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  • La Sadako que sobrevive a Hiroshima

    » Diario Cordoba

    Fecha: 09/08/2025 02:34

    El algoritmo de Instagram me enseña hace días el vídeo de un niño de 12 años japonés que guía a turistas por los alrededores de la zona cero de la bomba nuclear de Hiroshima. Hace ya 80 años de la catástrofe, y el pequeño cuenta que realiza esta actividad voluntaria para que dentro de 80 años se siga recordando qué pasó aunque no quede ya ningún superviviente de aquella barbarie, ni el relato lo puedan transmitir personalmente allegados directos de sus víctimas. Hay otras formas de transmitir el terror, de dar el aviso preciso que ha de evitar que se repita la historia. La cultura es una de ellas. No ha sido fácil contar el terror en la ficción, es tal la magnitud de lo que desencadenó la bomba que necesitamos recurrir a las metáforas, al dolor expresado con rodeos, sin atrevernos a rozar la herida abierta. Las películas acuden una y otra vez a la seta de nubes o gas que representa la detonación de la bomba, la imaginación llena los vacíos del relato. Prefiero los libros. Mi primera impresión de Hiroshima me la dio una lectura de niña, Sadako vol viure, de Karl Bruckner. Se publicó antes en catalán que en castellano. La historia recogía la experiencia de una niña real castigada por las secuelas físicas y emocionales de la bomba, que luchaba por sobrevivir pese a todo, agarrada a la esperanza que le daba acabar miles de grullas por la paz. Sadako vive en esas páginas y en la estatua que se levanta en Hiroshima para reconocerla como símbolo. Otro clásico más adulto, Flores de verano de Tamiki Hara, testigo y superviviente él mismo de la bomba, te traslada a Ucrania, en Gaza, en Hiroshima; los ojos del protagonista se pasean por la destrucción que le rodea y que él mismo va sorteando los meses previos al lanzamiento del Enola Gay. El momento en que el resplandor atómico se desparrama sobre la ciudad evoca el vacío, la nada, quizá la forma más radical de retratar el mal absoluto. La muerte y sufrimiento que sucedieron a la caída de la bomba tiene más relatos en el cine, libros y cómics, y así debe ser. Sadako vive en los adolescentes que leen y leerán su historia.

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