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  • Un Kennedy bronceado y saludable frente a un Nixon exhausto y sudoroso: el primer debate presidencial televisado que inauguró una era

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 26/09/2025 02:39

    John Fitzgerald Kennedy y Richard Nixon en el primer debate presidencial de la historía, transmitido en vivo por la televisión, en 1960 (AP) Fue la primera vez que la televisión se convirtió en el instrumento privilegiado en una campaña electoral, tanto que desde entonces el debate frente a las cámaras entre los candidatos presidenciales quedó instalado como uno de los momentos más decisivos de la batalla por los votos en los Estados Unidos. Ocurrió hace 65 años, el 26 de septiembre de 1960 a las 7.30 de la tarde, y sus protagonistas fueron el entonces vicepresidente, Richard Nixon, y un joven senador por el Estado de Massachussets llamado John F. Kennedy. La importancia que tuvo puede medirse en cifras: lo vieron 70 millones de personas, casi el 40% de los 180 millones de habitantes del país. Jacqueline Kennedy sintoniza el televisor en su casa de Hyannis Port, Massachusetts, el 26 de septiembre de 1960, justo antes de que su esposo, John F. Kennedy, y el vicepresidente Richard Nixon iniciaran un debate televisado a nivel nacional (Foto AP/Bill Chaplis) Terminaba el segundo mandato de Dwight Eisenhower y, señalado por el dedo del presidente y héroe de la Segunda Guerra Mundial, Nixon no había tenido dificultades para ser propuesto como su sucesor. Era el candidato natural del Partido Republicano. Kennedy, en cambio, debió enfrentar fuertes resistencias dentro del Partido Demócrata, muchos de cuyos dirigentes creían que su catolicismo le jugaría en contra a la hora de los votos en un país de mayoría protestante. Sin embargo, contra esos pronósticos, el senador se había impuesto de manera arrasadora en las primarias del partido. John Kennedy decidió descansar antes del debate y tomar un poco de sol (AP Photo) Las negociaciones previas al debate, a cargo de los equipos de campaña de los dos candidatos, no fueron fáciles. En una serie de reuniones realizadas en el Waldorf Astoria de Nueva York, no hubo problemas para definir el lugar: los estudios de la cadena CBS en Chicago, con la moderación del periodista Howard K. Smith. El tema espinoso fue la cantidad de debates. Los asesores de Nixon propusieron realizar uno solo, confiados en que su experiencia frente a las cámaras le permitiría imponerse con holgura. Tenían antecedentes que abonaban esa esperanza: el año anterior, el vicepresidente había “paseado” al líder soviético Nikita Kruschev en lo que se conoció como el Debate de la Cocina sobre los logros del capitalismo y los del socialismo. El equipo de Kennedy, en cambio, quería que los candidatos debatieran cinco veces, con el objetivo de instalar más su imagen en la opinión pública. Finalmente acordaron hacer cuatro debates, aunque el que pasó a la historia fue el primero, por lo decisivo. Se trataba de dos hombres jóvenes – Nixon tenía 47 años y Kennedy 43 -, pero en la previa parecía una batalla mediática despareja. “Hasta esa noche, Kennedy había sido un principiante, un poco conocido senador joven que ni siquiera se había molestado en tomarse seriamente al Senado. Del otro lado, Nixon había sido vicepresidente durante ocho años; tenía experiencia, había visitado cantidad de países extranjeros y se había entrevistado con todos los líderes del mundo. Además, se consideraba hábil en los debates, y tenía confianza en que le iba a ir bien contra Kennedy”, escribió el ganador del premio Pulitzer David Halberstam en su crónica. El Día D El 26 de septiembre de 1960 cayó en lunes y, para estar frescos, los dos candidatos viajaron a Chicago el día anterior. Ninguno estaba en perfectas condiciones porque las giras de campaña venían siendo agotadoras y, además, arrastraban problemas de salud. Nixon se había operado de una