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» Clarin
Fecha: 16/09/2025 20:58
Casi desde que era un niño, cuando jugaba con el palo de la escoba a modo de garrocha, Armand Duplantis parecía predestinado a llegar alto. Sus padres, ambos entrenadores, hicieron el resto, dándole forma al mayor campeón de la historia de esta disciplina. A nadie le sorprende ya que Duplantis bata el récord del mundo. Lo ha hecho ya catorce veces, ahora subiendo hasta 6,30 metros para colgarse su tercer oro mundial consecutivo, que nadie ponía en duda. Ante todo, el fenómeno Duplantis es un proyecto familiar diseñado por un matrimonio de atletas. El padre es Greg, que fue garrochista y llegó a tener una mejor marca personal de 5,80 metros. Se encarga sobre todo de pulir la técnica y de los aspectos más específicos de su prueba. La madre, Helena, fue heptatleta y trabaja sobre todo con su hijo en la preparación física. Lo novedoso en el clan Duplantis es cómo han sabido encontrar la fórmula desde una colchoneta que pusieron en el jardín familiar en Lafayette, donde Mondo aprendió el arte de la pértiga. "Cuando tienen que vestirse con los hábitos de entrenadores, lo hacen. Pero cuando se trata de ver una película en familia, tienen una relación normal de padres e hijos, muy equilibrada, dinámica", explicó a la agencia AFP Brennan Robideaux, director de un documental sobre Duplantis: "Born To Fly" ("Nacido para volar"). Armand Duplantis celebra su récord mundial con papá Greg y mamá Helena. Foto EFE A Armand le ayudó a crecer el hecho de tener dos hermanos mayores, Andreas y Antoine, también deportistas. Andreas llegó a representar a Suecia en atletismo en un Mundial junior y Antoine se destacó en el béisbol. La hermana pequeña, Johanna, también eligió el salto con garrocha, pero es Armand el que ha tenido de largo la carrera más exitosa. Con 17 años ya asombraba acercándose a los 6metros y el resto es historia: una colección de medallas impresionantes que incluye dos oros olímpicos, ahora tres títulos mundiales y una sucesión de plusmarcas mundiales (14), que parece no tener fin. Armand Duplantis podría estar en este Mundial con el maillot de Estados Unidos. Nació y creció en 1999 en Louisiana. Aprendió sueco de niño gracias a los esfuerzos de su madre, procedente de ese país y que consiguió que sus hijos se sintieran de esa nacionalidad. Tanto que Armand decidió representar internacionalmente al país de Helena, donde pasaba las vacaciones de verano. "Suecia es mi segunda casa. Mi madre, que es sueca, fue mi inspiración. Nunca me arrepentí", explicó después de uno de sus primeros éxitos. En Suecia lo consideran uno de los suyos, un orgullo nacional. Él también hace méritos para ello, más allá de las medallas y los récords. Conduce un Volvo, escucha rap escandinavo y su pareja es una modelo sueca, Desire Inglander, que le hace tener también una dimensión mediática fuera del deporte. Armand Duplantis besa a su novia, Desire Inglander, tras el récord en Tokio. Foto Reuters La pareja hace las delicias de publicaciones como Vogue Escandinavia, que tuvo imágenes exclusivas del pedido de mano, y él parece muy cómodo con su cada vez mayor protagonismo también fuera de los estadios. Con cara de niño bueno y un mechón rebelde, parece recién salido de una película de adolescentes y The New Yorker lo bautizó tras su oro olímpico del año pasado como "el Timothée Chalamet del salto con garrocha". El pasado febrero, Duplantis sorprendió con una inesperada faceta de cantante, difundiendo en plataformas musicales una canción, "Bop", con el nombre artístico de Mondo. "Te has cansado de batir récords mundiales", bromearon en redes sociales desde su marca deportiva, Puma. Duplantis lleva tiempo decidido a ser el showman que el atletismo necesita y el año pasado protagonizó un duelo bautizado como "La batalla de las estrellas" en forma de carrera de 100 metros contra el plusmarquista mundial de los 400 metros con vallas, Karsten Warholm. Ambos entraron en el estadio de Zurich vestidos de boxeadores, en un evento a medio camino entre el deporte y el espectáculo, y en el que el perdedor de ese derby Suecia-Noruega debía vestirse con el maillot del país vecino. Ganó Duplantis. Como siempre. Por algo es el hombre sin límites.
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