25/08/2025 04:43
25/08/2025 04:42
25/08/2025 04:41
25/08/2025 04:40
25/08/2025 04:39
25/08/2025 04:38
25/08/2025 04:37
25/08/2025 04:36
25/08/2025 04:36
25/08/2025 04:35
» Diario Cordoba
Fecha: 24/08/2025 13:14
A menudo se achaca a los maltrechos árabes tener como única política echar a los judíos al mar. En la declaración de principios fundacional de Hamás, se define el proyecto territorial desde el río (Jordán) hasta el mar (Mediterráneo), más sutil. Lo cierto es que tales frases son el producto de la fanfarronería del nacionalismo árabe y sus dirigentes, que toman cuerpo a partir de la estrepitosa derrota de 1967, humillados en la Guerra de los Seis Días, guerra que se caldea por la disputa del agua, cuando Siria pretende canalizar los ríos que nacen en los Altos del Golán y llevan sus aguas al lago israelí Tiberíades. Y siendo lo anterior cierto, es el ideólogo asquenazi Jabotinsky quien, a partir de los años veinte, predica con claridad que el proyecto sionista incluya hasta la misma Jordania. Jabotinsky era el antagonista del socialista polaco Ben Gurion. Este despreciaba a aquel, claramente a su derecha en un mundo polarizado frente al fascismo. Jabotinsky inspiró el grupo armado Irgun, liderado por Menachem Begin. Y luego a Stern, escisión más violenta y fanática que lideró el que luego también fuera primer ministro de Israel, Yitzhak Shamir, también asquenazi, como Jabotinsky (Odesa) y Begin, de Bielorrusia, como Shamir. Jabotinsky revisa las tesis de Teodor Herzl, un nuevo sionismo, más audaz, militarista y expansionista. Desde el primer momento deja claras sus intenciones, que nada tienen que ver con una pacífica convivencia con los palestinos. Esta es hoy la tesis de los gobiernos que preside Netanyahu, que no solo ha mimetizado las tesis de Jabotinsky. Las ha materializado, incluida la muralla de hierro, lo que hoy está ocurriendo en Cisjordania. Un poderoso ejército muy superior a los ejércitos árabes, un muro en construcción que aísla a los cisjordanos en pequeñas Gazas y un aliado todopoderoso, esto es el Tío Sam. Trump es la sublimación de esa idea y Netanyahu el premier decidido a culminarlo, amén del 7 de Octubre como la excusa perfecta para no andarse con remilgos. Y, a la postre, nadie mejor que Netanyahu para conciliar con EEUU. Al contrario que el resto de líderes que le precedieron en el Likud, no es de origen asquenazi, sino norteamericano. Por si fuera poco, Netanyahu -obsesionado desde su juventud con ello- ha arrastrado a Trump a la guerra con Irán. Y eso que Bibi pasa hoy por ser un moderado en el Gobierno ultra que preside. Sus socios no se cortan ni con especular con el lanzamiento de la bomba atómica para liquidar el asunto de Gaza, bomba que ya ensayó el Tío Sam en Japón, más por capricho que por necesidad. La suerte está echada. Que se lo digan al político israelí Ayman Odeh, árabe, líder de la Lista Conjunta que se convirtió en tercer grupo de la Knesset en 2015. Vehemente partidario de los dos estados, el Tsahal le metió un tiro en la cabeza y protegió a los extremistas que iban a por él. La misma práctica que los colonos que se apropian implacablemente de Cisjordania, con la connivencia del mismo Tsahal. Célebre es una intervención en la Knesset cuando un ministro de Netanyahu le espetó que no era bienvenido a Israel. Odeh le respondió con sorna: yo he nacido en Israel mientras tú emigraste a los 21 años de edad. *Periodista
Ver noticia original