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» El Ciudadano
Fecha: 26/09/2025 00:42
Catalina Duque Victorica / Especial para El Ciudadano Avellaneda se llenó de una de esas veladas que hacen latir más fuerte el corazón de Racing. Fue el último martes. La Academia jugó como pocas veces en el año: eliminó a Vélez con autoridad (1-0) en el Cilindro y se metió entre los cuatro mejores de la Copa Libertadores. Esta etapa del torneo trae ilusión, pero también revuelve fantasmas de viejos sufrimientos: aquellos que flotaron en otras campañas en las que Racing soñó y se quedó cerca, pero no pudo. De las etapas de sufrimiento a este presente poderoso Hace mucho que Racing no llegaba a semifinales de la Libertadores. La última vez fue en 1997 -cuando después de eliminar a River y Peñarol- Sporting Cristal lo dejó afuera en Lima con una derrota contundente. Veintiocho años de espera para volver a estar entre los cuatro mejores: el título parece mucho más cercano que en los últimos años. Y eso no es poca cosa: el dolor de otras campañas, los tropiezos y las críticas se cristalizan en esta nueva versión de Racing que ya no especula, sino que sale a atacar, defiende con uñas y dientes y aprovecha las variantes de jugadores a los que no siempre se les tenía tanta fe, pero que están rindiendo. La mística que late fuerte Más allá del resultado, Racing sacó algo intangible: volvió a la convicción. Esa idea de «no sólo competir», sino de pelear, de ilusionarse, de creer que lo internacional no está lejos, tal como dejó en claro al obtener el año pasado la Copa Sudamericana. Gustavo Costas, que regresó al club para recuperar prestigio y gloria, ya logró algo que muchos daban por perdido: pudo reactivar la mística racinguista. Esa mística que pasó por etapas difíciles, momentos de incertidumbre, derrotas dolorosas, cuestionamientos y planteles que no respondieron. Hoy se recompone con fútbol abierto, eficiencia, coraje en las divididas, variantes que sorprenden y un gran funcionamiento grupal. El gran pendiente: River y la Copa Argentina, y el reencuentro con Maxi Salas Racing no tiene tiempo para dormirse en los laureles. El enfrentamiento será crucial, no sólo por el trofeo, sino por lo que significa derrotar a otro de los grandes y demostrar que la Academia de Avellaneda aspira a pelear tanto en el ámbito local como internacional. Además, ese viejo clásico tiene otro matiz especial: el reencuentro albiceleste con Maximiliano Salas. Una figura que salió de Racing en forma controvertida, lo que hace de este duelo algo más que un partido. Será un momento de emociones, para medirse en lo futbolístico y en lo simbólico. Racing querrá volver a brillar. El camino por delante El equipo debe mantener ese nivel de concentración, intensidad y creatividad. También debe asegurarse que la mentalidad esté siempre en lo más alto. Contra el Fortín no le sobró nada, pero su firmeza, personalidad y jerarquía le bastaron para ganar. Racing está renaciendo y comienza a saldar deudas con su propia historia. No venció al destino, pero lo desafía con ganas de romper esa larguísima espera. El camino hacia Lima puede tener escalones complicados, pero el partido de cuartos de final dejó claro que la Academia de Avellaneda ya dejó atrás parte del sufrimiento y que la mística no es sólo un recuerdo, sino que comienza a sentirse viva otra vez.
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