flebitis en la rodilla izquierda, la herida se la había infectado y todavía sufría dolores. Kennedy tenía secuelas crónicas de una herida sufrida durante la Segunda Guerra Mundial que le había afectado la columna. Se medicaba diariamente contra el dolor y muchas veces debía utilizar un corsé. l senador John F. Kennedy revisa sus notas y el vicepresidente Richard Nixon se encuentra en la parte trasera de un estudio de televisión en Chicago el 26 de septiembre de 1960, antes de debatir temas de campaña. (Foto AP) Los asesores de Nixon le recomendaron que descansara todo el lunes para llegar bien al debate, pero el vicepresidente desechó la propuesta y participó de un acto en el local de la Hermandad Unida de Carpinteros y Ebanistas. Kennedy también pronunció un discurso allí más tarde pero, a diferencia de su rival que cumplió con otros compromisos, dedicó el resto del día a descansar y tomar sol en el Ambassador East Hotel. A la hora de partir hacia los estudios de CBS, el candidato demócrata lucía fresco y con un saludable bronceado. En cambio, Nixon se veía mal. “En la tarde del lunes, a Ted Rogers (su asesor televisivo) se le permitió un breve encuentro. Lo impactó el mal aspecto de Nixon. Su rostro estaba gris ceniciento, y sus colaboradores no se habían molestado en comprarle camisas nuevas; la que llevaba colgaba de su cuello como la de un hombre agonizante. Lo único que le preguntó a Rogers fue cuánto tiempo le tomaría ir del hotel al estudio de televisión”, cuenta Halberstam en su crónica de ese día. Para peor, al bajar del auto para entrar al estudio se golpeó la rodilla, lo que agudizó el dolor que ya sentía. El candidato presidencial Richard Nixon y el senador John F. Kennedy se estrechan la mano el 26 de septiembre de 1960 en Chicago, tras alquilar un estudio de televisión para participar en su debate (Foto AP) El vicepresidente fue el primero en llegar, mientras que Kennedy llegó deliberadamente 15 minutos más tarde. Sus pasos rápidos y enérgicos contrastaron con la casi renguera de Nixon. “Avanzaba “como un atleta que va a recibir su corona de laureles”, comentó después el moderador Howard K. Smith. Ninguno de los dos aceptó que lo maquillaran. “Era un juego viril: los dos hombres temían que, si el otro usaba maquillaje, al otro día iban a salir en los diarios notas sobre la vanidad de los candidatos o peor, una foto”, señala Halberstam. 59 minutos Frente a las cámaras, los dos candidatos se trataron con respeto y cordialidad, tanto que Nixon llegó a decir en un momento: “El senador Kennedy ha sugerido en sus discursos que carecemos de compasión por los pobres, por los ancianos… yo sé lo que significa ser pobre. Nuestro desacuerdo no se refiere a las metas para los Estados Unidos, sino solamente a los medios para lograr esas metas”. En el plano internacional, Kennedy puso el eje en la Guerra Fría y la necesidad de fortalecer a los Estados Unidos; en lo local, buscó conquistar a las minorías con un discurso a favor de la igualdad de derechos para los latinos y afroamericanos. “Un bebé que nace en esas comunidades tiene la mitad de probabilidades de terminar la escuela secundaria que un bebé blanco. Creo que podemos estar mejor”, dijo. Nixon se apoyó en los logros del gobierno que lo tenía como vicepresidente y buscó el apoyo de la clase media, donde los republicanos tenían su mayor nicho de votantes. Era una contienda donde el demócrata tomaba la iniciativa y el republicano, más a la defensiva, dedicaba la mayor parte del tiempo a rebatir los argumentos de su rival. El candidato presidencial republicano, el vicepresidente Richard M. Nixon, se seca el sudor de la cara con un pañuelo durante el debate televisado a nivel nacional con el candidato demócrata, el senador John F. Kennedy, en Chicago, Illinois, el 26 de septiembre de 1960 (AP Photo, File) Eso en cuanto a los discursos y los argumentos, pero la televisión es imagen y en ese plano las ventajas de Kennedy fueron notorias. No