto de que esto iba a ser un trabajo, que iba a ser una profesión. Abel: —Yo tenía 11 años, iba a ver a los shows a Mercedes Sosa. Yo sabía que pagaban la entrada. Pero no tenía ni idea si Mercedes cobraba o no cobraba, si era millonaria o no. No tenía ni idea. Yo quería hacer lo que hacía ella. Yo sabía que ella hoy cantaba acá, mañana allá, después la veía en la tele, se iba a Europa. Yo quería cantar todos los días porque era lo que más me gustaba. Leo: — Y si no hubiera aparecido León Gieco, ¿crees que hubiese sido lo mismo tu carrera, el destino, la vida? ¿Creés que hubiese llegado igual? Abel: — Y por otros caminos, seguro. Pero yo hubiese logrado seguir haciendo mi música sin ningún lugar a dudas. Hoy me preguntan mucho por el asunto de la vigencia. ¿Cómo es estar vigente? Este famoso dicho de: “La cosa no es llegar, sino mantenerse”. Y yo durante muchos años pensé en esa frase cuando yo estaba persiguiendo mis sueños. Y hoy lo que yo siento es que la vigencia depende únicamente de vos. O sea, lo primero que tiene que estar vigente es tu pasión por lo que hacés. Después tenés altibajos en todo lo que es exterior. Yo hoy no vendo la cantidad de discos que vendía hace 10 años, por distintas razones. No importa, son distintos momentos. Hoy puedo hacer conciertos donde vienen miles de personas, mañana voy a la misma ciudad y vienen menos. Las cosas varían, se mueven. Lo importante es la pasión, que vos te despiertes y digas: “Hoy voy a seguir haciendo esto”. El cantante reveló detalles inéditos de su participación en el casamiento de Lionel Messi y Antonela Roccuzzo Leo: — Y ahora se viene el tour de Abel de 30 años… Abel: — Sí, empieza en Rosario el 24 de noviembre. Leo: — Y después hay otro concierto groso el 6 de diciembre, acá en Ciudad Universitaria, en Buenos Aires. Ambos se pueden encontrar en tu página para comprar las entradas, ¿no? Abel: — Sí, en mi página y ahí están las fechas. Es una gira larguísima, pero ahora mismo estoy contando y promocionando las fechas de los 30 años. Leo: — De tus propias canciones, ¿alguna te aburre más o te divierte más el momento de cantarla? ¿Estás cansado de cantar, por ejemplo, La llave o Motivos? Abel: — No, no llego a aburrirme de ninguna canción. No me llevo hasta ese límite. Muchas veces me pasa de que siento que necesito otras canciones que las que están en la lista de temas. Entonces las saco y entran otras. Y ahí no tiene que ver si es más clásico, menos clásico, si la gente la espera más o menos. Ahí soy honesto y digo: “No necesito cantar esta”. Hay épocas que no necesito cantar La llave, no lo necesito como relato y no la canto. Leo: — Pero si en un show no cantás La llave, por ejemplo, la gente ¿se va contenta igual? Abel: — Imaginate que después de 30 años todas las personas se van sin escuchar una de las canciones que fue a escuchar porque no puedo hacer concierto de cinco horas (risas). Gracias a Dios tengo un montón de canciones conocidas. Siempre es: “Abel, me faltó tal”. Y bueno, la próxima. Leo: — Hablemos de la paternidad, fuiste padre en tres diferentes edades. ¿Sos el mismo papá? ¿Sos el papá que soñabas? ¿Cómo describirías ese mundo? Abel: — Sin ningún lugar a dudas, ellos me enseñan a ser papá, especialmente Guillermina, porque siempre cuento que ella y yo nos elegimos a diario. Y eso es muy importante porque me enseña de sí misma, de sus etapas. Ahora está saliendo, está en su etapa de adolescente, empezando a abrir sus alas y me enseña mucho a mí cómo ser su padre, cómo paternar. Es una persona con grados de conciencias muy avanzados y me puede decirme a mí qué tipo de papá necesita también. Agustín y Rosario no. El día de mañana lo harán y me dirán: “Pa, en esta etapa necesito este tipo de papá o que me acompañes de esta manera”. Leo: — Te mostrarán el camino ellos, claro. Abel: — Después no sé si soy el papá que quise ser. Pero sí me siento muy feliz... Me siento muy cómodo, a gusto y en paz con la forma que tengo de ser papá, especialmente porque con Mora tenemos un tipo de vínculo de mucha conexión para ser padres. En eso trabajamos realmente como en equipo, ¿viste? Leo: — Hablando de eso, leí que soñaste que ibas a ser papá de Agustín. ¿Es verdad? Abel: — No, en realidad lo que pasó fue que compuse una canción que se llama Piedra libre. Yo ya sabía que venía Agustín, estábamos ahí en la espera, y una noche sueño que jugaba a las escondidas con él en la casa en la que vivíamos en ese momento. El sueño era como en primera persona y yo iba recorriendo la casa buscándolo. No lo veía, pero lo escuchaba que pasaba corriendo. Entonces, me desperté y compuse una canción respecto de lo que significaba para mí la espera que estábamos teniendo con Mora y con Guille de su llegada. Leo: — ¿Esto sucede con ella embarazada a punto de parir? Abel: — Faltaban tres meses, ponele. Y estábamos en pandemia. Por eso, la canción dice: “Tanta soledad, tanta oscuridad en el mundo