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  • Sergio y un entorno familiar que vive para cuidarlo

    » Elterritorio

    Fecha: 03/08/2025 08:04

    Tiene 53 años y nació con una lesión cerebral. Su hermana relata cómo fue ayudarlo en tiempos de pocos especialistas domingo 03 de agosto de 2025 | 6:05hs. Sergio es totalmente dependiente de otros en su día a día. Foto: Esteban González Sergio Adrián Von Kreitmayr (53) es de Capioví, creció en el seno de una familia formada por su papá Ernesto (ya fallecido), su mamá Adelia Schmidt y su hermana mayor Diana, quién en la actualidad lo cuida, atiende en Jardín América. No tiene la capacidad del habla por lo que Diana tomó la palabra y relató el vivir cotidiano con su hermano, los trámites, complicaciones y los avances que se dieron a través de los años. “El sistema sanitario en nuestro país acarrea deudas desde hace mucho tiempo para con toda la población. Lastimosamente la obra social cubre solo parcialmente ciertos estudios y prácticas profesionales, al igual que la mayoría de los medicamentos, en cambio sí cubre las prácticas de laboratorio, pero algo que constituyó una enorme ayuda es poder recibir mensualmente pañales descartables”, aseguró. Su primer diagnóstico fue lesión cerebral con rasgos de autismo. Cuando tenía tres años Sergio y su familia viajaron a Buenos Aires, pero no pudo ser atendido por falta de insumos, aún no existía el Garrahan. Fue un familiar quien consiguió turnos con médico clínico, neurólogo, psiquiatra, psicólogo, psicopedagoga, también se hicieron estudios para detectar posible transmisión hereditaria, lo cual fue descartado. “Fue difícil porque después hubo que volver a casa, seguir trabajando y continuar el tratamiento a la distancia y no había otro medio que el correo postal. La psicopedagoga enviaba los ejercicios que mi mamá debía hacer con Sergio y me acuerdo que se frustraba porque a casi nada de lo que le indicaba la profesional mi hermano respondía o podía realizar. En ese entonces no se contaba con todas las especialidades en nuestra provincia. Otra dificultad importante fueron los costos muy altos y mis padres no contaban con los ingresos suficientes”, recordó la entrevistada. Cuando Sergio era un niño pequeño a simple vista no se notaba su discapacidad, pero a medida que pasaba el tiempo se fue haciendo más notoria, al no responder si le hablaban, era muy evidente su dependencia, necesitaba que se lo tenga de la mano para ir a algún lugar, llevarlo al baño, higienizarlo, darle de comer, vestirlo, entre otras cosas, dependencia que sigue hasta el día de hoy. Desde hace varios años camina algo encorvado, sus manos y sus dedos están flexionados y ya no logran la apertura normal. Varios de los profesionales que lo trataron supusieron que no pasaría la adolescencia, pero Sergio y su familia vencieron a todos los pronósticos y obstáculos. “La fe fue y es el pilar que sostuvo a mis padres y que ahora nos mueve como familia a brindarle lo mejor que podemos a Sergio”, dijo su hermana. “A pesar de que su atención exige mucha paciencia, renuncia a tiempo personal, basta una sonrisa o una mirada con la cual nos dice todo eso que no puede con su voz”, contó. “La sociedad se hizo más consciente de que quienes tienen una discapacidad son personas, igualmente dignas, que necesitan aún más de la ayuda y atención de sus semejantes. De todos modos, hay quienes al no tener una persona discapacitada en la familia no llegan a dimensionar lo que eso significa, y por lo tanto les cuesta comprender, y hasta a veces temen acercarse”, concluyó Diana. Compartí esta nota:

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