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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/07/2025 02:35
Primeras imágenes del Telescopio Vera Rubin En apenas siete noches de observación, el telescopio Vera C. Rubin detectó más de 10 millones de galaxias y 2015 asteroides desconocidos. La cifra, que impresiona por sí sola, representa apenas el 0,05 por ciento del total de galaxias que se espera registrar durante su década de vida útil. Desde su emplazamiento en la cima del cerro Pachón, a 2600 metros de altura en el desierto de Atacama, Chile, Rubin comenzó a escanear el cielo con una capacidad de observación sin precedentes. Con un diseño concebido para repetir imágenes cada pocas noches y una cámara de 3200 megapíxeles del tamaño de un automóvil, el telescopio comenzó a revelar un universo mucho más poblado y dinámico de lo que se creía. El proyecto, desarrollado durante más de dos décadas y con un presupuesto de 500 millones de dólares, apunta a responder algunas de las preguntas más profundas de la cosmología. Pero ya en sus primeras imágenes científicas de calibración, el telescopio dio indicios de que su impacto excederá lo previsto. En sus primeras siete noches el telescopio Vera Rubin detectó más de 10 millones de galaxias y 2015 asteroides desconocidos (Foto: Observatorio Vera C Rubin) “Nuestra copa cósmica rebosa”, escribieron los responsables del observatorio. Al registrar millones de galaxias apenas comenzada su operación, Rubin demuestra que la escala del universo observable aún no ha sido completamente comprendida. Su misión es registrar unos 20.000 millones de galaxias en el hemisferio sur, muchas de ellas tenues, lejanas y nunca antes vistas. La cámara del telescopio —la más grande jamás construida— permite capturar luz en múltiples longitudes de onda y, gracias a un sistema de giro de alta precisión, logra fijarse en un nuevo punto del cielo cada cinco segundos. Esa capacidad de cobertura rápida y profunda convierte al Vera C. Rubin en el primer observatorio capaz de crear una película detallada del cielo completo. A diferencia de otros telescopios, no se concentra en un solo punto durante horas. Su campo de visión, equivalente a 45 lunas llenas, está diseñado para cubrir todo el cielo visible del hemisferio sur cada tres noches. Este enfoque panorámico es el que permite la detección masiva de estructuras galácticas en un plazo tan breve. Los astrónomos sabían que Rubin revolucionaría la observación astronómica. Pero la magnitud de su primer logro sorprendió incluso a los expertos. “Habrá tantos datos que realmente tendremos que idear formas muy diferentes de analizarlos”, afirmó Pauline Barmby, astrónoma de la Universidad Occidental de Canadá. La cámara LSSTCam está instalada en el Observatorio Vera C. Rubin, ubicado en Cerro Pachón, Chile. (Petapixel) El volumen de información capturado por Rubin no tiene precedentes. Cada noche, el telescopio enviará cientos de imágenes que requerirán nuevos métodos de procesamiento, incluyendo algoritmos de inteligencia artificial, sistemas automatizados de alerta y análisis colaborativo global. Los primeros 10 millones de galaxias identificadas en pocos días dan cuenta de un universo densamente habitado, con estructuras que abarcan miles de millones de años luz. Estas observaciones iniciales permiten trazar una radiografía profunda del cosmos y anticipan la creación del catálogo astronómico más vasto de la historia. Las imágenes también aportan datos valiosos sobre la distribución y evolución de las galaxias, parámetros clave para investigar fenómenos invisibles como la energía y la materia oscura. Según los responsables del proyecto, “el Observatorio Rubin investigará la naturaleza de la materia y la energía oscuras utilizando miles de millones de galaxias, empleando diversos métodos para contrastar los resultados”. El observatorio Vera Rubin escanea el cielo cada tres noches y formará el mayor catálogo astronómico jamás construido (Foto: Observatorio Vera C Rubin) Un nuevo universo visible: luz lejana, materia oscura y astros aún no descubiertos La misión científica del Rubin no se limita a la cantidad. Las imágenes captadas durante las primeras noches también revelan eventos transitorios como explosiones de supernovas, estrellas variables y estructuras en formación. El observatorio está diseñado para generar alertas automáticas un minuto después de detectar un cambio en el cielo, lo que permite a la comunidad astronómica global actuar con rapidez. Este monitoreo en tiempo real es vital para capturar fenómenos efímeros que, de otra manera, pasarían desapercibidos. La cámara de 3.2 gigapíxeles del Rubin puede registrar variaciones de brillo, movimiento o posición de millones de cuerpos celestes. Esa sensibilidad es esencial para identificar objetos como asteroides cercanos a la Tierra, cometas, objetos transneptunianos e incluso visitantes interestelares. Galaxias distantes se ven en una imagen producida por el Observatorio Vera C. Rubin, en el Cerro Pachón, Región de Coquimbo, Chile. 