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  • Desigualdad con 5 grados en Buenos Aires

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 01/07/2025 06:52

    Personas que habitan en las calles son vistas este miércoles en la ciudad de Buenos Aires (Argentina). EFE/ Juan Ignacio Roncoroni Mientras miles de familias en barrios populares enfrentan otra noche helada con chapas por techo y paredes sin aislación, mejorar térmicamente las viviendas no es un gasto sino una inversión con retornos extraordinarios en salud, productividad y equidad social. Esta semana, con temperaturas cercanas a cero, millones de argentinos luchan por mantener calientes sus hogares. En los barrios informales del Gran Buenos Aires, donde viven más de 3 millones de personas, la situación es aún más severa: techos de chapa que condensan humedad, paredes sin revoque que filtran el frío, y ventanas improvisadas que dejan entrar el aire helado. No es solo incomodidad: es una crisis sanitaria y social que se repite cada invierno. Como nuevo paradigma, necesitamos del retrofit como inversión estratégica. Investigaciones recientes están transformando radicalmente cómo entendemos el mejoramiento habitacional. Numerosos estudios demuestran que la deficiente eficiencia energética y la falta de consideración sobre resiliencia climática exponen a los hogares a facturas de energía crecientes, riesgos de salud (Goytia y Guertner, 2025) y amenazas climáticas cada vez mayores, lo que en última instancia aumenta los costos públicos y reduce la productividad económica. Esta nueva comprensión del retrofit va mucho más allá de la simple eficiencia energética. Se trata de una intervención integral que abarca el bienestar integral de las familias. La evidencia muestra que las viviendas inadecuadas generan un círculo vicioso de pobreza energética. El frío y la humedad provocan enfermedades que reducen la asistencia escolar y laboral, disminuyendo los ingresos familiares y la capacidad de mejorar la vivienda. En el Reino Unido, se estima que las viviendas deficientes cuestan al sistema de salud más de £1.4 mil millones anuales. En Argentina, la ausencia de datos sistemáticos sobre pobreza energética es en sí misma parte del problema. No contamos con mediciones oficiales sobre cuántos hogares no pueden mantener temperaturas adecuadas, ni sobre el impacto económico de las enfermedades relacionadas con viviendas deficientes. Esta invisibilidad estadística perpetúa la invisibilidad política del problema. La Fundación Pro Vivienda Social (FPVS) conoce esta realidad de primera mano. Trabajando en el mejoramiento térmico de viviendas en barrios populares, han documentado cómo las familias gastan hasta el 35 % de sus ingresos intentando calefaccionar hogares, mientras sus hijos faltan a la escuela por enfermedades respiratorias recurrentes. Nuestro estudio para barrios populares de Moreno indicó que mejoras en la calidad del ambiente en invierno reducen las enfermedades respiratorias de los miembros del hogar en 45 % y con ello, mejor escolaridad de los niños, y productividad de los adultos. Como expresan las madres en los barrios: “Desde que arreglamos el techo y pusimos aislante, mi nene no volvió a faltar al jardín por bronquitis”. Un tema central es que la inversión en mejoramiento habitacional genera retornos que exceden ampliamente los costos. Por cada peso invertido en eliminar riesgos habitacionales graves, se ahorran hasta 15 pesos en costos de salud en 30 años. Las mejoras térmicas pueden reducir el consumo energético entre 30% y 50%. Las familias en viviendas mejoradas reportan 26 días menos de ausentismo laboral por año, y los niños en hogares sin problemas de humedad y frío tienen 80% menos probabilidades de faltar a clases. La oportunidad para el sector privado Las empresas de energía tienen incentivos directos para promover la eficiencia, ya que reduce la demanda pico y mejora la estabilidad de la red, en especial importante en barrios recientemente formalizados donde la infraestructura eléctrica es más vulnerable. Lo más revelador es que este enfoque no solo beneficia a las familias vulnerables. El sector financiero tiene incentivos económicos directos para promover estas mejoras. Para la banca argentina, esto representa una oportunidad sin precedentes. Las viviendas eficientes energéticamente presentan menor riesgo de mora hipotecaria, según demuestran estudios internacionales que muestran correlación directa entre eficiencia energética y cumplimiento de pagos. Los bancos que desarrollen productos crediticios específicos con tasas preferenciales para mejoramiento térmico no solo contribuirán al bienestar social sino que mejorarán la calidad de sus propias carteras. El sector financiero internacional está comenzando a reconocer que las mejoras en eficiencia energética y resiliencia hoy reducen la pobreza energética, previenen futuras dificultades financieras y disminuyen la carga en los sistemas públicos, todo lo cual tiene implicaciones directas para el sector financiero y la economía en general. El sector financiero ampliado también puede participar activamente. No solo bancos comerciales, sino también fintech y cooperativas de crédito que en otros países ya están desarrollando productos específicos con tasas preferenciales para mejoramiento térmico. Más allá del sector financiero, el sector privado tiene un rol fundamental en esta transformación. En Buenos Aires, ya existe un modelo innovador donde las empresas de construcción sustentable, especialmente firmas internacionales de materiales sustentables, están proveyendo productos a precios eficientes de escala, democratizando el acceso a tecnologías de aislación térmica antes reservadas para viviendas de alto estándar. Si la calidad habitacional es determinante fundamental de salud, productividad y equidad, la pregunta que debemos hacernos no es si tenemos recursos para esta inversión. Es si podemos seguir pagando el costo exorbitante de no hacerla. El sector privado, gobierno y sociedad civil deben colaborar en esta transformación que beneficia a familias, economía y planeta por igual.

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