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Parana » Ahora
Fecha: 15/08/2025 20:38
* Por Belén Zavallo Un poema debería tener siempre pájaros en él, escribió Mary Oliver en un verso y en Bandada, el último libro de poemas de Jimena Arnolfi publicado por Santos Locos, al abrir las páginas podemos sentir que liberamos jaulas. Las aves con sus garras y picos allá volando, la poeta acá con esos elementos incisivos que le afilan la lengua, partes del cuerpo como instrumentos quirúrgicos que usa para enhebrar imágenes. La voz compone paisaje, sí, un ineludible paisaje que la interpela: cielo abierto y monte, pero también la poeta pájara desgarra historia, escribe como si fuera ave rapaz y carroña, sobrevuela la escena y entonces ella voz poética y en cuerpo que despega aún sin alas, dice: Los pájaros soportamos el peso de la historia. Bandada es un libro lleno de abismos, como si los versos fueran avionetas que en el aire se suspenden hasta no dar más: Está todo tan mal que lloramos sin lágrimas. Poder, poder, poder, qué podemos hacer, qué podemos pensar. Estos son los apuntes de la época. Mi cuerpo torpe se desarma sobre el teclado. La salud no mejora, la convivencia no mejora, la economía no mejora, el día a día no mejora y ya nos quedamos sin trabajo. No conozco la tranquilidad, siempre es posible lo peor. Cuando se termina la política empiezan los cadáveres. Aunque roce siempre la caída, cada página remonta la derrota también en versos contundentes, Arnolfi, con algo de Gianuzzi en Las condiciones de la época, compone una voz del desgaste, pero pienso yo que como Jimena es mujer y madre, como es madre y cría, y como es poeta que escribe para creer que lo que hace vale la pena, siempre se le despierta la esperanza: A veces la historia de una derrota también puede ser la historia de una épica. Bandada es un manifiesto contra la anestesia, contra la inacción, es indudablemente un libro de poemas, con versos que condensan imágenes y que destellan sentidos como si tocáramos nervios del ciático y no pudiéramos volver a componer la marcha, pero el delirio aún doloroso despabila con belleza. Bandada está lleno de preguntas que deberíamos hacernos: Cuando la duda es fuerte, cuando un rayo divide el cielo, cuando todo parece caer, en picada parece caer, pero se levantan y cantan los pájaros, pero se levantan y vuelan los pájaros, con el viento en contra vuelan los pájaros, y casi no avanzan, resisten, y casi no vuelan, sostienen un pequeño corazón urgente. Decime, ¿con qué sueñan los pájaros? Bandada abre los postigos hacia adentro de un corazón que parece romperse pero que se auto bombea con las propias manos y da aliento. Es la confesión del quehacer poético: Escribir poemas es hablar en secreto es cantar dulce y morirse luego. Debería cuidarme más pero si me protejo no escribo. Y aunque se pregunte si existe alguna fe que permanezca cuando los vientos sacuden tan fuerte que tumban los nidos y quiebran los huevos, Bandada es una reivindicación de los cuidados, es una insistencia en la pluralidad, una convocatoria a habitar el “nosotrxs, lxs pájarxs” o un “nosotrxs lxs que creemos que hay que enfocar la vista al cielo” , “nosotrxs lxs que miramos hasta pulverizar la rosa”, la voz invita con enfado y con belleza, con desgarro y con las heridas de los porrazos al aire libre como un signo del riesgo y como un triunfo sobre el estancamiento. Bandada llega con vuelo, con la levedad de las alas, con las cosas que señala la historia de un país que es la historia de una casa. Con la belleza que hace posible una poeta argentina, que es madre que escribe, que es mujer que se pregunta: gracias Jimena Arnolfi por esta valentía. no giremos la cabeza hacia otro viento no hagamos como si nada si no hay lugar sin amenaza sin tajo crimen soborno sin cuerpo pronunciando odio las palabras importan así de fuertes del amor que nos tenemos exigimos que sin memoria no hay libertad que sin historia no hay libertad que sin responsabilidad no hay libertad
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