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  • Las malezas evolucionan: lecciones para la adaptación humana en un mundo cambiante.

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 16/09/2025 18:50

    Primero quiero compartirles que provengo del futuro o, más precisamente, del sudeste de la provincia de Buenos Aires, donde en 2014 comenzaron a surgir problemas con el raigrás resistente y la nabolza (nabo con el gen de resistencia de la colza rr, Brassica rapa). La nabolza se empezó a diseminar en la región en ese mismo año y, para 2015, ya teníamos el 1% de los lotes afectados. En 2016, esa cifra aumentó al 8%; en 2017 llegó al 18%; en 2018 a 27%; en 2019 alcanzó el 53%; en 2020, el 80%; y se prevé que en 2025 alcance el 90%. De estos, el 5% se encuentra solo en cabeceras, un 70% en lotes aislados o manchones, y un 15% presenta una alta densidad de maleza. Esto pone de relieve la importancia de gestionar adecuadamente la maleza desde el momento en que entra a nuestro lote. En los primeros cuatro años, la presencia pasó del 1% al 50%, y al año siguiente ya se encontraba en el 80%. En el sudeste de Buenos Aires, siempre hemos tenido nabon (Raphanus sativus) y mostacilla (Rapistrum rugosum). En 2012, comenzamos a observar en el campo que el nabón mostraba fallas de control con herbicidas ALS, como el metsulfurón y las imidazolinonas. Esto se debió a la repetición de estos herbicidas en cultivos de fina y en girasol, lo que propició la selección de biotipos que mejor los toleraban. La nabolza comenzó a diseminarse en la región en ese mismo año, y para 2015 ya registrábamos el 1% de los lotes afectados. En 2016, ese porcentaje ascendió al 8%; en 2017 al 18%; en 2018 al 27%; en 2019 alcanzó el 53%; en 2020 fue del 80%; y se prevé que en 2025 llegue al 90%. Desde entonces, hemos comenzado a observar todas las crucíferas con resistencia a ALS. Como mencioné anteriormente, en 2014 comenzó a diseminarse la nabolza en la zona, y a partir de 2020, el nabillo (Hirschfeldia incana) ha ido ganando presencia en los lotes. Sin embargo, tal como les conté sobre los herbicidas ALS, esto también está sucediendo con otros métodos, y ya hay nabolza resistente a 2,4D y flurocloridona. Esto nos ocurrirá con cualquier método de control que utilicemos de manera repetida con el tiempo, ya sea un herbicida, un mismo modo de acción, una labranza, arrancar malezas a mano, utilizar un destructor de semilla, practicar monocultivo, etc. Un ejemplo claro es el de las malezas “resistentes” a labranza que enfrentamos en 2000, como el sorgo de Alepo, gramón y cebollín, que al ser el método de control más utilizado permitieron la evolución de individuos más tolerantes a esa estrategia, poniendo así en jaque a la producción agrícola. Por ello, lo esencial es reunir todas las herramientas disponibles, así como buscar nuevas, y analizar cómo y cuándo utilizarlas, jugando con diferentes escalas temporales y presentando una planificación a corto, mediano y largo plazo. El monitoreo debe tener un sentido para detectar la presencia y abundancia de malezas. Ahora bien, ¿cómo podemos comenzar? Realizando un diagnóstico inicial de la situación de cada lote o ambiente y un seguimiento a lo largo del tiempo que nos permita evaluar nuestro avance y las áreas a mejorar. Este proceso se conoce como monitoreo y consiste en estimar y registrar la abundancia y distribución de plagas y sus enemigos naturales mediante muestreos periódicos. El monitoreo debe tener un propósito claro: detectar la presencia y abundancia de malezas, reunir información para una mejor toma de decisiones, construir la “historia” del lote que servirá de base para diseñar acciones a largo plazo, identificar especies invasoras y proporcionar fundamentos para la agricultura de precisión y el manejo sitio específico de controles. Con un diagnóstico efectivo y objetivos definidos para cada horizonte temporal (corto, mediano y largo), podemos comenzar a tomar decisiones y planificar. Esto se denomina manejo integrado de malezas e implica combinar diversas herramientas y procesos, tales como: Es fundamental considerar la necesidad de añadir y combinar diferentes métodos de control a lo largo del tiempo, para ralentizar el avance de las malezas resistentes, alterando su proceso de evolución al cambiarles continuamente la dirección de su progreso. Debemos