18 de junio de 2025. (REUTERS) Durante su década de funcionamiento, se espera que el observatorio detecte entre cinco y cincuenta objetos provenientes de otros sistemas estelares. Algunos científicos, como Chris Lintott, estiman que podrían encontrarse hasta cien. “Cada objeto errante que Rubin encuentre en el cosmos nos dará una idea de cómo pudo haberse desarrollado la formación de los planetas en la Vía Láctea”, explicó Lintott. Los cuatro objetivos cruciales del Rubin Además de expandir el mapa del universo visible, Rubin abrirá una ventana inédita al estudio de la materia y la energía oscuras. Estas formas de energía representan el 95 por ciento del universo, pero siguen siendo un misterio. El telescopio Vera Rubin generará alertas automáticas un minuto después de registrar un cambio en el cielo nocturno (Foto: Observatorio Vera C Rubin) El telescopio recopilará imágenes de distorsiones leves en la luz provocadas por la materia oscura, lo que permitirá elaborar mapas de su distribución. Según Alex Drlica-Wagner, astrofísico de la Universidad de Chicago, “Rubin recopilará estas imágenes distorsionadas, lo que permitirá a los astrónomos trazar un mapa de la materia oscura según cómo vemos que se curva la luz al viajar hacia nosotros”. El observatorio también contribuirá al análisis de la expansión acelerada del universo. Al detectar millones de supernovas, los astrónomos podrán usar estos estallidos estelares como marcadores para medir la velocidad con la que las galaxias se alejan unas de otras. Esta información es fundamental para estudiar la energía oscura, la fuerza que parece estirar el tejido del espacio-tiempo. Los datos de Rubin permitirán evaluar si esta energía actúa de manera constante o si varía con el tiempo, lo que podría refutar las predicciones originales de Einstein. “Los datos de Rubin podrían confirmar o refutar nuevas teorías que sugieren que la energía oscura está cambiando con el tiempo”, explicó Drlica-Wagner. Con su cámara de 3200 megapíxeles Rubin capta imágenes profundas en múltiples longitudes de onda sin detener su movimiento (Foto: Observatorio Vera C Rubin) Otro campo de exploración será la búsqueda del hipotético Planeta Nueve, un mundo invisible más allá de Neptuno que explicaría el comportamiento anómalo de ciertos cuerpos del cinturón de Kuiper. Rubin, con su capacidad de escaneo profundo, podría localizar ese objeto en sus primeros años de operación. Según la astrónoma Megan Schwamb, “si el planeta está ahí, lo veremos como vemos Plutón”. El telescopio también descubrirá más de 37.000 objetos transneptunianos, ampliando en diez veces el catálogo actual. Por último, Rubin transformará nuestra comprensión de la propia Vía Láctea. Las observaciones permitirán rastrear el movimiento de millones de estrellas, identificar galaxias satélite que orbitan la nuestra y descubrir corrientes estelares, rastros de fusiones pasadas con otras galaxias. Al observar cómo se mueven y distribuyen esas estrellas, los científicos podrán reconstruir la historia de la formación galáctica y responder preguntas clave sobre si nuestra galaxia es un modelo universal o una excepción cósmica. “El conocimiento que hemos deducido del estudio de la Vía Láctea, ¿es aplicable en general a todo el universo?”, se preguntó el astrofísico Yao-Yuan Mao. Rubin podría detectar entre cinco y cien objetos interestelares que cruzan la galaxia sin estar atados a una estrella (Foto: Aliro Pizarro Díaz/NSF-DOE) Pero incluso con estos objetivos definidos, los astrónomos reconocen que los descubrimientos más importantes podrían ser aquellos que todavía no pueden anticipar. “Así es la naturaleza de los nuevos telescopios realmente buenos: la emoción de lo que no sabemos que no sabemos”, expresó Michael Wood-Vasey, astrónomo de la Universidad de Pittsburgh, según divulgó National Geographic. En ese sentido, Rubin representa un cambio de escala y de paradigma. Durante siglos, los telescopios buscaron ver más lejos. Ahora, uno de ellos permite ver más, más rápido y con más profundidad, sin dejar de moverse. El hallazgo inicial de 10 millones de galaxias no es solo un dato impactante. Es una demostración empírica del poder de este instrumento para revelar lo que estaba oculto por la vastedad del espacio y las limitaciones tecnológicas del pasado. Con cada imagen Rubin registra galaxias invisibles al ojo humano y permite trazar mapas de materia y energía oscuras (Foto: Observatorio Vera C Rubin) En cada píxel de sus imágenes hay siglos de luz viajando por el cosmos, una multitud de sistemas estelares que ahora son visibles, analizables y comprensibles. El universo, que parecía inabarcable, empieza a organizarse en catálogos, secuencias temporales y modelos evolutivos. Y aunque los números abruman, cada galaxia descubierta es una puerta abierta a nuevas preguntas.
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