Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Un sueño, un corazón dispuesto y una misión que lo cambió todo

    » Elterritorio

    Fecha: 10/08/2025 06:53

    Paula Martin es pastora y trabaja con jóvenes en una iglesia cristiana evangélica; hizo su primer viaje como misionera y contó que la experiencia transformó su vida domingo 10 de agosto de 2025 | 6:05hs. Paula Martin misionó en Potchefstroom y Durban en Sudáfrica. “Fui como misionera a Sudáfrica y este viaje me cambió por completo, una Paula fue en ese avión de partida y volvió otra muy diferente. Este viaje me volvió más humana, me hizo ver el mundo de otra manera, me volvió más empática, compasiva, me hizo salirme de mí misma y mirar a mi alrededor, mirar a otros”, contó Paula Martin, posadeña de 35 años -en una entrevista con El Territorio-, que esta semana regresó de su misión de ayuda humanitaria cristiana al continente africano, aún con las emociones y experiencias vividas a flor de piel. “Estuve más de un mes fuera de casa, está todo muy fresco y un poco desordenado en mi cabeza, fueron tantas cosas, realidades, tantas personas que conocí, tantas bendiciones, y hay tanto para agradecer y mucho por procesar, todavía me cuesta ponerlo en palabras”, expresó en este diálogo que transcurrió entre escala y escala de un aeropuerto a otro. Paula es acompañante terapéutica y pastora, es parte de la comunidad de la Iglesia Centro Cristiano Internacional, ubicada en avenida Chacabuco 3564 de Posadas, donde lidera el ministerio de jóvenes “Uno de Esos”. “Mis pastores son Augusto Monaca y Alicia Vázquez y este viaje lo realicé enviada por mi Iglesia. Unos días antes del viaje misionero yo asistí a una escuela ministerial en Brasil que se llama Dunamis Greenhouse y fue en Dunamis Farm, que es una granja. Luego viajé en la misión a Sudáfrica con el Ministerio Dunamis, y el pastor que lidera se llama Teo Hayashi”, relató. Los viajes misioneros tienen como objetivo principal servir a una comunidad tanto a nivel físico como espiritual, con un enfoque en la difusión de la fe, explicó: “Tenemos una misión espiritual y la expresamos en ayuda comunitaria”. Llegar al destino tan distante de la tierra colorada fue todo un desafío que encaró con “amor y fe” y “con el corazón disponible”, describió y añadió que se hizo posible también por el apoyo de su familia y de muchas personas que colaboraron. En los días previos a la misión tuvo un sueño en el que veía a una persona enferma y sola que necesitaba ayuda. Una imagen que pronto iba a materializarse en su labor en un hospital en suelo africano. Allí reconoció una señal del creador. “Dios me enseñó que es tan grande su amor, que por una sola persona necesitada o que está sufriendo, va a acudir en su ayuda, va a hacer llegar a alguien, aunque tenga que ir desde el otro lado del mundo”. Durante los preparativos del viaje y en el camino de la misión, con las experiencias cotidianas en culturas muy diferentes a la nuestra, Paula fue hallando sentidos, respuestas, conexiones. “En una escuela lejos de la ciudad, donde los niños hablan zulú, ellos se reían al escucharnos hablar en inglés y vernos tan diferentes. Yo les dije que era argentina, y los chicos empezaron a gritar con alegría ¡Messi, Messi!, fue un momento muy lindo”. En el recorrido con su grupo de misioneros llevó ayuda, alimentos, abrazos y oraciones a personas enfermas, poblaciones sin acceso al agua potable, a sitios donde la pobreza hiere y los contrastes sociales son muy evidentes. “Yo fui pensando en qué iba a dar, pero me di cuenta que al dar recibí mucho más, la Biblia misma lo dice, en Hechos 20:35, mejor es dar que recibir”, apreció. Su relato lleva por paisajes remotos con niños que juegan. Por momentos, la voz se detiene en el sentimiento de dolor ante la vulnerabilidad humana, aunque rescata que los ojos que se miran tienen esperanzas. En ese encuentro de las miradas hay un motor para el cambio. ¿Cómo surge tu