gambetear a las malezas, aunque a veces nos golpeen o la gambeta no resulte como esperamos. En Argentina contamos con nueve modos de acción para controlar la nabolza y otras crucíferas, pero los herbicidas más utilizados en barbecho son glifosato, 2,4D, PPO de contacto, paraquat, glufosinato de amonio; entre los residuales figuran atrazina, flumioxazin y trifludimoxazin. En preemergencia de cultivos se utilizan flurocloridona, diflufenican, atrazina, metribuzin y biciclopirona; en postemergencia de cultivos, en trigo y cebada, se aplican 2,4D, metribuzin, flurocloridona, MCPA, bromoxinil; en maíz se emplea HPPD, y en soja, fomesafen o en sojas enlist, 2,4D y glufosinato de amonio. Podemos observar que la rotación de cultivos no solo compite con las malezas en diferentes momentos y formatos, sino que también permite el uso de diferentes modos de acción de herbicidas. Entre las nuevas herramientas, la más adoptada hasta ahora son las aplicaciones selectivas, tecnologías que se instalan en pulverizadores terrestres basadas en sensores o cámaras, las cuales en tiempo real analizan el lote, detectan la presencia de malezas y determinan la aplicación del herbicida únicamente en esas áreas y en una pequeña superficie circundante. Estas áreas de aplicación varían según la tecnología, pero en las marcas que actualmente operan en Argentina, cada vez que deciden aplicar, lo hacen en una superficie de entre 30 cm x 30 cm y 60 cm x 60 cm, dependiendo del equipo y la configuración. Desde Viento Sur hemos estado investigando el tema de las aplicaciones selectivas desde 2015, avanzando con fuerza desde 2017 y con los primeros equipos en el sudeste a partir de 2019. Entonces, trabajamos con tecnologías basadas en sensores como Weed It y Weed Seeker, que operan principalmente en barbecho y tienen una ventana de aplicación en postemergencia de cultivos cuando los mismos son aún pequeños pero las malezas son muy grandes o densas. En el caso de malezas grandes en postemergencia, también debemos evaluar si los herbicidas disponibles pueden lograr un control satisfactorio. Actualmente, ya existen tecnologías basadas en cámaras como SprAI, One Smart Spray, Savefarm, See and Spray, OWL y están llegando Symphony, Ocu Weed, entre otras, las cuales presentan diferentes configuraciones y pueden trabajar en verde sobre verde en ciertos cultivos. Para tomar una decisión al respecto, es fundamental analizar el desempeño de cada una en nuestras realidades productivas. Con estas tecnologías, hemos logrado, en promedio, un ahorro del 70% de herbicidas en las aplicaciones realizadas en barbechos con Weed It, un 50% en las aplicaciones en postemergencia de soja y maíz con SprAI, y casi un 50% de ahorro en el uso anual de herbicidas: sí, la mitad de herbicidas. Esta reducción de costos nos permite controlar mejor las malezas, al intervenir antes, con un tamaño de malezas más adecuado, mezclando modos de acción y utilizando productos que antes no podían ser usados por su costo, todo ello con un impacto ambiental significativamente menor. Otras tecnologías que están llegando incluyen aplicaciones sectorizadas basadas en prescripciones generadas a partir de mapeos realizados con drones, que se están difundiendo rápidamente. Generalmente, estas permiten detectar malezas de entre uno y quince centímetros y más, y el ahorro suele ser menor al de las aplicaciones selectivas, ya que depende de la tecnología del pulverizador (corte por sección, corte pico a pico, válvulas PWM pico a pico, banderillero satelital, entre otros). También se están ofreciendo destructores de semilla en el país. Para tomar decisiones más acertadas, debemos reflexionar sobre el qué, el cómo y el para qué. En el contexto del manejo de malezas, ello implica un monitoreo continuo, un plan de gestión a corto, mediano y largo plazo que combina diversas herramientas y seguir evolucionando y generando más conocimiento en red. El momento de actuar es ahora, ya sea que el problema apenas comience para evitar que aumente de manera exponencial, o si ya tengo un problema más significativo, para comenzar a aplanar la curva. Es vital recordar que lo que se haga (o no) hoy en relación a las malezas resistentes tendrá un impacto considerable en los años venideros. El autor es asesor de Agroestudio Viento Sur SRL.

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