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  • Necesitamos otra Europa

    » Diario Cordoba

    Fecha: 09/08/2025 02:34

    La claudicación de la Unión Europea ante Donald Trump a costa de los aranceles que nos impone el mandamás estadounidense ha puesto sobre la mesa la realidad de en lo que nos hemos convertido en el viejo continente. A modo de bofetada, el presidente yanqui ha dejado claro quién manda en gran parte del mundo y se ha vengado de las mofas y los descalificativos que desde este lado del Atlántico hemos estado profiriendo sobre él de forma reiterada en los últimos años. No hace falta recordar que los productos europeos tendrán que asumir un arancel del 15% para entrar en Estados Unidos y que, en el caso de Córdoba, el vino y el aceite serán los productos que se verán más afectados por esta medida. La UE se ha comprometido además a la compra de energía estadounidense por valor de 638.000 millones de euros, así como a la adquisición de una enorme cantidad de equipos militares. La imposición de Trump (negociar es otra cosa) y los números de lo que nos costará todo lo ocurrido precisan de una aclaración que aún no se ha ofrecido, pero eso no puede hacernos perder la perspectiva de lo que ha supuesto este triste episodio desde el punto de vista reputacional. Porque la debilidad de Europa se ha retransmitido al mundo entero tanto en el fondo, a modo de aranceles, como en las formas. El histriónico presidente estadounidense no sólo ha sacado un rédito incontestable de su castigo a la UE, sino que además se ha permitido el lujo de humillarnos a su antojo sin que nadie haya movido un músculo. De hecho, hasta su esbirro más fiel en Europa, el húngaro Viktor Orban, ha reconocido que Trump se desayunó a Von der Leyen en su encuentro en la ciudad escocesa de Turnberry. Para empezar, el dirigente norteamericano se reunió con la presidenta de la Comisión Europea en la mansión que Trump posee en un campo de golf de su propiedad en Escocia. En fin, un encuentro en el salón de su casa que aprovechó para exhibirse y hacer uso de su peculiar verborrea. No hace falta ser un experto en protocolo para concluir que esa cita, tal y como se desarrolló y dónde, era una condición inaceptable por parte la UE, porque la imagen que ha dado al mundo ha sido desastrosa. Si una institución es capaz de transigir en un detalle como este, lo que ocurrió después era más que previsible, humillación incluida. Por otro lado, la letra pequeña del acuerdo tendrá que explicarse muy bien a la ciudadanía, porque no se entiende el compromiso de invertir en armas y energía estadounidense cuando a la misma vez la Unión Europea está recortando a los agricultores mediante un hachazo a la PAC que nadie entiende. Bruselas tiene que darse cuenta de una vez de que nuestra salud y sustento alimenticio dependen de nuestro sector primario, al que se maltrata sin ninguna lógica. Otro aspecto a señalar es que las empresas, que serán las principales afectadas por esta decisión unilateral de EEUU, necesitan garantías jurídicas de que el nuevo escenario que se abre a partir de ahora tendrá un principio y una fecha de caducidad. Y visto lo visto, ¿quién está en condiciones de asegurar de que los caprichos del amigo Donald no serán otros mañana? ¿Y si con cualquier escusa, como ya hemos visto en situaciones similares, cambia de opinión y decide que esos aranceles sean otros? La UE, con Von der Leyen a la cabeza, ha protagonizado un episodio de los más grotescos que se recuerdan en la historia reciente de la Unión. No podemos perder de vista que la misión de la presidenta es defender a 450 millones de europeos, a sus sectores productivos, a sus trabajadores y preservar una serie de valores como la dignidad de su ciudadanía, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de derecho, el respeto a los derechos humanos, la solidaridad y la cohesión económica y social, que ahora se están diluyendo poco a poco sin que ninguno de los 27 países de la Unión haga movimiento alguno. Y lo que es peor, sin intención de hacerlo. Lo ocurrido con Trump y la Unión Europea evidencia que, o nos reinventamos como entidad jurídica y política, o estamos condenados a ser un mera figura decorativa en el nuevo orden mundial. La Europa a la que aspiramos no puede ser la que hemos visto estos días.

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