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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/08/2025 00:37
Europa dio un paso decisivo en la carrera por el desarrollo de aeronaves capaces de unir la atmósfera y la órbita con un solo despegue, al anunciar una fecha tentativa del primer vuelo hipersónico de pasajeros. El proyecto Invictus, liderado por la Agencia Espacial Europea (ESA) y la consultora británica Frazer-Nash, busca desarrollar un avión espacial experimental reutilizable que pueda despegar desde una pista común y alcanzar velocidades hipersónicas. Si todo se ajusta a lo planeado, los primeros vuelos de esta innovadora plataforma comenzarán en 2031. El desafío es mayúsculo. Se trata de crear una aeronave capaz de viajar a velocidades que multiplican por 5 la del sonido, lo que implica enfrentar temperaturas extremas en la superficie del fuselaje y dentro del sistema de propulsión. Alcanzar ese objetivo requerirá una combinación de tecnologías que hasta hace pocos años eran imposibles fuera del terreno teórico. Invictus es un avión hipersónico reutilizable que busca alcanzar Mach 5, despegando horizontalmente como un avión y llegando al espacio como un cohete (ESA) Uno de los elementos centrales será un sistema de preenfriamiento desarrollado por la extinta empresa Reaction Engines, que había diseñado el ambicioso motor SABRE. Este motor fue pensado para combinar el funcionamiento de un reactor a chorro en la atmósfera con el de un cohete en el espacio. Esa tecnología, aunque no llegó a materializar el avión Skylon que la motivó, encontró una segunda vida en Invictus. Gracias al sistema de preenfriador, será posible enfriar el aire a temperaturas manejables antes de que entre al motor, lo que permitirá que los motores convencionales funcionen en régimen hipersónico sin fundirse. Tal como señaló Frazer-Nash, “las aeronaves que vuelan a velocidades hipersónicas se enfrentan a temperaturas extremadamente altas debido al calentamiento por choque y la fricción del aire”. Según detallaron, el preenfriador “resuelve este problema, enfriando el aire antes de que llegue al motor, permitiendo que los motores de aeronaves convencionales viajen a velocidades hipersónicas”. El proyecto Invictus se apoya en tecnología desarrollada por Reaction Engines, incluida una innovadora unidad de preenfriamiento de aire para motores (ESA) El programa cuenta con un presupuesto inicial de 7 millones de libras, equivalente a unos 9,4 millones de dólares. Aunque no parece una cifra extraordinaria en comparación con otros desarrollos aeroespaciales, representa una inversión estratégica que podría redefinir el futuro del transporte, la defensa y el acceso al espacio. Invictus está financiado a través de dos programas específicos de la ESA: el General Support Technology Programme (GSTP) y el Technology Development Element (TDE). Ambos buscan acelerar el desarrollo de tecnologías críticas para la próxima generación de vehículos espaciales europeos. El plan es ambicioso pero concreto. En un primer plazo de 12 meses, el consorcio liderado por Frazer-Nash, que también integra a Spirit AeroSystems y la Universidad de Cranfield, deberá entregar el concepto completo y los elementos del diseño preliminar del sistema de vuelo. A partir de allí, el objetivo será construir y probar una plataforma experimental que funcione como banco de ensayos para nuevas tecnologías. “Uno de los principales desafíos de operar un vehículo hipersónico es que, a alta velocidad, debido al calentamiento por impacto y la fricción superficial, la superficie exterior de la aeronave y el aire que entra en los motores alcanzan temperaturas extremadamente altas. Estas condiciones exigen tecnologías especializadas, así como sistemas de propulsión únicos, para impulsar el vehículo en los rangos de alta velocidad”, explicó la ESA en un comunicado. Con un presupuesto de 9,4 millones de dólares, Invictus busca convertirse en la plataforma experimental más avanzada para vuelos hipersónicos en Europa (ESA) David Perigo, ingeniero de propulsión química de la ESA y responsable técnico del programa, explica: “El programa INVICTUS demostrará la idoneidad de un sistema de propulsión de hidrógeno preenfriado y con respiración de aire para el despegue horizontal y el vuelo hipersónico. Brindará una oportunidad invaluable para probar a escala real el flujo del motor, desde la admisión hasta la postcombustión, en una aeronave integrada”. La visión que guía el proyecto es clara: desarrollar una nave reutilizable capaz de despegar horizontalmente como un avión comercial, alcanzar velocidades hipersónicas sostenidas y, eventualmente, alcanzar la órbita como un cohete. Una propuesta que combina eficiencia, velocidad y adaptabilidad. Según Perigo, “el programa Invictus demostrará la idoneidad de un sistema de propulsión de aire preenfriado alimentado con hidrógeno para el despegue horizontal y el vuelo hipersónico”. A eso agregó que el proyecto “proporcionará una valiosa oportunidad para probar todo el recorrido del flujo del motor, desde la admisión hasta la postcombustión, a escala real en un avión integrado”. Una plataforma para ensayar el futuro del vuelo El sistema de propulsión usará aire preenfriado y combustible de hidrógeno, lo que permite operar a temperaturas extremas sin dañar el motor (ESA) Invictus no apunta solo a construir un nuevo avión, sino a crear una plataforma modular para probar distintas tecnologías clave. El diseño permitirá intercambiar materiales, software y sistemas de propulsión entre campañas de prueba. Eso lo convierte en una