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» Diario Cordoba
Fecha: 07/10/2025 03:05
Los equilibrios de poder regionales en Oriente Próximo el 6 de octubre de 2023 eran unos. Ahora, dos años y un día después, son otros radicalmente distintos. No sólo han cambiado las alianzas entre países, sino su propio panorama nacional. Ningún régimen que se haya levantado contra Israel, o que alguno de sus actores lo haya desafiado, ha quedado igual. Véase los casos de Líbano, Siria, Yemen o Irán. Sin embargo, aquello esperado siguiendo las tendencias del último lustro se ha afianzado. Más de 67.000 muertos gazatíes después, se puede decir que los países árabes han abandonado al pueblo palestino. Aquellos que oficializaron sus relaciones diplomáticas con Israel las mantienen, y los demás parecen aguardar el final de la guerra en Gaza para retomar tímidamente las conversaciones. Un claro ejemplo de ello ha sido el apoyo sin titubeos al plan para poner fin a la brutal ofensiva militar israelí en el enclave palestino presentado por el presidente estadounidense, Donald Trump, en la Casa Blanca el pasado lunes, junto al primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu. En un comunicado conjunto, los ministros de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Qatar, Egipto, Jordania, Turquía, Indonesia y Pakistán dijeron que saludaban el "liderazgo y los sinceros esfuerzos de Trump para poner fin a la guerra en Gaza". En los últimos días, estos países han presionado a Hamás para que la milicia palestina acepte una propuesta que diseña el mañana más inmediato y lejano de la Franja de Gaza sin contar con presencia palestina en su elaboración. Esta semana una delegación del grupo palestino se encuentra en Egipto para negociar el plan de Trump, tras aceptar liberar a todos los rehenes. Es la constatación de lo que ya venía aconteciendo. En 2020, Emiratos y Bahréin rompieron un tabú en el mundo árabe. Tras 72 años de enemistad desde la creación del Estado de Israel, sus autoritarios líderes firmaban la normalización de relaciones como parte de los Acuerdos de Abraham, negociados por Trump. Luego, se unieron Marruecos y Sudán. Otros en el horizonte Arabia Saudí parecía que iba a ser la próxima. Pero la debacle que supusieron los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 y la posterior ofensiva israelí, que muchos, hasta el príncipe heredero y gobernante de facto saudí, Mohammed bin Salmán, tachan de genocidio, colapsaron las negociaciones. Sin embargo, dos años y muchas declaraciones de indignación después, ninguno de los países que mantienen relaciones con Israel, incluidos Jordania y Egipto, las han roto, y los vínculos económicos que las sustentan siguen bien presentes. Siria, además, va hacia el camino de la normalización: a pesar de que las negociaciones —arrancadas en verano— no han dado frutos hasta el momento por las exigencias de Tel Aviv, el país árabe está más cerca que nunca de firmar un cese de las hostilidades con una Israel que ha atacado, bombardeado y lanzado operaciones terrestres contra su vecino en más de 2.000 ocasiones en apenas nueve meses, tras la caída del régimen de Asad. Damasco, sin embargo, descarta ir más allá y reconocer al Estado de Israel y restablecer relaciones diplomáticas. Esto solo ocurrirá, ha dicho en las últimas semanas el presidente interino sirio, Ahmed al Sharaa, si Israel abandona los Altos del Golán, ocupados por el Estado hebreo desde 1967. Tel Aviv, en una ola expansionista y de belicismo contra todos sus vecinos, no lo va a hacer. Un Irán acorralado En la otra cara de la moneda, se encuentra Irán, que hace dos años comandaba una enorme red de milicias, aliados y grupos afines en todo Oriente Próximo: desde Hamás y la Yihad Islámica en Gaza a Hizbulá en el Líbano, las Unidades de Defensa Popular en Siria e Irak, el mismo Gobierno de Asad en Siria y los rebeldes hutís en Yemen. El ataque del 7 de octubre de 2023, sin embargo, lo ha truncado todo: Irán ha ido perdiendo, uno a uno, el poder militar y las posiciones de liderazgo de sus aliados del conocido como "Eje de la Resistencia", ante los ataques y guerras que Israel —con la ayuda de Washington— ha lanzado contra todos ellos, e incluso contra la propia Teherán, que en junio perdió a casi la totalidad de su cúpula militar y científica. Irán, dos años después, es otra: acorralada, sancionada económica y políticamente, humillada tras los 12 días de guerra con Israel y bloqueada de los mercados internacionales. Y si bien es cierto que la ofensiva contra Teherán y el más reciente bombardeo contra Qatar, en una operación contra altos cargos de Hamás de la que finalmente se disculpó Netanyahu obligado por Trump, ha despertado una desconfianza creciente contra Israel en las capitales de Oriente Próximo, donde es visto ahora como una enorme amenaza, a nivel diplomático y político no ha sufrido ninguna represalia.
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