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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/08/2025 10:46
¿Una vaca ayudó a construir Stonehenge? El hallazgo que cambia la historia del monumento (Will Dunham/Handout via REUTERS) La presencia de una mandíbula de vaca cuidadosamente depositada junto a la entrada sur de Stonehenge ha intrigado a los arqueólogos desde su hallazgo hace más de un siglo. Ahora, un análisis isotópico avanzado realizado en una de sus muelas ha permitido reconstruir con precisión los últimos seis meses de vida de ese animal, arrojando luz sobre los orígenes y las conexiones culturales del monumento neolítico. El estudio, publicado en la revista Journal of Archaeological Science, fue llevado a cabo por especialistas del British Geological Survey, la Universidad de Cardiff y el University College de Londres. Los investigadores practicaron una incisión en el tercer molar de la vaca, que conserva las señales químicas correspondientes al segundo año de vida del animal. Analizaron los isótopos de plomo, carbono, oxígeno y estroncio presentes en el diente, lo que permitió obtener información sobre la dieta, los desplazamientos y el entorno de la vaca. La datación de la mandíbula, situada entre el 2995 y el 2900 a. C., la vincula con los primeros momentos de la construcción de Stonehenge. El análisis de los isótopos de oxígeno proporcionó una cronología detallada, revelando que el diente registró aproximadamente seis meses de crecimiento, desde el invierno hasta el verano. Durante ese periodo, los isótopos de plomo experimentaron un aumento significativo entre finales de invierno y primavera, lo que indicó una fuente de plomo de más de 400 millones de años de antigüedad, muy anterior a la del resto del diente. Vacas cerca de Stonehenge (REUTERS/Peter Cziborra) Este hallazgo llevó a los científicos a concluir que la vaca había iniciado su vida en una región con rocas paleozoicas, siendo el suroeste de Gales el área más cercana con esas características geológicas. Este dato refuerza la conexión entre Stonehenge y Gales, ya que hace una década se demostró que las piedras azules del monumento proceden de dos canteras situadas en las colinas de Preseli. En contraste, las piedras sarsen, de mayor tamaño y más conocidas, se extrajeron localmente en West Woods, a 24 kilómetros al norte de Stonehenge. La autora principal del estudio, Jane Evans, destacó la relevancia de estos resultados: “Este estudio ha revelado detalles sin precedentes de seis meses de la vida de una vaca”. Añadió que “proporciona la primera evidencia del movimiento de ganado desde Gales, además de documentar cambios en la dieta y eventos vitales que ocurrieron hace unos 5000 años”. El análisis también sugiere que el ganado pudo haber sido empleado para transportar las piedras que conforman el primer círculo de Stonehenge. Si esta hipótesis se confirma, podría aportar una solución al antiguo debate sobre el traslado de las piedras azules hasta el monumento. El antiguo círculo de piedras de Stonehenge se ve al amanecer, cerca de Amesbury, Wiltshire, Gran Bretaña (REUTERS/Toby Melville) Aunque la teoría de que los glaciares movieron las piedras hace 500.000 años ha sido descartada, persiste la discusión sobre si fueron arrastradas por tierra en trineos o transportadas por mar y río en balsas. Las pruebas más recientes parecen favorecer la opción terrestre. El inusual pico de plomo detectado en el diente también llevó a los investigadores a pensar que la vaca utilizaba sus reservas internas de plomo durante un periodo de estrés fisiológico, probablemente relacionado con la gestación. Esto implica que el animal estaba preñado o amamantando mientras se formaba la muela. Un análisis adicional de la proteína del esmalte dental indicó una alta probabilidad de que se tratara de una hembra. Los isótopos de carbono revelaron que la dieta de la vaca variaba según la estación: en invierno consumía forraje procedente del bosque, mientras que en verano se alimentaba de pastos abiertos. Por su parte, los isótopos de estroncio mostraron que el animal obtenía alimento de diferentes zonas geológicas, lo que sugiere desplazamientos estacionales o la provisión de forraje de invierno desde otras regiones. “Un trozo de diente de vaca nos ha contado una historia extraordinaria”, afirmó Evans. Añadió que “a medida que surgen nuevas herramientas científicas, esperamos que aún haya más que aprender de su largo viaje”.
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