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» El siglo web
Fecha: 13/07/2025 10:16
Alan Talevi y Santiago Sena son cofundadores de Boolzi, una startup de biotecnología que mediante el uso de inteligencia artificial acelera el proceso de análisis y descubrimiento de moléculas aptas para la creación de nuevos fármacos. La empresa se creó formalmente en 2024, aunque sus antecedentes se remontan a 15 años antes, cuando Alan junto con otros dos científicos (Carolina Bellera y Lucas Alberca) empezaron a desarrollar el proyecto en el ámbito académico, más concretamente en los claustros de la Universidad Nacional de La Plata. El año pasado, y tras un proceso de incubación que llevó varias etapas, Santiago se sumó al trío original aportando sus habilidades en la dinámica empresarial y de negocios que necesitaba el proyecto para dar el último salto de calidad. Y así cobró forma Boolzi. Este último paso les valió a Sena y Talevi haber recibido recientemente la distinción de “Emprendedores científico-tecnológicos” del 2024 por parte de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, por iniciativa de la diputada Patricia Glize. La mención fue un reconocimiento a la relevancia y el impacto social de Boolzi, empresa que mediante la aceleración de los procesos de descubrimiento busca democratizar el acceso de la población a nuevos fármacos, a través de una reducción de los costos de producción. En una entrevista con Ámbito, Santiago Sena y Alan Talevi explicaron algunos aspectos clave del desempeño de Boolzi. “El descubrimiento de fármacos es un proceso largo, costoso y con una tasa altísima de fracasos. Por cada 10 mil moléculas investigadas, solo una sobrevivirá al ciclo de desarrollo y será aprobada por la FDA. Como consecuencia, por un lado, las compañías farmacéuticas tienen un costo hundido enorme porque todas las moléculas y/o compuestos químicos en cuya investigación se invirtió dinero quedan guardados en una biblioteca química, sin otro uso que estar allí esperando ser utilizados con otra finalidad. En segundo lugar, cada fármaco aprobado soporta sobre sus espaldas el costo de todos aquellos candidatos que fracasaron, costo que se traslada al precio y reduce la accesibilidad de los mismos”, detalló Sena. “En este marco, nuestro algoritmo hace que la probabilidad de que se identifique una de estas moléculas sea de 40 a 50 veces más alta. Esto ayuda a bajar los costos y ampliar la accesibilidad de los nuevos fármacos. Lo que nosotros hacemos es catalizar y hacer mucho más eficiente el proceso de descubrimiento de moléculas que tienen potencial de convertirse en medicamentos”, completó Sena, que es filósofo y administrador de empresas. Boolzi, de los claustros universitarios al ecosistema startup Por su parte, Alan Talevi, Director del Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Bioactivos de la Universidad Nacional de La Plata, relató cómo fue el proceso que transitaron desde los laboratorios de la UNLP hasta la creación de Boolzi. “La decisión de fundar la startup la tomamos en 2023. Ahí confluyeron varias cuestiones. En ese momento había mucho incentivo público para fundar empresas de este tipo, con subsidios de alta envergadura para empresas de base tecnológica enfocadas en inteligencia artificial. Y nos parecía que si complementábamos lo que hacemos académicamente con una startup, viendo los instrumentos de promoción que había, podíamos retener de otra manera a los recursos humanos que formamos académicamente. Eso nos daba más robustez”, comentó. Y añadió: “Al mismo tiempo, desde 2020, venimos trabajando desde el ámbito académico, mediante convenios entre la UNLP y una compañía farmacéutica internacional, a través de varios convenios de colaboración sucesivos. Ya firmamos cinco y ahora vamos por un sexto. Y entonces eso también hizo que pusiéramos en valor lo que estábamos haciendo, no solamente con perspectiva académica, sino eventualmente con una perspectiva económica”. “Observamos que haciendo lo mismo que veníamos haciendo académicamente, al estar trabajando con una empresa farmacéutica, la perspectiva de que su avance en el ciclo de desarrollo de fármacos se incrementa mucho. Y nos interesaba eso, porque al final lo que nos importa es que lo que hacemos se traslade a la sociedad”, remarcó. El paso definitivo lo dieron cuando en 2023 fueron invitados por el fondo de inversión público-privado de Santa Fe, el fondo SF-500, a participar de un proceso de incubación de startups. Allí conocieron a Santiago Sena, que era el mentor en ese proceso. y lo sumaron al equipo para que aportara la pata de negocios que le faltaba al emprendimiento. “Yo soy el socio que tiene el perfil más empresarial y de hecho conozco a los chicos en un proceso de aceleración en el marco del SF500. Siempre se dijo que el gran problema que tienen los emprendimientos de base científica es que la gente que viene de ese palo sabe mucho de ciencia pero absolutamente nada de negocios. Y con ese fin me incorporé”, recuerda Sena. “Fue un proceso de aprendizaje muy grande también para mí, para entender qué hace una startup de biotecnología, en el ámbito de salud, haciendo descubrimiento de fármacos asistido por procesos computacionales. Ala, Caro y Lucas son unos cráneos que hacen que convivan el mundo de la química, de la biología y de la computación, que ya de por sí son tres mundos muy desafiantes y complejos”, concluyó. FUENTE:AMBITO
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