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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 30/08/2025 06:50
Coaching (imagen ilustrativa) En un mundo donde el coaching se volvió un término cada vez más popular, corremos el riesgo de diluir su verdadero poder. Porque no es cualquier coaching el que transforma organizaciones: es aquel que se sostiene en la experiencia, en la mirada sistémica y en la capacidad de conectar lo humano con lo estratégico. El coaching puede ser transformador o puede quedarse en la superficie. Puede abrir posibilidades en líderes y equipos o puede quedar reducido a una conversación agradable sin impacto real. La diferencia radica en cómo se practica: con qué bagaje, con qué marco conceptual, con qué capacidad de leer las dinámicas humanas y organizacionales más allá de lo evidente. El coaching no funciona por sí mismo, funciona en la medida en que quien lo facilita logra integrarlo con una mirada más amplia. Hay que ser claros: el coaching no funciona en el vacío. Funciona cuando se integra con disciplinas que amplifican su impacto —psicología organizacional, ciencias del comportamiento, planificación estratégica, gestión del cambio, metodologías ágiles, etc— y cuando se convierte en un puente entre el potencial humano y los objetivos de negocio. No se trata solo de escuchar o de guiar conversaciones. Es intervenir con precisión para destrabar dinámicas que frenan la innovación, rediseñar la manera en que los líderes ejercen su rol y transformar equipos que parecían estancados en motores de crecimiento. No es cualquier coach, es la mirada que hace la diferencia En organizaciones complejas no alcanza con tener una caja de herramientas. Se necesita alguien capaz de traducir conversaciones en acciones, de leer la cultura y alinear personas con estrategia, de detectar riesgos ocultos y convertirlos en oportunidades de desarrollo. Es esa integración de perspectivas lo que hace que el coaching deje de ser accesorio y se convierta en palanca central del negocio. El coaching, en este marco, deja de ser un “acompañamiento” y se convierte en una palanca de cambio real: aquella que logra que los líderes tomen decisiones con mayor claridad, que los equipos funcionen con cohesión y que la organización se mueva en la misma dirección. Más allá de la moda, un imperativo Hoy, donde la velocidad del cambio amenaza con desbordar estructuras y equipos, las organizaciones no pueden conformarse con “coaching estándar”. Necesitan procesos que vayan al núcleo de lo humano, que unan sensibilidad y estrategia, que generen cambios observables y sostenibles. El coaching organizacional y ejecutivo no es valioso porque exista como concepto. Es valioso porque, cuando se encarna con mirada integral, se convierte en la infraestructura invisible que sostiene la estrategia. En definitiva, no es la herramienta en sí lo que transforma. Es la capacidad de integrarla con experiencia, sensibilidad y visión estratégica lo que hace que funcione. Y en un tiempo donde la complejidad es la norma, el coaching auténtico se vuelve menos un “extra” y más un imperativo: la clave silenciosa que diferencia a las organizaciones que simplemente sobreviven de aquellas que realmente prosperan.
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