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  • El polvorín de EEUU: manifestaciones multitudinarias contra Trump, un desfile militar y un asesinato de violencia política

    » Diario Cordoba

    Fecha: 15/06/2025 00:33

    Cada día desde hace meses sirve de recordatorio de que Estados Unidos vive un momento inédito, explosivo y plagado de tensión y polarización. Pocos desde el retorno de Donald Trump a la presidencia han expuesto como este sábado las ansiedades y peligros de esta democracia que bajo el republicano se está tornando en polvorín. Un ejército de cientos de miles de ciudadanos enfadados y preocupados por la deriva autoritaria de Trump ha tomado las calles de ciudades grandes y pequeñas de todo el país en cerca de 2.000 protestas englobadas bajo el eslogan “Reyes, no”. Incluso en lugares donde la lluvia ha sido incesante, como en Nueva York, la asistencia era la mayor de las marchas vividas hasta ahora en el mandato del republicano. En Washington, mientras, ese presidente se disponía por la tarde a cumplir el sueño que ha acariciado desde que en su primer mandato estuvo en París en el día de la Bastilla: presidir en la capital un desfile militar. Y decenas de tanques, acorazados y carros de combate, 6,000 soldados, bombarderos y helicópteros y fuegos artificiales se disponían a retar a la lluvia en una parada en el Día de la Bandera. Se marcaba el 250 aniversario de la fundación de la Fuerzas Armadas estadounidenses. Coincidía con el 79 cumpleaños del personalista Trump. La complejidad de esa pantalla partida se incrementaba sabiendo que en Los Ángeles siguen desplegados militares de la Guardia Nacional y los marines que Trump ha enviado, sin que se lo solicitara el gobernador de California, con el argumento de frenar una supuesta “rebelión”, que es como el mandatario define protestas contra su agresiva campaña de arrestos de inmigrantes. Allí la policía anticipaba la posibilidad de una participación masiva y “sin precedentes” en las manifestaciones contra Trump. El alto voltaje y los peligros de la división cobraban la más devastadora forma en Minnesota, donde un hombre disfrazado de policía asesinaba a una congresista demócrata estatal y a su marido, y dejaba heridos a un senador local también demócrata y a su esposa. Las autoridades desde el primer momento dijeron que se trataba de ataques “políticamente motivados”. Con el sospechoso a la fuga, e indicios y alertas de las autoridades de que planeaba atacar alguna de las manifestaciones en MInnesota de “Reyes no”, los organizadores de estas marchas en el estado cancelaban prácticamente todas. Horas después, en Texas, las autoridades lanzaban una alerta sobre una “amenaza creíble” a legisladores estatales que iban a acudir a la manifestación en el capitolio estatal en Austin. “Un descenso hacia el fascismo” “Estamos descendiendo hacia el fascismo”, alertaba en la manifestación en Nueva York, Richard Briggs, un hombre de 71 años que había hecho una pancarta con un retrato de Trump al lado de uno de Hitler. “Trump está intentando arrogarse poderes que no le corresponden del Congreso y de los tribunales, está arrestando a gente en sus lugares de trabajo, ha declarado la guerra a sus ciudadanos en su propio país mientras le besa el culo a (el presidente ruso Vladimir) Putin y está intentando provocar una situación en la que poder invocar la Ley de Insurrección”, decía en referencia a la norma de 1807 con la que Trump podría autorizar a los militares no solo a proteger edificios y empleados federales, como hacen ahora en Los Ángeles, sino a actuar en operaciones de ley y orden en suelo estadounidense. “Mientras tengamos libertad de expresión debemos aprovecharla”, decía también Briggs, que aseguraba que “a no ser que la gente se alce Trump va a continuar”. Las protestas contra Trump en varias ciudades de EUUU por las redadas indiscriminadas contra inmigrantes, en imágenes / Associated Press/LaPresse / LAP De Trump y fascismo hablaban también en la Quinta Avenida frente a la sede central de la Biblioteca Pública de Nueva York Mae y Alex, dos amigos veinteañeros en una manifestación dominada por gente mayor, aunque en esta ocasión se veía más juventud, y algo más de diversidad racial, que en las marchas de abril. Estudiantes de Historia y Ciencias Políticas, con carteles hechos a mano defendiendo a los inmigrantes, se habían vestido en un día gris de blanco, rojo y azul, reclamando los colores de la bandera, un gesto que se veía en manifestaciones de todo el país y que indica la resistencia a dejar que Trump y el movimiento MAGA se arroguen el patriotismo o sus símbolos. Los dos amigos tildaban de “terrible” la escasa presencia de jóvenes. Alertaban de que “ha habido un masivo giro generacional a la derecha”. Y también decían que muchos, que crecieron con la primera presidencia de Trump “están acostumbrados, no entienden lo mal que están las cosas, no se dan cuenta de que esto no es EEUU". “Incluso nuestros amigos que no votaron por él no lo saben, porque nadie lee las noticias, se han vuelto apáticos”, decía Mae, hija de una inmigrante francesa y con una abuela de Lituania. “Y nos acusan de estar exagerando, de ser excesivamente dramáticos”. Lo mismo contaba Charlie, llegado a la manifestación con una pancarta donde, junto a una foto de Martin Luther King, y jugando con el apellido del líder de los derechos civiles (King en inglés es rey) se leía: el único rey al que respeto. “Lo que esta pasando con Trump no es una broma, no es un juego, aunque algunos, como mis vecinos, crean que somos demasiado alarmistas”, decía este hombre de 65 años. “Trump quiere el totalitarismo, quiere un dictado autoritario, y es a lo que tenemos que oponernos”, continuaba. “No sé cómo vamos a salir de esto, no se qué movimientos prácticos podemos hacer, y manifestarse puede que no sea suficiente, pero al menos le decimos al mundo que rechazamos lo que está haciendo, que no es aceptable”. Ellos y otros manifestantes como Sarah, una mujer de 62 años hablaban, con distinta intensidad, de "esperanza" y destacaban lo pacífico de las manifestaciones, la tónica que dominaba abrumadoramente en todo el país. A la hora de escribir estas líneas, solo llegaban noticias de algún conatos de tensión y enfrentamientos como uno registrado en un barrio de mayoría hispana en Atlanta. La tensión, no obstante, no deja de crecer.

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