y yo no puedo esperar a que estés aquí”. Era muy loco porque de las ventanas para afuera era todo muy triste y para adentro estábamos en un momento increíble esperándolo. Entonces se llama Piedra libre justamente por eso, porque estábamos jugando a las escondidas. Leo: — Cuando te juntás con Mora y terminás decidiendo la adopción de Guillermina de forma legal y oficial, ¿qué edad tenía ella? Abel: — Cuando nos fuimos a vivir los tres juntos Guille tenía 11 once. Leo: — Por eso cuando decías: “Nos elegimos”. Porque fue una decisión de ambos convertirse en papá e hija. Un vínculo mágico. Abel: — Sí, lo es. Yo siempre digo que los miro hoy a mis viejos, los amo con todo mi corazón y los elijo a diario. Yo no soy de los que piensan que a los padres los tenés que amar porque son tus padres. Leo: — Podrían no tener onda, ser malos… Abel: — No sé si ser malos, pero por ahí distintas circunstancias de la vida te mantienen alejado y no tenés vínculo… A mí me pasa de elegirlos a ellos y a mis hijos también. Leo: — Está bueno elegirse y trabajar esos vínculos. Abel: — Por supuesto, porque son vínculos y todo vínculo hay que trabajarlo, cuidarlo, protegerlo, nutrirlo... La cosa institucional para mí no va en ese caso. Por eso te digo que, especialmente Guille, independientemente de nuestra historia, porque siento que Agustín en algún momento también va a tener todas sus capacidades para decirme: “Está buenísimo, loco, ser tu hijo”. Ojalá. O todo lo contrario, decirme: “Che, boludo* ponete las pilas porque tenemos que hacer algo porque no va por acá”. No sé cómo será, pero yo apuesto a eso porque con todas las idas y vueltas con mi mamá y con mi papá, cosas buenas y cosas no tan buenas, yo los miro, los elijo y siento amor real por ellos. Y quisiera que pase lo mismo con mis hijos. Abel compartió su visión sobre la paternidad, la importancia de los vínculos personales y se animó al cuestionario Quién con Leo Montero. (Gastón Taylor) Quién y por qué Leo invitó a Abel a enfrentar una situación hipotética y decidir a quién elegiría entre dos personas más importantes de su vida: su mujer, Mora, y uno de sus mejores amigos, el cantante Luciano Pereyra, en las preguntas de Random. Leo: — ¿Quién leería tu discurso en alguna premiación si vos no pudieras ir? Abel: — Lucho, Luciano. Porque tiene mucha más oratoria que Mora. A Mora no le gusta. Yo le llego a pedir a Mora que vaya a recibir un premio mío y va a ir porque es una genia del alma, pero... No, yo sé que le estaría pidiendo un montón. En cambio, Lucho es un tipo muy comunicativo. Leo: — ¿Mora qué diría? Abel: — Que Abel está de viaje y que agradece mucho (risas). “Buenas noches, Abel está de viaje, agradece mucho este premio”. Leo: — Y Luciano, en cambio, arrancá: “Ustedes saben, es gran artista y amigo…” Abel: — Porque es un sensible, él lo tomaría como un premio para él, ¿me entendés? (risa). Lo voy a decir porque nos cargamos mucho con eso. Él diría: “Bueno, la verdad, Abel va a estar muy contento porque los tiempos de Dios son perfectos y entonces le llega este premio en su momento indicado”. Nos cargábamos durante los ensayos y decíamos: “No podemos hablar igual, bolud*”. Leo: — Y sí, son amigos. Están mimetizados. Abel: — Sí (risas). Leo: — Si hacen un viaje en auto, largo, en la ruta para ir a algún show, ¿a quién de los dos dejarías a cargo de la música? Abel: — Mora. Porque los dos tenemos un amor inexplicable por Jairo y por José Luis Perales. Cuando nos conocimos y llegamos a ese momento en el que hablamos de música y ella me dijo: “No, porque José Luis Perales...”. Yo dije: “No, no, pará, ¿cómo?” (risas). Porque ya en nuestra generación no es tan común que te guste tanto José Luis Perales. Y con Jairo nos pasó lo mismo. Entonces, cuando viajamos, porque de hecho viajamos mucho con Mora, nos tomamos días bastante seguido para irnos cerquita, siempre hacemos ruta. Y desde que salimos hasta que llegamos escuchamos Jairo y José Luis Perales. Cuando nos casamos, entramos con una canción con Jairo cantando in situ el Ave María. Él se enteró que nos casábamos y dijo: “Yo les quiero regalar ir a cantarles el Ave María”. Leo: — ¡Qué locura! Esta entrevista arranca con vos cantándole a Messi y Antonela y ahora estamos cerrando con vos diciendo: “A mí me cantó Jairo en mi casamiento”. Abel: — Es hermoso. Y salimos con Te quiero… Leo: — Último escenario hipotético. Hay una reunión con inversores extranjeros. No sé para qué. Pero ¿quién te ayudaría a remar esa conversación? Abel: — Lucho. Vuelvo a lo mismo. Porque a lo mejor no tenemos ni idea de lo que vamos a ir a decir a la reunión, pero vamos a tener una venta increíble, seguramente (risas). Leo: — Es una cuestión de labia, de actitud... Abel: — Sin lugar a dudas. De hecho, gran parte de nuestras carreras lo hicimos con labia y actitud también (risas). Y estamos acá, 30 años después.
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