herramienta versátil para que agencias, universidades y empresas privadas colaboren en el desarrollo de soluciones para el vuelo hipersónico sostenido, un terreno hasta ahora explorado por pocas naciones y mayormente en proyectos militares. Entre los puntos críticos que deberán resolverse se encuentra la gestión térmica. A velocidades tan extremas, el aire que ingresa por las tomas del motor puede alcanzar temperaturas que funden metales. La solución tecnológica más prometedora es justamente el preenfriador, que enfría ese aire en una fracción de segundo para evitar que dañe el sistema. Este tipo de innovación, surgida del fallido motor SABRE, ahora se posiciona como un componente esencial para la nueva generación de vehículos aeroespaciales. Sarah Wilkes, directora general de Frazer-Nash, afirmó: “INVICTUS representa una oportunidad emocionante para proporcionar tecnología avanzada para el espacio y desarrollar capacidades de doble uso. Con un sólido apoyo de la industria y una profunda experiencia en ingeniería y aeroespacial, incluyendo a colegas de Frazer-Nash con una década de experiencia en propulsión, contamos con todos los ingredientes necesarios para hacer realidad esta ambiciosa visión”. Invictus permitirá probar motores desde la admisión de aire hasta la postcombustión, una novedad clave en el desarrollo de tecnologías espaciales (ESA) Tommaso Ghidini, jefe del Departamento de Mecánica de la ESA, expresó con claridad el alcance de este avance: “el vuelo hipersónico no es solamente la próxima frontera aeroespacial, sino la puerta de entrada a un nuevo paradigma de movilidad, defensa y acceso al espacio”. En su visión, Invictus representa una oportunidad para que Europa tome el liderazgo en un campo en el que ya compiten Estados Unidos y China. “Con Invictus, Europa aprovecha la oportunidad de ser líder en tecnologías que redefinirán nuestra forma de movernos por el planeta y más allá”, afirmó. Para Ghidini, el corazón de la innovación está en “dominar la propulsión aérea reutilizable”, lo que permitiría desarrollar “aeronaves que despegan como aviones y alcanzan la órbita como cohetes”. El diseño planteado por el consorcio contempla un vehículo reutilizable que despegará y aterrizará como un avión tradicional. Esa característica no solo reduce los costos operativos, sino que habilita una frecuencia de vuelos mucho mayor. Además, la reutilización disminuye el impacto ambiental asociado al lanzamiento de cohetes tradicionales, lo que refuerza el carácter estratégico de la propuesta en un momento donde la sustentabilidad gana peso en el sector espacial. Aunque todavía en etapa temprana, Invictus se suma a una tendencia global que busca revivir los aviones espaciales. Desde el retiro del transbordador espacial de la NASA en 2011, varios actores retomaron la idea de vehículos que combinen las capacidades de un avión y un cohete. Estados Unidos ya opera el X-37B, un avión espacial robótico de uso militar. China también cuenta con su propio vehículo, llamado Shenlong. Por su parte, Virgin Galactic desarrolla vuelos suborbitales con fines turísticos y científicos, mientras que empresas como Sierra Nevada, Radian Aerospace y Dawn Aerospace impulsan proyectos similares. Según la ESA, dominar el vuelo hipersónico es esencial para mejorar la movilidad global, la defensa europea y el acceso autónomo al espacio (ESA) En ese contexto, Invictus se presenta como la respuesta europea a un nuevo paradigma de movilidad global. El Reino Unido, que también forma parte del programa a través de su agencia espacial, destacó el potencial de la iniciativa para promover el desarrollo industrial y fortalecer la seguridad nacional. “Esperamos ver cómo se desarrolla el trabajo y la oportunidad que presenta para impulsar el crecimiento económico y la seguridad nacional”, expresó Tony Forsythe, jefe de tecnología espacial del Reino Unido. El programa, además de sus aplicaciones evidentes en defensa y exploración espacial, podría transformar los vuelos comerciales de larga distancia. La posibilidad de cruzar océanos en menos de una hora sin necesidad de lanzamientos verticales ni combustibles fósiles abre un horizonte completamente nuevo para el transporte civil. La clave está en hacer que esta tecnología, hoy limitada a contextos experimentales y militares, logre trasladarse a usos cotidianos. En términos tecnológicos, Invictus también marca una convergencia entre innovaciones aeroespaciales y criterios de autonomía estratégica. En un mundo multipolar, donde el acceso al espacio se convirtió en un recurso crítico, contar con plataformas reutilizables y desarrolladas dentro de Europa representa una ventaja política, económica y científica. El proyecto está diseñado para mejorar con cada ensayo. Su carácter modular permite actualizar componentes, probar nuevas aleaciones, incorporar inteligencia artificial para control de vuelo y validar motores alternativos. Así, Invictus no será solo una nave, sino una plataforma experimental que podrá evolucionar durante la próxima década, consolidando una base de conocimientos y capacidades difícil de igualar. La apuesta por el vuelo hipersónico no se limita a alcanzar velocidades extremas, sino que forma parte de una visión más amplia sobre el futuro de la movilidad global y el acceso al espacio. Si Invictus logra cumplir con sus metas, Europa no solo tendrá un avión espacial operativo en 2031, sino también una tecnología que podría redefinir cómo se vuela, se investiga y se defiende un planeta cada vez más interconectado.
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