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» Misionesparatodos
Fecha: 16/09/2025 04:31
Golpeada por el Coimagate, la hermana del Presidente igual se puso al frente del proselitismo del Gobierno. Su show de furcios y la banca de Javier. Javier Milei es un hombre porfiado. Cuando hasta los suyos le piden que corra de escena a su hermana Karina, golpeada por el escándalo de las coimas en Discapacidad, él hace todo lo contrario: lejos de esconderla -ni hablar de echarla-, la entrona como jefa y como cara de la campaña. Una jugada arriesgadísima no solo por lo que dicen las encuestas, que le otorgan a la secretaria general de la Presidencia una imagen negativa cercana al 70 por ciento, sino también por la dudosa performance que ella viene mostrando al frente del proselitismo del Gobierno de cara a las elecciones de octubre. Un ejemplo más que contundente fue su presentación del jueves 11 en Tucumán, en un acto en el que apenas logró hilvanar dos minutos de discurso: fue un amontonamiento desordenado de lugares comunes, frases huecas y furcios que, por lo grotesco, se hizo viral en las redes. La frutilla del postre fue cuando agradeció “a todos los que trabajan para que nosotros habramos (sic) llegado a este momento”. Y también, por qué no, cuando habló del nuevo ministro del Interior, Lisandro Catalán, y dijo en forma textual: “Muchos trabajamos sin quizás que todo el mundo lo sepa, pero todos trabajamos por este proyecto y, la verdad, él (por Catalán) ha trabajado incansablemente junto a todos para que salieran las cosas del Congreso, para que pudiéramos tener la Ley Bases y para que pudiéramos poder seguir (sic) progresando con La Libertad Avanza, así que muchas gracias, Lisandro”. Si leer estas parrafadas produce cierta vergüenza ajena, ni hablar de lo que es escucharlas. La hermana del Presidente, evidentente, no está a la altura del desafío, y eso que hace casi un año se viene entrenando con un media coaching para estar más suelta y atinada en sus apariciones públicas. Los resultados fueron nulos. “Habramos”. “Cosas del Congreso”. “Pudiéramos poder”. Ya había ocurrido lo mismo en el tramo final de la campaña bonaerense que terminó en paliza electoral. Entonces, Milei ignoró a quienes en voz baja le rogaban que su hermana no fuera parte de la movida proselitista después de que el Coimagate le estallara en la cara. No solo no hizo caso el Presidente: se abrazó a ella en el acto de cierre en Moreno, quemando todos los manuales de comunicación política que indican que, cuando hay un problema, lo mejor es esconderlo. El Presidente, por el contrario, lo iluminó con reflectores. El operativo de instalación de su hermana comenzó cuando el Gobierno ganó las ya lejanísimas elecciones de CABA en abril y dejó tercero al macrismo en su propio distrito. A la hora de los festejos, Milei agigantó la figura de Karina y la endiosó como “la arquitecta del triunfo”. Y siguió celebrándola en sus redes, donde enseguida se organizó un besamanos virtual de dirigentes y militantes que se rendían ante la genialidad del “Jefe”, como el Presidente llama a su hermana. En ese momento, es posible que ella se la creyera. Si hasta empezó a fantasear con un destino electoral propio para 2027, ya sea como jefa del Gobierno porteño, ya sea como vicepresidenta en una fórmula Milei-Milei (el hermano al Gobierno, la hermana al poder). Ahora, esos sueños quedaron muy lejos. El Gobierno entró en crisis. Y la cara de esa crisis, créase o no, está al frente de la campaña. Por Franco Lindner-Revista Noticias
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