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» Corrientesaldia
Fecha: 15/06/2025 00:03
En una jornada cargada de dolor, oración y firme reclamo de justicia, se celebró una misa especial al cumplirse un año de la desaparición de Loan Danilo Peña, el niño de 5 años visto por última vez el 13 de junio de 2024 en el paraje Algarrobal, en la localidad correntina de 9 de Julio. La ceremonia fue presidida por el obispo auxiliar de Corrientes, monseñor José Adolfo Larregain, en la capilla “Ascensión del Señor”, donde frente a vecinos, familiares y autoridades eclesiásticas pidió “por su pronta aparición”, pero también lanzó un mensaje firme sobre la dignidad humana y el deber de actuar con justicia. “Elevamos nuestra súplica al Buen Padre Dios”, expresó Larregain al iniciar la homilía. “Pedimos por la paz y fortaleza de su familia, por la sabiduría y guía divina de quienes tienen la altísima responsabilidad de trabajar en su búsqueda y el esclarecimiento del hecho”, afirmó con tono sereno, pero contundente. En paralelo, evocó la figura de San Antonio de Padua, patrono de los objetos perdidos, rogando por su intercesión para que “el reencuentro sea posible y lleno de alegría”. El mensaje del obispo no se limitó a lo espiritual. Tomando como referencia las lecturas del día, en especial el pasaje del profeta Amós, Larregain llamó a una profunda reflexión sobre la indiferencia, la corrupción y la falta de justicia que oprimen a los más vulnerables. “Amós hablaba de los que venden vidas humanas por el precio de un par de sandalias. Nos interpela a todos: ¿cuánto vale hoy una vida? ¿En qué sociedad nos estamos convirtiendo cuando los más débiles son descartables?”, planteó. Al citar el Evangelio del día, que relata la parábola del administrador astuto, el prelado insistió en la necesidad de que los bienes y el poder sean puestos al servicio de la verdad y el bien común. “Jesús nos invita a ‘hacer amigos’, a usar nuestras riquezas para construir vínculos de fraternidad, no muros de egoísmo”, expresó. Larregain también se dirigió directamente a quienes pueden tener responsabilidad en la desaparición del niño o en el encubrimiento del caso: “Siempre estamos a tiempo para arrepentirnos, cambiar de vida, sanar el mal hecho, hacer el bien y reparar. Que los que han causado lágrimas hagan felices a alguien; que los que han quitado indebidamente, donen y ayuden a los necesitados”. La misa concluyó con un mensaje de esperanza, leído como una plegaria poética: “Aún persiste un rayo, una llama cálida encendida, en la memoria viva, una fuerza bendecida. La lucha continúa, aunque el camino sea arduo, la esperanza nace cada día, aunque el dolor sea crudo.”
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