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» Elterritorio
Fecha: 13/07/2025 11:41
Un empresario cárnico de Oberá pasa sus días en la cárcel por el homicidio de Nicolás D’Amico, preventista bonaerense que fue ultimado y quemado en 2015. domingo 13 de julio de 2025 | 0:30hs. Los Gutiérrez y los Benegas pasan sus días en prisión por la muerte de Junior D’Amico. //Foto: Cristian Valdez. A casi diez años del macabro crimen del preventista cárnico Nicolás “Junior” D’Amico, encontrado calcinado el 30 de octubre de 2015, los pasos de la investigación que tomó poco más de 8 años y lo expuesto en el juicio, que tuvo lugar hace un año en el Palacio de Justicia de Oberá, siguen resonando en la historia criminal misionera. En instancia de debate oral en julio del año pasado, los principales sospechosos, Diego Benegas y Jonathan Gutiérrez, cruzaron acusaciones que demoraron el inicio del debate -dado que compartían abogado defensor-. Pero los relatos y pruebas expuestas no hicieron más que reforzar la participación de ambos, hoy cumpliendo condena en cárceles de Misiones. D’Amico se dedicaba a la venta de carne para un frigorífico de Buenos Aires. Oriundo de la ciudad de Lobos, trabajaba en la zona centro de la provincia de Misiones y no le iba mal. La importante suma de dinero que diariamente manejaba lo habría llevado a estar armado incluso en su casa, según se desprendió de allanamientos hechos en la vivienda que tenía en Leandro N. Alem. Como parte de su trabajo, en la noche del 30 de octubre de 2015 se dirigió a una carnicería en la avenida Las Américas, de Oberá, para cobrar una deuda -el valor actual de unos 50 mil kilos de carne-. Allí, horas antes había compartido un asado con el dueño del lugar, Diego Benegas. Pero lo que no imaginaba era que entre los comensales de ese encuentro estarían sus asesinos. En el juicio que terminó el 5 de julio del 2024, Benegas (41) y Jonathan “Yoni” Gutiérrez (32) fueron condenados por ser autor y partícipe -respectivamente- de lo que se calificó como “homicidio simple” del empresario. También fueron condenados, pero con penas menores, el hermano del dueño de la carnicería, Gustavo Benegas (37), y Diego Gutiérrez (34): ambos fueron considerados“partícipes secundarios” y recibieron 5 años de prisión. Igual cargo recibió Ramón García (33), con 4 años de cárcel, y Guillermo Andrés Burkiewicz (37) recibió un año de prisión en suspenso. Quien también llegó imputado por el crimen, pero finalmente fue absuelto por el beneficio de la duda fue Guillermo Sebastián Rockenbach (38). En 2015 fue acusado de “tenencia de arma de fuego y entrega de arma de fuego a quien no acredita la condición de usuario legítimo”. Cenizas en Alem Por el estado del cuerpo, no se pudo confirmar si el empresario sufrió disparos. La investigación liderada por la jueza Alba Kunzmann de Gauchat concluyó que D’Amico fue ultimado con una barreta. Tuvo una discusión con Benegas y su empleado Yoni Gutiérrez en la carnicería obereña: querían liberarse de la deuda millonaria que tenían con la empresa cárnica bonaerense. Con el objetivo -finalmente trunco- de ocultar las pruebas, el par de acusados trasladó el cuerpo en el propio auto de la víctima, un Volkswagen Bora. El vehículo fue encontrado totalmente quemado en el paraje El Chatón, en las afueras de Leandro N. Alem, el 30 de octubre de 2015: el cadáver estaba en el baúl. Quien involucró al dueño de la carnicería y a su trabajador de forma directa con el crimen fue otro de los acusados, García. En instancia de instrucción, el hombre contó que “Diego (Benegas) tenía un hierro en la mano cerca de las cámaras frigoríficas. Se puso el hierro debajo de la manga de su campera. En la oficina estaban (Nicolás) ‘Junior’ y Yoni. Su hermano Diego Gutiérrez estaba en el sector de carnes ayudando a limpiar. Ahí Diego va hasta la oficina y lleva un maletín, eso me contó Diego después”. “Yo estaba en el sector de la choricería, a unos 30 metros de la oficina, y escuché un grito: ‘Qué hacés loco, pará’, y también escuché ruidos como que se caían escritorios (…). Después Diego salió con el hierro en la mano y nos dijo a Gustavo (Benegas) y a mí: ‘Quédense tranquilos, no pasa nada, yo lo maté, yo me hago cargo’”, declaró entonces a la jueza de instrucción. Sobre cómo fue el traslado del cuerpo, García relató: “Diego Benegas salió a buscar el Bora de Junior que estaba en la playa de estacionamiento y ubica el auto en la puerta trasera de la oficina. Baja y le pide a Yoni que lo ayude a cargar el cuerpo. Yoni tenía puesta una camiseta de Boca y un pantalón de la carnicería y un bidón de cinco litros con nafta en la mano”. “Lo arrastraron hasta el Bora” En el primer día del juicio por el crimen de D’Amico en mayo del 2024 -antes de que se dilatara el debate hasta primeros días de julio de ese año-, se presentaron las pruebas contra los cinco imputados. Entre los elementos que usó la fiscalía para orquestar su estrategia legal, se expuso la declaración de Diego Gutiérrez, quien -quebrado por el shock de lo sucedido- acusó a su hermano Jonathan y a Benegas de ser los culpables del homicidio. Diego también trabajaba en la carnicería y había sido llamado la tarde del crimen para limpiar el lugar. Al llegar, encontró al empresario muerto en el suelo y, cerca, una barreta -o “fierro”, como describió en la indagatoria-. “En un momento veo que mi hermano Yony y Diego (Benegas) lo levantan a Junior y lo llevan hasta el baúl del auto, lo arrastraron de la camisa y el pantalón desde la oficina hasta el Bora que estaba de culo, al lado de la oficina (…) Le metieron primero la cabeza y después los pies, todo doblado”, contó sobre aquel día. Cambio de jueces de instrucción El crimen empezó a investigarlo la jueza de Instrucción N° 5 de Leandro N. Alem, Selva Raquel Zuetta, pero luego se inhibió por el hecho de que el crimen había ocurrido en Oberá. Las actuaciones quedaron entonces a cargo de Horacio Alarcón, quien poco después se apartó debido a que era familiar de una de las abogadas defensoras de los imputados. El caso llegó a manos de la jueza Gauchat, quien empezó a liberar a varios sospechosos iniciales del crimen de D’Amico. Entre ellos, había un aspirante de la Prefectura que estuvo detenido en San Javier, y un suboficial de la Policía de Misiones que había sido arrestado en Oberá.
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