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» La Capital
Fecha: 25/08/2025 03:17
Fue una semana para el olvido. El gobierno, que había arrancado con un buen lunes al colocar fondos a una tasa más baja, recibió dos cachetazos legislativos, uno en cada cámara, y además tuvo que administrar la crisis desatada por eventuales hechos de corrupción. Últimamente luce como un boxeador golpeado en el décimo round, sin capacidad de reacción y solo pudiendo defenderse de los golpes de su adversario. Todas sus reacciones políticas parecen en cámara lenta. A duras penas en esta semana pudo meter una cuña entre los gobernadores para licuar el apoyo al proyecto de distribución de los ATN. Luego pensó -ilusoriamente- que iba a poder desactivar el rechazo al veto por los fondos para discapacidad con un tuit del vocero presidencial. Habría que recordarle que los gobiernos no comentan que “están considerando” asignar dinero: anuncian que ya tomaron la decisión. Alguien podría decir que todos los gobiernos tienen problemas de manejo político a medida que va pasando el tiempo, y que éste -encabezado por un outsider- no iba a ser la excepción. Es absolutamente cierto. El tema es que la administración Milei se quedó sin agenda. Solo juega al contrataque respecto a las votaciones en el Congreso, en las cuales se mezclan dos cosas: 1) los heridos de las listas -que no tienen nada que perder- se cobran facturas y 2) el clima de calle está cada vez más lejos de su mejor momento. Al respecto, acaba de conocerse el Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Di Tella, que en agosto cayó casi 14 %, la peor caída en un mes de los 20 meses de gestión libertaria. Poco recomendable para el inicio de las campañas electorales. A su vez, el EMAE de julio, que informa el Indec, muestra un amesetamiento de la recuperación económica, cae fuerte el superávit comercial y el índice de precios mayoristas del mes pasado va a presionar sobre los precios al consumidor de agosto. La ruptura del triángulo de hierro Luego de pasado el primer año de gestión -y siempre y cuando haya éxitos concretos y reconocidos por la mayoría de la sociedad- todo gobierno empieza a experimentar los dolores de cabeza de las consecuencias de sus propias decisiones. La agenda ya deja de ser la de administrar la herencia recibida, para pasar a la fase “ahora todos los problemas son nuestros”. Desde que empezó 2025, la Casa Rosada debió responder por una sucesión de eventuales casos de corrupción, lo cual lo asimila más a la casta preexistente y denostada, que a un gobierno impoluto. El caso Libra fue solo el inicio y tiene para rato de malos tragos. Frente a una oposición desorientada, se inició la temporada de los conflictos endógenos. Los contratos de las empresas de los Menem, las responsabilidades por el caso Fentanilo, y ahora supuestas coimas por la adquisición de medicamentos. El “triángulo de hierro” se rompió hace varios meses y los heridos de guerra se cobran revancha. Los estrategas políticos siempre deben prever para la época de vacas flacas, porque en la abundancia todo es una fiesta. Pareciera que esta materia necesita un repaso por parte del gobierno. ¿O pensaron que, con la baja de la inflación, lo demás no tenía importancia? LLA debería ser más consciente que nadie sobre la “amenaza” de los cisnes negros, porque ellos mismos lo fueron en 2023. A esto se debe agregar otra consideración: Milei metido a tomar decisiones monetarias. Desde principios de año el presidente empezó a intervenir más en las decisiones de Toto y Bausili como, por ejemplo, el desarme de los Lefis, lo cual trajo no solo dolores de cabeza a los bancos, sino también está interfiriendo negativamente sobre la economía de calle, vía tasas astronómicas. Es una administración que parece no sentirse cómoda con el cambio del crawling peg al esquema de bandas. Los economistas están coincidiendo por estos días en dos apreciaciones. Por un lado, que la segunda parte del mandato va a ser complicado, porque reactivar la economía y generar empleo es mucho más difícil que bajar la inflación, sobre todo si la sociedad le cambia los parámetros de evaluación al gobierno post elección. Por el otro, a este ritmo, la economía ya no crecería un 5 %, sino que el techo podría ser un 4,5. No es mucha la diferencia quizá, pero los datos citados del Emae muestran una dinámica muy lentificada. Por lo tanto, mala praxis política + mala praxis monetaria + ruidos por supuestos hechos de corrupción + un Congreso agresivo + un clima de opinión pública menos favorable, no era lo que se esperaba a 60 días de la elección nacional de medio término. Esto no significa que el gobierno no siga siendo el favorito para ganar y mejorar su gobernabilidad. Sin embargo, la pregunta pasa a ser cuán bien le irá a LLA en las urnas.
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