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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 15/08/2025 06:34
El impacto de este caso llegó hasta Hollywood: la historia inspiró la película “Hustlers” (Estafadoras de Wall Street), protagonizada por Jennifer Lopez Nueva York fue escenario de uno de los escándalos más llamativos de la última década, cuando el glamour de la noche y el colapso financiero se cruzaron en una intriga singular. La historia de Roselyn Keo y un grupo de mujeres que idearon un elaborado esquema para estafar a clientes de clubes exclusivos expone los claroscuros de la economía sumergida y las consecuencias humanas de una crisis. Roselyn Keo y Samantha Barbash idearon el esquema de estafa más polémico de la noche neoyorquina tras la crisis financiera de 2008 (Police Photos) Lo que comenzó como la búsqueda de supervivencia y ascenso social terminó convirtiéndose en una trama de fraudes millonarios, arrestos y debates éticos que traspasaron los límites del tabloide y llegaron a la gran pantalla. Desde la adolescencia, Roselyn Keo buscó caminos para superar la precariedad. Nació en Rockland County, Nueva York, y pronto se vio tentada por la promesa de dinero fácil en la vida nocturna de Manhattan. A los 17 años, comenzó a trabajar como camarera en un diner de Nanuet. Con astucia y determinación, Keo se convirtió en la organizadora financiera (“CFO”) de la operación (Captura de video) Según ABC News, allí, varios clientes de clubes para adultos le sugirieron que su simpatía podría traerle mayores ganancias del otro lado de la barra. La curiosidad por ese mundo creció con la imagen glamorosa ofrecida por programas como “G String Divas” y apariciones de strippers en el show de Howard Stern. Tras atravesar distintos clubes, incluido el famoso Scores de Chelsea, Keo descubrió que podía ganar sumas de entre 2.000 y 3.000 dólares en una sola noche, lo que en ese momento le parecía la cima del éxito. Sin embargo, la dura realidad de la industria la golpeó pronto: entre cuotas a los dueños, propinas obligatorias y un ambiente cada vez más competitivo, buena parte de sus ingresos se esfumaba antes de llegar a casa. A pesar de estos inconvenientes, para 2008 había logrado convertir ese trabajo en su fuente principal para financiar incluso su educación terciaria. La crisis financiera de 2008 marcó un antes y un después. El desplome de los bancos y la recesión paralizaron el consumo incluso entre los habitués de la élite financiera, privando a Keo y sus colegas de los antiguos lujos y la bonanza fácil. Se redujeron los ingresos y aumentó la presión de los clubes sobre las trabajadoras, que debían entregar el 40% de sus ganancias al local y sacar adelante cada noche con menos y peores clientes. Las alternativas para mantener el nivel de vida se volvían cada vez más riesgosas y marginales. Frente al estancamiento, Keo conoció a Samantha Barbash, una veterana del ambiente, también madre soltera, que supo detectar nuevas oportunidades en la adversidad. Con experiencia y una amplia red de contactos, Barbash fue clave para reclutar y liderar al resto de las implicadas (Facebook) Barbash, que se autodefinía más como anfitriona y organizadora de fiestas que como stripper, poseía una red amplia de contactos y consiguió sumar al equipo a Karina Pascucci y Marsi Rosen. Así, nació un método de “pesca nocturna” con reglas propias. Keo lo resumía con ironía a Vanity Fair: “Samantha era la CEO y yo la CFO” La operación consistía en rondar bares de lujo y lounges tras el horario de oficina, mimetizadas como ejecutivas exhaustas. Según ABC News, detectaban a hombres con signos de riqueza, tarjetas importantes, relojes ostentosos, trajes caros y, una vez elegidos los objetivos, los abordaban con simpatía y propuestas para continuar la noche en algún club. Durante las salidas siguientes, el grupo suministraba a los invitados un cóctel y ketamina, suficiente para dejarlos desinhibidos pero funcionales, y los conducían al club. Allí, con el consentimiento obtenido en un estado alterado o nulo, deslizaban consumos y cargos que podían alcanzar decenas de miles de dólares en una sola sesión. La clave del “éxito” del esquema radicaba en la vergüenza y el miedo social: la mayoría de los hombres evitaban denunciar los desfalcos para no verse involucrados públicamente en situaciones comprometedoras, especialmente si estaban casados o con cargos de responsabilidad. Tras el juicio, intentó demandar a los productores de la película “Hustlers” por difamación, aunque sin éxito (U.S. Dept. of Justice) Según reveló la periodista Jessica Pressler, autora del artículo original que destapó el caso, la policía neoyorquina recibía decenas de reportes similares, pero los desestimaba por completo. Esto permitió al grupo operar durante años con casi total impunidad El punto de inflexión lo protagonizó el doctor Zyad Younan, un cardiólogo de Nueva Jersey habituado a ambientes exclusivos pero ajeno a este tipo de fraudes. Este hombre denunció estos hechos y fue un antes y un después. Según cuenta Vanity Fair, su tenacidad permitió al equipo policial actuar: un operativo de la DEA captó en audio y video tanto el proceso de drogado como la confesión. Con el testimonio de Younan y nuevas denuncias de otras víctimas, la justicia arrestó en junio de 2014 a Roselyn Keo, Samantha Barbash, Karina Pascucci, Marsi Rosen y al gerente de un club llamado RoadHouse NYC. El expediente judicial incluyó cargos por asociación ilícita, robo agravado, asalto y falsificación de instrumentos públicos. En junio de 2014, Karina Pascucci, otra de las mujeres, fue arrestada junto al resto del grupo, enfrentando cargos por su participación en la red de estafas a clientes de clubes nocturnos de Nueva York (U.S. Dept. of Justice) El proceso concluyó mayoritariamente en acuerdos extrajudiciales. Roselyn Keo aceptó declararse culpable de robo y tentativa de asalto a cambio de cinco años de libertad condicional, evitando la cárcel. Por otro lado, Samantha Barbash también se declaró culpable de asociación ilícita, asalto y robo, recibiendo la misma condena en suspenso. Karina Pascucci recibió una sentencia de cuatro meses de prisión los fines de semana en Rikers y cinco años de libertad condicional, mientras que Marsi Rosen fue condenada a dieciséis fines de semana de encarcelamiento y libertad condicional. El impacto de este caso llegó hasta Hollywood: la historia inspiró la película “Hustlers”, protagonizada por Jennifer Lopez, que trasladó al cine la audaz operación y el trasfondo social detrás del escándalo. El film recrea los puntos centrales del caso, convirtiendo la trama real en un fenómeno que también capturó la atención del público en la pantalla grande.
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