08/08/2025 20:57
08/08/2025 20:55
08/08/2025 20:55
08/08/2025 20:55
08/08/2025 20:54
08/08/2025 20:54
08/08/2025 20:54
08/08/2025 20:54
08/08/2025 20:53
08/08/2025 20:53
» Diario Cordoba
Fecha: 08/08/2025 17:45
En Córdoba, las tradiciones mutan a golpe de calor. «Antiguamente, la gente salía a la calle a lo que era el banco, a la puerta. Ahora nos vamos a la plaza de la Juventud o a las zonas verdes, que están más fresquitas». Estas declaraciones, que avalan la sentencia con la que se abre este reportaje, pertenecen a María, una vecina de Cañero, testigo directo de la evolución de la práctica de tomar el fresco, que ha pasado del banco al césped. La costumbre de salir a la calle con la silla plegable y el abanico pervive en los grupos de personas que cada noche ocupan con sus mesas plegables o mantas los parques y jardines de la ciudad. Lo que antaño fue una rutina en las noches de verano, motivada por la imposibilidad de salir a la calle durante el día, se ha convertido en una práctica social con tintes de costumbre popular. Aquel ritual comunitario, con estampas clásicas como sillas en la acera, tertulias improvisadas o niños correteando por la calle, hoy se adapta a nuevos tiempos, nuevos espacios y nuevas formas de entender la vida urbana. La esencia permanece, pero el escenario ha cambiado. Del asfalto al césped «Era lo mejor del día. Después de todo el día encerrada en casa, con las persianas bajadas, el ventilador echando aire caliente, salíamos a la calle. Cada uno se bajaba con lo que tenía a mano. La silla de la piscina, la del salón... Hablábamos con los vecinos, se escuchaban las radios…» Así recuerda Rafaela, de 74 años y vecina de la Fuensanta, aquellos años en los que la calle se convertía en la prolongación de su casa. Ahora, acude casi a diario a las zonas verdes del Balcón del Guadalquivir con su familia, donde sigue con la tradición de las tertulias al fresco y apoyando las que se abren camino, como la celebración de cumpleaños, que antes tenían en la intimidad del salón su único escenario. Es el caso de Macarena, que celebró su cumpleaños el pasado jueves en la zona verde frente a la portada de la Feria junto a sus amigos e hijos. En cuanto a los días de reunión y lugares, esta mujer apunta que «no tenemos nada en claro, depende de cómo vaya surgiendo. Lo importante es estar juntos y combatir el calor». Tomar el fresco en Córdoba: de la acera al césped, en imágenes / Víctor Castro Conversar... y picotear El elemento culinario enriquece la tradición. Los vecinos de antes salían tras la cena. Ahora lo hacen tomando el fresco. Uno de los amigos de Macarena reincide en el amplio abanico de escenarios. Apunta que «en los céspedes de Fidiana, enfrente del Carrefour, también se está muy a gusto. Y detrás de Santa Rosa y del Corte Inglés de la Ronda hay también zonas verdes nuevas donde van muchas familias». En los tiempos en los que Rafaela salía con sus hijos a tomar el fresco no se hablaba entre los vecinos de sostenibilidad, ni de zonas acústicamente saturadas, ni existía un plan urbano pensado para el descanso o el esparcimiento. Se vivía con lo que había, y lo que había era el asfalto, el bordillo y el ingenio vecinal para hacer de una acera un refugio. El crecimiento de Córdoba como «ciudad amable» y el castigo del sol, que obliga a crear pulmones verdes que eviten la conversión de la ciudad en un desierto de hormigón, transformó esta tradición. Antonia, otra vecina de la Fuensanta, apunta que «estar en la calle era lo normal. Quizá antes había menos zonas verdes, lo que había eran descampados", recuerda. Añade que ahora acude casia todas las noches en busca del frescor del césped "sobre todo por los niños, para que puedan jugar y no estén todo el día encerrados». El relevo generacional El cambio no ha sido solo físico, es decir, de cambio de escenario, sino también social. Ahora no son las familias las únicas protagonistas de las noches al fresco. Los jóvenes han hecho suya esta tradición. Andrea y sus amigos del barrio de Cañero y de Ciudad Jardín tienen por costumbre ir a los parques, «comprar algo de los chinos o encargar una pizza”, y pasar la noche hablando, como se hacía antaño. También llevan cartas y juegos de mesa para divertirse en compañía si en algún momento la tertulia decae. Jóvenes en el césped del Balcón del Guadalquivir / Víctor Castro En otra reunión próxima, uno de los jóvenes del grupo señala que «somos siempre la misma pandilla de amigos la que nos reunimos, aunque vamos cambiando. Somos de diferentes barrios: Santa Rosa, Mirabueno, La Fuensanta... y vamos alternamos entre varios sitios». Muchos jóvenes no han vivido la escena de los vecinos sentados en círculo frente a sus casas, pero sí reconocen el valor de esa pausa al caer la tarde, ese ritual casi sagrado de salir a respirar. Lucía, de 19 años, acude casi todas las noches con sus amigos al Vial Norte. «Es nuestro punto de encuentro. Después de cenar, quedamos aquí, charlamos, a veces traemos una guitarra… No hemos vivido lo de las sillas en la puerta, pero entiendo que es lo mismo, estar juntos cuando el calor afloja». En esa misma línea, Javier, de 23 años, apunta a que la tradición sigue viva, pero con otro formato. «Hoy buscamos lo mismo que nuestros abuelos, que nos dé el aire, solo que ahora charlamos y en vez de radios tenemos wifi en el móvil», señala con una amplia sonrisa. Una tradición con ADN cordobés La tradición de tomar el fresco en Córdoba, por tanto, se ha reformulado. Es lo parecido a la innovación culinaria, donde se elabora el mismo plato, con los mismos ingredientes, pero cambiando el método de elaboración. En una ciudad castigada por un verano infernal, esta costumbre se adapta a los nuevos tiempos. Ya no es el bordillo el que acoge las historias, sino el banco de un parque o el césped aún tibio de un jardín. Tomar el fresco ha cambiado de forma, pero sigue siendo ese gesto tan cordobés de compartir la vida al aire libre, como se comparte un patio, una conversación al fresco o un perol entre amigos. En Córdoba, las noches siguen siendo ese refugio colectivo donde la brisa refresca la memoria y ese deseo de estar juntos, de estar en familia o en amigos, devolviendo con risas y tertulias los golpes que el calor propina durante el día. Suscríbete para seguir leyendo
Ver noticia original