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  • Flor Sichel presenta su "stand up filosófico" sobre los mandatos de la adultez

    » La Capital

    Fecha: 10/09/2025 13:28

    ¿Es posible cumplir con todos los mandatos que esta época impone sobre las personas adultas? La filósofa y autora Florencia Sichel aborda esta pregunta en su reciente libro “Todas las exigencias del mundo”, y la retoma en formato de charla performática en el espectáculo homónimo que se podrá ver por primera vez en Rosario este jueves 11, a las 20.30, en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza y Sarmiento) El show, que desde marzo se presenta a sala llena en Buenos Aires, propone un viaje que mezcla filosofía cotidiana, vivencias personales y una sensibilidad afilada sobre lo que significa ser mujer y adulta en el siglo XXI. Una experiencia teatral íntima y cargada de humor para reflexionar, reír y, sobre todo, aflojar un poco. En un presente marcado por la omnipresencia de la tecnología y las lógicas individualistas, se multiplican las exigencias: “trabajar de lo que amás, tener paciencia infinita con tus hijos, ser productiva, estar siempre bien vestida, ser buena hija, buena madre, buena pareja”, ser feliz, disfrutar de todo y, además, lograrlo de manera autosuficiente. La idea de éxito atraviesa todos los aspectos de la vida, incluso los de ocio o disfrute: ir a comer una pizza o ver un recital deben convertirse en la mejor experiencia posible. Ante la multiplicación de los mandatos, Sichel propone, en cambio, una rendición colectiva. Abandonar, aunque sea por un rato, “las miserias” de la vida adulta. “No es stand up, pero te vas a reír. No es un drama, pero te vas a emocionar. No es una clase, pero vas a aprender” , anticipó la autora en sus redes. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Plataforma Lavarden (@plataformalavarden) >> Leer más: "La filosofía y el teatro son dos actividades que no tienen respuestas" Antes de su paso por Rosario, Flor habló con La Capital y compartió algunas de las ideas que atraviesan el espectáculo. - ¿Cómo surgió la idea de compartir tu pensamiento en un formato de espectáculo? Hace más de quince años que doy clases. Di clases en todos los niveles y también en la educación informal, es decir en talleres, plazas, centros culturales. Creo que lo que me faltaba era el turno noche (risas). A principio de año me convocaron de Orsai porque estaban armando una sala en el Paseo la Plaza y me preguntaron si me animaba a dar una charla. A lo que yo al principio confieso que dije que no porque me daba miedo pero después dije: “bueno dale”. Justo había entregado el libro “Todas las exigencias del mundo” y tenía ese material en la cabeza. La llamé a Marcela Peidro, la directora de la obra, con quien justo el año pasado había coescrito “El filo del amor”. Ella es dramaturga, así que dije “bueno, probemos”. Estamos todos los jueves desde marzo y es algo que me tomó por sorpresa a mí también, y la verdad que me encanta. - Un tema central del libro es la adultez y la infinidad de mandatos que rigen sobre esa generación. ¿Cuál fue el punto de partida para abordar este fenómeno de tanta complejidad? Hubo dos puntos de partida. Por un lado, reconocerme adulta. En el libro parto de una foto en la que los veo a mis padres con la edad que tengo yo ahora y me pregunto cuáles son las diferencias que tenemos con esa generación. Por otro lado, porque escucho mucho, hablando con otras personas o en redes sociales, el discurso de que somos la generación que vino a cambiar las cosas o a desarmar cómo fuimos educados. Yo le pongo un signo de pregunta a eso y pregunto verdaderamente cuánto estamos eligiendo, cuántos mandatos dejamos atrás pero también cuántos compramos. En el libro comparo lo que era la adultez para generaciones anteriores y quizás no estaban tan obsesionados con el éxito como estamos ahora. Entonces, vale la pena por lo menos hacerse la pregunta de si estamos tan libres de mandatos como pensamos o si en realidad tenemos otros. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Florencia Sichel (@florsichel) >> Leer más: Mauricio Kartun: "El teatro es el lenguaje del futuro" Mandatos, fórmulas y contradicciones - Uno de los canales a través de los cuales compartís tu pensamiento son las redes, un espacio donde a su vez circulan muchísimos mandatos y que propone muchas exigencias. ¿Cómo habitás esa contradicción? Por supuesto, en todo lo que analizo soy parte del problema. No es que estoy afuera. Me encantaría, pero no. De hecho, tengo las mismas contradicciones, preguntas y tensiones que tiene cualquier consumidor de redes, porque soy consumidora al mismo tiempo que creo contenido. Y sacando lo de hacer bailecitos, porque soy mala bailando, acepto las reglas del juego. Estamos en una época en la que abundan las fórmulas que nos dicen cómo vivir, tips para ser eficientes y productivos, estar bellos. En todos los nichos, hay fórmulas para lo que se te ocurra. Yo lo que sí intento es correrme de toda idea de fórmulas y de esta cosa baja línea y moralizante, que te dicen cómo tenés que vivir. En primer lugar, porque no tengo la respuesta. En segundo lugar, porque si la tuviera, descreo de estos consejos que se dan de manera universalizable que se dan sin tener en cuenta el contexto y las particularidades de la persona que recibe ese consejo. Ese me parece el peligro de lo que pasa hoy en día con tanto gurú que habla sin saber, y que porque algo le funcionó a esa persona piensa que pueda trasladar el consejo a cualquiera. - Hay algo muy seductor en la noción de que con seguir una fórmula o un consejo en redes, se puede resolver al menos algún problema. Yo la pregunta que me hago, y que me la hago yo también en lo personal, es por qué le escapamos tanto a los problemas. Para mí la vida es resolver problemas y es una fantasía un poco infantil, volviendo a pensar la adultez, que hay soluciones mágicas. Ser adulto también es que te caiga la ficha de que te van a pasar cosas buenas y no tan buenas, y que no todo depende de vos. Ahora estamos en la era del pensamiento mágico y pensamos que siguiendo tres recomendaciones de ritual de abundancia de no sé qué. Ojo, yo también lo hago a veces porque la fe, el hecho de creer en algo, forma parte de la vida. Lo que me parece es que no hay que perder de vista el criterio adulto de que la vida es resolver problemas, y lidiar con las frustraciones, que es algo que a nuestra generación le cuesta un montón. image - 2025-09-09T161759.975 >> Leer más: Darío Sztajnszrajber vuelve a Rosario: "El amor y el desamor conviven, se explican mutuamente" - A su vez, te escuchaba decir el otro día que tu abuela se escapó de la Segunda Guerra Mundial en barco. El otro día me preguntaban si somos la generación más exigida. Yo creo que no, creo que cada generación tiene sus épocas y si lo pensás, generaciones inmediatamente anteriores vivieron la Segunda Guerra Mundial o la dictadura en Argentina. Nosotros formamos parte de una generación completamente mediatizada y todo el tiempo estamos consumiendo vidas que ya no pasan solamente por nuestro entorno, sino por todo el mundo. Eso en parte está buenísimo pero a la vez genera ruido, produce un efecto de mucho cansancio, que es el gran síntoma que veo. El otro día veía a una comediante que se hizo viral que decía que tener hijos te cansa. Y es cierto, pero quienes no tienen hijos también están cansados. Hay algo de esta sociedad de hiper rendimiento que nos mantiene en estado de alerta. - Una expresión muy peculiar de esta época es que cada vez se venden más entradas a recitales. Las bandas hacen estadios, todo se agota rápido. ¿Cómo relacionás este fenómeno con lo que venimos hablando? Sí, a mí es algo que me llama poderosamente la atención y eso es un marco claramente diferente a generaciones anteriores. Antes nadie salía tanto y no pasaba nada si te perdías algo. Ahora sacamos entradas para recitales que van a ser en diciembre del año que viene, lo cual si lo pensamos es un delirio, y muchas veces lo hacemos por el terror de quedarnos afuera. El famoso FOMO. Es algo que decimos mucho pero que no logramos superar. También es cierto, porque a esta generación se nos castiga mucho diciendo que somos la generación de cristal, pero cuando no podés llegar a cuestiones estructurales como comprarte una casa o un auto, a lo que podemos acceder y lo que genera cierta pertenencia es ir a tomar tal cafecito de especialidad o un recital. También tenemos derecho a poder hacerlo. Como en todo, no hay buenos ni malos, hay grises y tensiones, pero sí es cierto que está bueno hacer una lectura con esto de no poder perderse experiencias. No pasa solamente con la cultura, yo lo veo también con el fenómeno foodie y esto de que todo tiene que ser la mejor experienia. Lo interesante es el tiempo que una invierte en eso, porque de pronto para ir a comer una pizza, te leés 37 reseñas en Google y viste no sé cuántos TikToks para ver cuál es la mejor pizzería. Habría que preguntarse si todo es tan relevante. Hay algo que se nos juega con alcanzar el éxito en cada cosita que hacemos.

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