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» Misionesopina
Fecha: 27/08/2025 21:54
Por Luis Huls* El escándalo por las presuntas coimas en la compra de medicamentos para personas con discapacidad que estalló en Buenos Aires tiene su correlato en Misiones. Porque, aunque muchos lo olviden, en marzo ya se había denunciado aquí un mecanismo similar de recaudación paralela dentro de La Libertad Avanza: el famoso “diezmo” del sueldo (10%) que se exigía a empleados nacionales de PAMI y ANSES. Tenían que hacer transferencias y enviar los comprobantes a un grupo de whatsapp donde estaban los integrantes de la cúpula misionera de LLA, que fueron designados a dedo por Karina Milei, casualmente, la misma que ahora está salpicada por los audios de Diego Spagnuolo, exabogado de Javier Milei, que era titular de la ANDIS (Agencia Nacional de Discapacidad) y cuyos audios se conocieron la semana pasada. La denuncia que abrió una investigación en la Tierra Colorada la hizo Samuel Doichele, productor y cooperativista de Wanda, quien señaló directamente al apoderado del partido, Adrián Núñez —hoy diputado provincial electo— describiendo un circuito de recaudación forzada, con comprobantes de transferencias, nombres, apellidos y capturas de pantalla del chat donde se registraban los pagos. En la misma ocasión, junto con un grupo de libertarios “idealistas”, Doichele también denunció una práctica que viola el propio estatuto del partido: el armado de listas a dedo, sin debate, sin democracia interna, con la verticalidad de un feudo y no con la promesa de la “nueva política”. Ese armado benefició en primer lugar a Diego “El Gato” Hartfield, que todavía no se sentó en su banca provincial obtenida en junio pero ya sueña con dar el salto al Congreso nacional. Una candidatura "testimonial" al mejor estilo, otra vez, de la vieja política. Cuando el caso salió a la luz, allá por marzo, nadie lo quiso mirar demasiado porque se venía una elección provincial y porque La Libertad Avanza estaba todavía en su luna de miel, envuelta en un aura de pureza y transparencia. Pero hoy, con el caso de los audios de Diego Spagnuolo por medicamentos, las valijas de Scaturice que ingresaron sin que nadie controle, la estafa denunciada en el Caso Libra por casi 90 millones de dólares y la contratita millonaria de los Menem con el Banco Nación (nada menos que $4.000 millones), la palabra “coima” ya no se puede barrer bajo la alfombra. El “halo de santidad” se desmoronó. De los bolsos de José López a la coima de Karina La política argentina siempre tuvo su catálogo de escándalos: las valijas de Antonini Wilson, los bolsos de José López y cuadernos de Centeno. Hoy, a ese catálogo suma el hashtag “Karina Coimera” que ya es una marca registrada instalada en el debate del país. Una marca indeleble, como hierro caliente en la piel de un bovino. Aunque la justicia no compruebe su culpabilidad y quede en una presunción, no se borra, no se tapa, no se olvida. Doichele volvió a estar esta semana en la agenda de los medios nacionales, dando entrevistas como si fuera un rockstar, agregando un dato de color al zoológico de la política argentina. Contó en todos lados que lo llamó Eduardo “Lule” Menem, mano derecha de Karina Milei, para decirle que pedir el 10% “no era delito” y que “se hace en todos lados”. Uno podría pensar que "Lule" vio a un polaquito del interior y lo subestimó, o lo ninguneó. Lo grave es que, igual que el diezmo que se pide en Misiones, los audios de Spagnuolo salpica nada menos que a la hermana del presidente, la persona de mayor confianza, y la armadora de los partidos políticos en cada provincia. Hasta fue ella misma la que eligió a Núñez de apoderado y a Hartfield de candidato. Hoy, con el diario de lunes, podría decirse que Misiones -gracias a la valentía de Doichele – mostró la foto anticipada de lo que hoy estalla en Buenos Aires. Aquí también se denuncia el pedido de diezmos, aquí también se armaban listas por conveniencia, aquí también se vendía la épica de “acabar con los privilegios” mientras se reproducían las peores prácticas de la vieja política. Medir con la misma vara En la causa Vialidad la Justicia sostuvo que Cristina Fernández debía saber lo que ocurría bajo su administración. Ese argumento sirvió para condenarla. Si la vara fue válida entonces, también debe aplicarse ahora: Milei y Karina tienen que hacerse cargo de lo que pasa dentro de su propio gobierno. No alcanza con haber cabalgado sobre el odio social, ni con haber vendido la ilusión de un futuro mejor a fuerza de ajustes, motosierra, insultos y eslóganes berretas de tiktok. Cuando no hay resultados económicos, y ecuando no hay ética ni transparencia, la propaganda se desnuda. Y pasa lo que no justo a Milei no le tenía que pasar: el que vino a terminar con la corrupción ya tiene por lo menos cinco causas graves bajo investigación. A un corrupto se lo condena con firmeza, pero al que ilusionó con terminar la corrupción, Este proyecto político unipersonal está demostrando que no es mejor que los anteriores. O tal vez es mejor en una cosa: la venta de ilusiones. En definitiva, si todos estos casos se comprueban por la justicia, la corrupción libertaria no es distinta de la kirchnerista o la macrista. Es la misma moneda con distinta cara. Y el pueblo argentino, que ya no cree en relatos milagrosos, empieza a comprender que la “nueva política” terminó siendo, apenas, una remake barata de la vieja casta. *Director de Misiones Opina
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