solo fue debido a su aspecto saludable que contrastaba con el de su alicaído adversario, algo que se notó desde el comienzo, sino también a lo que fue sucediendo durante los 59 minutos que duró el debate. Mientras el senador tomaba notas de los dichos de Nixon y al hablar miraba a las cámaras para dirigirse directamente al público, el vicepresidente parecía mucho más atento a Kennedy que a la sociedad que estaba frente a los televisores. Además, su aspecto fue empeorando a ojos vista. “Nixon era extremadamente sensible al calor, y transpiraba profusamente cuando se encendían las cámaras. Comenzó el debate viéndose demacrado, gris y exhausto. La cosa empeoró cuando empezó a transpirar y pronto hubo ríos de sudor chorreando por su rostro pálido”, describe la crónica de Halberstam. El contraste entre los dos era tan notorio que preocupó al productor Don Hewitt, que llegó a decirles a sus colegas que temía que los dirigentes del Partido Republicano culparían a CBS por el fracaso cosmético de Nixon. No se equivocaba: al día siguientes las mayores críticas hacia la cadena televisiva fueron por ese lado, argumentando que no había cuidado al candidato. Catapultado a la victoria Cuando las cámaras se apagaron, Nixon era el único republicano que creía que el debate le había sido favorable. Se desilusionó pronto: sus asesores le dijeron que no había estado tan bien como pensaba y lo peor fue cuando su secretaria le contó que la había llamado Ana, su madre, para preguntarle si su hijo estaba bien de salud. En cambio, Kennedy supo de inmediato que había triunfado. Estaba seguro de su desempeño y lo confirmó cuando el jefe demócrata de Chicago, Dick Daley, que había sido un acérrimo opositor a su candidatura en la interna del partido, se acercó para felicitarlo efusivamente. Los candidatos presidenciales, el senador John F. Kennedy (izquierda) y el vicepresidente Richard M. Nixon, aparecen después del primero de sus cuatro debates presidenciales, televisado a nivel nacional, en un estudio de televisión en Chicago, Illinois, el 26 de septiembre de 1960 (AP Photo) El debate televisado del 26 de septiembre de 1960 marcó un antes y un después en la carrera hacia la presidencia. Favorito hasta entonces, Nixon fue perdiendo terreno y el 8 de noviembre de ese año, en las elecciones más reñidas del Siglo XX, fue derrotado por Kennedy por 49,7 % contra 49,5 % de los votos, mientras que en el colegio electoral el candidato demócrata ganó con 303 votos contra los 219 de su rival. Victorioso en la elección, el 2 de enero de 1961 John F. Kennedy asumió como el 35° presidente de los Estados Unidos. Richard Nixon debió esperar a 1969 para llegar también a la presidencia. Por una extraña coincidencia, las presidencias de los dos participantes de aquel histórico debate televisivo de 1960 no pudieron terminar sus mandatos. Kennedy fue asesinado en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963, antes de terminar su primera presidencia; Richard Nixon completó su primer mandato, pero debió renunciar el 8 de agosto de 1974, durante el segundo, como consecuencia del escándalo de Watergate. Aquel primer debate entre Kennedy y Nixon cambió para siempre las campañas presidenciales estadounidenses, con la irrupción de un medio electrónico capaz de hacer entrar a los candidatos en las casas de los votantes. Marcó el inicio de una nueva era en la forma de hacer política que no todos aceptaron. Uno de sus detractores fue el ex secretario de Estado Den Acheson, que luego de ver a los dos candidatos por televisión le escribió al ex presidente Harry Truman: “¿No siente, de una extraña manera que, al menos hasta ahora, no hay candidatos humanos en esta campaña? Parecen técnicos hábiles e improbables. Ambos están rodeados de gente inteligente que les ofrecen ingeniosas listas de temas, Sus ideas parecen demasiado calculadas. Estos dos me mataron de aburrimiento”.

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