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» Clarin
Fecha: 13/08/2025 08:42
Una dieta saludable puede ralentizar la acumulación de enfermedades crónicas en adultos mayores, mientras que las dietas inflamatorias la aceleran. Así lo demuestra un nuevo estudio del Instituto Karolinska (Suecia) publicado en Nature Aging. En el trabajo, titulado “Patrones dietéticos y multimorbilidad acelerada en adultos mayores”, los investigadores analizaron los efectos de cuatro dietas y su impacto en la aparición de enfermedades crónicas en este grupo etario. Tres de ellas eran saludables y se centraban en el consumo de verduras, frutas, cereales integrales, frutos secos, legumbres, grasas insaturadas y limitaban el consumo de dulces, carnes rojas, carnes procesadas y manteca/margarina. La cuarta dieta era proinflamatoria y se centraba en carnes rojas y procesadas, cereales refinados y bebidas azucaradas, con un menor consumo de verduras, té y café. El estudio Para llevar a cabo la investigación, se realizó un seguimiento de alrededor de 2400 adultos mayores en Suecia durante 15 años. Así fue que descubrieron que quienes seguían dietas saludables presentaban un desarrollo más lento de enfermedades crónicas. En cambio, quienes seguían la dieta proinflamatoria tenían mayor riesgo de padecerlas. Suscribite a Buena Vida Cada quince días, Florencia Cunzolo te cuenta lo último para cuidar tu salud y sentirte bien. Registrate acá. A los efectos de la investigación, las enfermedades crónicas fueron agrupadas de acuerdo a tres sistemas de órganos: –Enfermedades cardiovasculares: enfermedad cardíaca isquémica, insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular, enfermedad cerebrovascular, enfermedades de las válvulas cardíacas, bradicardias o enfermedades de la conducción, enfermedad vascular periférica, entre otras. –Enfermedades neuropsiquiátricas: depresión y trastornos del estado de ánimo, demencia, estrés, síndromes de migraña y dolor facial, neuropatía periférica, Parkinson, epilepsia, esquizofrenia y enfermedades delirantes, esclerosis múltiple, otras enfermedades psiquiátricas o del comportamiento y neurológicas. –Enfermedades musculoesqueléticas: dorsopatías, artropatías inflamatorias, osteoartritis y otras enfermedades articulares degenerativas, osteoporosis y otras enfermedades musculoesqueléticas y articulares. Las enfermedades crónicas fueron evaluadas en base a la recolección de datos médicos, autoinformes de los participantes, historias clínicas y parámetros clínicos de laboratorio. Las dietas analizadas MIND La dieta MIND (Intervención Mediterránea-DASH para el Retraso Neurodegenerativo) fue diseñada para cuidar la salud del cerebro y reducir el riesgo de demencia, dado que los alimentos y nutrientes que incluye demostraron ser protectores en este sentido. Muchos de sus componentes son los de las dietas mediterránea y DASH, incluyendo el énfasis en alimentos mínimamente procesados de origen vegetal y el consumo limitado de alimentos de origen animal y ricos en grasas saturadas. Mantenerse activo es una de las pautas fudamentales. Foto Shutterstock. “En nuestros análisis, el patrón dietético MIND, que se desarrolló como una estrategia para preservar la función cerebral durante el envejecimiento, mostró asociaciones protectoras no solo con la acumulación de multimorbilidad neuropsiquiátrica sino también con la cardiovascular y enfermedades crónicas totales”, dice el estudio. Y añaden que esto está en línea con la evidencia que indica que la dieta ayuda a mejorar resultados cardiometabólicos como la presión arterial, el control de la glucemia, el perfil lipídico y una reducción del riesgo de accidente cerebrovascular. AHEI El Índice de Alimentación Saludable Alternativa (AHEI, por sus siglas en inglés) busca reducir el riesgo de enfermedades crónicas en general. “Estudios previos también la asociaron a un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares individuales y neuropsiquiátricas como Parkinson, demencia o depresión”, indican los autores del trabajo. AMED (Dieta Mediterránea Alternativa) Una versión modificada de la dieta mediterránea adaptada a los hábitos alimentarios occidentales para lograr un menor riesgo de enfermedad crónica, como Parkinson y otras enfermedades neurológicas. EDII (Índice Inflamatorio Dietético Empírico) Un índice que estima los riesgos inflamatorios de una dieta. A diferencia de los otros tres patrones dietéticos, una mayor adherencia a esta, indica una dieta menos saludable. Conclusiones “Una mayor adherencia a los patrones dietéticos saludables (es decir, MIND, AHEI y AMED) se asoció con una acumulación más lenta de enfermedades crónicas, a diferencia de lo observado para el potencial inflamatorio de la dieta (EDII)”, dice el estudio. Esto aplicaba para enfermedades cardiovasculares y demencia, pero no para aquellas relacionadas con los músculos y los huesos. Específicamente, un mayor consumo de alimentos ultraprocesados parece aumentar el riesgo de cáncer y multimorbilidad cardiometabólica, mientras que el pescado/marisco se ha asociado con un menor riesgo de esta última. Estas dietas ayudaron a retrasar la aparición de enfermedades crónicas. Foto Shutterstock. “Una posible explicación de nuestros hallazgos se relaciona con la inflamación, ya que todos los patrones dietéticos evaluados en este estudio se asociaron previamente con marcadores inflamatorios plasmáticos. Específicamente, el MIND, AHEI y AMED se han asociado con niveles más bajos de interleuquina-6 y proteína C reactiva, a diferencia del EDII, que se ha asociado con concentraciones más altas de estas proteínas”, explican. “A su vez, los marcadores inflamatorios se han vinculado a enfermedades cardiovasculares y neuropsiquiátricas, lo que podría ayudar a explicar la mayor acumulación anual de multimorbilidad asociada con una dieta de menor calidad en nuestro estudio, ya que muchas personas mayores desarrollan inflamación con el tiempo”. "Nuestros resultados muestran la importancia de la dieta a la hora de influir en el desarrollo de la multimorbilidad en las poblaciones envejecidas", dice Adrián Carballo-Casla, investigador postdoctoral en el Centro de Investigación sobre el Envejecimiento, Departamento de Neurobiología, Ciencias del Cuidado y Sociedad, Instituto Karolinska, y coautor principal del estudio. Y cierra: “Una implicación de estos hallazgos es que los factores de riesgo conductuales como la dieta aún pueden ser el objetivo en personas de edad avanzada para reducir su riesgo de desarrollar estas afecciones altamente discapacitantes, para las cuales a menudo faltan tratamientos modificadores de la enfermedad". Cómo implementarlas A continuación, pautas para implementar dos de las dietas recomendadas. Dieta MIND La dieta MIND tiene 15 componentes dietéticos, de los cuales 10 son considerados saludables para el cerebro. Para adherirse y beneficiarse de la dieta MIND, una persona necesitaría comer: Por lo menos tres porciones de cereales integrales al día. Verduras de hojas verdes (como ensalada) por lo menos seis veces a la semana. Otras verduras al menos una vez al día. Bayas (frutillas, arándanos, frambuesa, mora) al menos dos veces por semana. Carne roja menos de cuatro veces a la semana. Pescado al menos una vez a la semana. Aves de corral al menos dos veces por semana. Legumbres más de tres veces por semana. Frutos secos al menos cinco veces a la semana. Los frutos rojos, presentes en la dieta MIND. Foto Shutterstock. Comida frita o rápida menos de una vez a la semana. Principalmente aceite de oliva para cocinar. Menos de una cucharada de manteca o margarina al día. Menos de una porción de queso entero a la semana. Menos de una porción de dulces a la semana. No más de un vaso de vino u otra bebida alcohólica al día. Dieta AHEI El Índice de Alimentación Saludable Alternativa fue elaborado por investigadores de la Escuela de Salud Pública Harvard. Sus principales recomendaciones se resumen en: Cuantas más verduras -y más variadas- mejor. Las papas y las papas fritas no cuentan. Comer mucha fruta de todos los colores. Utilizar aceites y grasas saludables (como el de oliva y el de canola) para cocinar, en la ensalada y en la mesa. Limitá la manteca. Evitá las grasas trans. Tomá agua, té o café (con poco o nada de azúcar). Limitá el consumo de lácteos (una o dos porciones por día) y de jugos (uno por día). Evitá las bebidas azucaradas. Comé cereales integrales variados (como pan integral, pasta integral y arroz integral). Limitá los cereales refinados (como el arroz blanco y el pan blanco). Elegí pescado, aves, legumbres y frutos secos. Limitá la carne roja y el queso; evitá el los embutidos y otras carnes procesadas. Mantenete activo. Para poder implementar esas pautas, la AHA extiendió recientemente una serie de consejos sobre cada uno de esos grupos de alimentos. Verduras Consumir tipos y colores variados, especialmente las verduras de colores fuertes como la espinaca, la zanahoria y el brócoli. Todas las verduras cuentan, incluso las frescas, congeladas, enlatadas (preferentemente en agua) o secas. Para las verduras congeladas, elegí las que no tengan salsas con alto contenido de calorías ni azúcar o sodio agregado. Ejemplos de una porción son: 2 tazas de verduras de hojas verdes crudas; 1 taza de verduras crudas o cocidas cortadas (aproximadamente del tamaño de un puño); o 1 taza de jugo de vegetales 100% natural (sin sal agregada). ***
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