vocación de ayudar? A mí me encanta servir y ayudar a la comunidad. En mi iglesia servimos de diferentes maneras, tenemos merenderos y otras acciones. Yo particularmente sirvo a la comunidad en el ministerio de jóvenes “Uno de Esos”, es un ministerio en el que creemos que todos nosotros somos “uno de esos” que podemos cambiar el mundo con el amor de Dios y con simples actos. Y yo creo mucho en los jóvenes, en la capacidad de dar amor que tienen, en lo que tienen para decir y que también necesitan ser escuchados. A mí me pasó que tuve una adolescencia muy difícil, tuve depresión. En un momento tuve un encuentro con Dios y sanó muchas cosas. Y después de ese encuentro tuve la necesidad de servir y transmitir ese amor. Paula realizó su primera misión. ¿La misión a Sudáfrica fue tu primer viaje como misionera? ¿Qué trajiste de esta experiencia? Es la primera vez que viajé como misionera, es una experiencia increíble, que cambió mi vida y la manera en que veo el mundo. Cambió mi mentalidad, mi corazón. A mí me tocó ir a Sudáfrica y me puso muy feliz, porque desde que yo era muy chiquita tenía sueños, me iba a dormir y soñaba que estaba en África y le decía a mi mamá y a mi familia: “Yo voy a ir a África cuando sea grande”. No sé de dónde salió eso, porque era algo que ya estaba en mí, después crecí y en mi adolescencia me olvidé de ese sueño. Y ya de más grande -cuando tuve ese encuentro con Dios- me apasionan las naciones, las diferentes culturas, servir a la comunidad, también la fotografía. Cuando surgió la posibilidad de hacer la misión, yo le pregunté a Dios ¿por qué ir tan lejos si yo puedo servir y predicar la palabra en mi lugar? Y tuve un sueño sobre una persona sentada en una cama sola necesitando ayuda y no había nadie. En ese sueño es como que de alguna manera Dios me mostraba que hay personas que necesitan ayuda y no tienen a nadie. Cuando llegué a Sudáfrica, al tercer día fuimos a servir a un hospital donde había personas muy enfermas, que te dolía el corazón, y en ese hospital vi a la mujer de mis sueños, me acerqué y le pregunté cómo estaba y si podía orar por ella y me dijo que sí y me contó que estaba orando y pidiendo a Dios una ayuda, y que ella sintió que eso era una respuesta. Cuando salí de ese lugar entendí que Dios me mostró su corazón, que por uno solo que necesita amor, él va a enviar a alguien del otro lado del mundo. ¿Qué es el voluntariado para vos? Aprendí que misionar es entregarse, es dar la vida, es salirse de uno mismo para mirar a otro. Vivimos en una sociedad un poco egoísta, no nos miramos tanto, no nos ayudamos tanto. Creo que eso fue lo que cambió en mí, comenzar a mirar al otro. Yo pensé que iba a dar, pero en realidad recibí muchísimo más. Nelson Mandela tiene una frase muy conocida que dice algo así como que el mayor regalo es dar a otro sin esperar nada a cambio. Y yo viví esa experiencia y entendí que al vivir nuestro propósito, porque todos tenemos una misión, todo comienza a tomar sentido y se siente paz y felicidad. Decías que cada pequeña acción vale...¿qué le dirías a las personas que quieren ayudar? Que se animen, que se puede empezar por la casa, el barrio, la escuela, donde estés y en cualquier área, educación, arte, deporte, el gobierno. Uno puede bendecir e influenciar a otros desde su lugar. Puede ser algo pequeño o una acción grande, lo que esté al alcance. Hay que animarse a salir de uno mismo y mirar a los demás. No se necesita siempre ir al otro lado del mundo.Yo pienso que uno lo que necesita es estar con el corazón disponible. Si te cuento mi caso, cuando salió la posibilidad de la misión, yo no tenía el dinero que se necesitaba, y ya había viajado al ministerio en Brasil. Pero no me cerré, dije que sí, tuve el corazón disponible, y muchas personas se acercaron a ayudarme y estoy muy agradecida. Si uno entrega el corazón lo demás puede ir sucediendo. Compartí esta nota:

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por