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» El Ciudadano
Fecha: 25/05/2025 03:50
Álvaro Arellano El sector productivo sigue con preocupación lo que sucede con la apertura importadora que lleva adelante y profundiza el gobierno nacional. En este contexto, el nuevo presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rapallini, visitó Santa Fe para reunirse con el ministro de Produccion, Gustavo Puccini y su par de Economía, Pablo Olivares, con el objetivo de definir estrategias que permitan a Santa Fe consolidarse como un polo productivo de referencia. El dirigente industrial se refirió con cautela a las rebajas arancelarias celebradas durante el último tiempo por el gobierno libertario. Si bien reconoce las dificultades que puede generar el ingreso de insumos y productos del exterior, ya lo asumen como una política que llegó para quedarse y a la cual deberán adaptarse. En ese sentido, consideran que si el gobierno pretende que la industria se adapte a los tiempos que corren, al menos debería ofrecer un gesto en materia tributaria para la producción nacional. El pedido concreto radica en un alivio fiscal para reducir la composición de sus costos. Referentes industriales de la región suscriben a esa posición respecto a las importaciones e insisten con las compensaciones en materia tributaria, pero los datos son elocuentes: el 28% de las pymes argentinas aseguran que perdieron mercado ante el avance importador. El año pasado el porcentaje no superaba el 23%. Luego de la reunión con dirigentes y funcionarios provinciales, Rapallini sostuvo: «Nosotros pedimos nivelar la cancha, en la medida que se bajen los aranceles a los productos del exterior, hay que bajar los impuestos a quienes producen acá, queremos igualdad de condiciones. El costo también es parte de la competitividad». Tanto desde la cartera productiva de la provincia como desde la Federación de Industriales (Fisfe), coinciden con el diagnóstico del nuevo titular de UIA e insisten con que para ser competitivos (como exige el gobierno nacional) es necesario un alivio fiscal. El sector productivo hace la salvedad de que, si bien pueden redoblar los esfuerzos para adaptarse a los tiempos que corren, el impacto en empleo será inevitable. Además, a largo plazo, la producción indefectiblemente se verá afectada por la caída de la demanda. Avance importador En medio del impulso del Gobierno hacia una mayor apertura comercial, las pequeñas y medianas empresas industriales comienzan a sentir con fuerza el impacto de la competencia externa. Un informe reciente de la Fundación Observatorio Pyme reveló que el 28% de las pymes manufactureras ya han perdido participación en el mercado interno debido al avance de las importaciones. El estudio, basado en una encuesta a 500 empresas de todo el país, muestra que la percepción de amenaza por parte de las importaciones alcanza niveles récord: el 42% de las pymes industriales se siente hoy amenazada, el porcentaje más alto desde que se tiene registro, incluso por encima de años críticos como 2018 (40%) y 2009 (36%). La apertura comercial no es solo un concepto abstracto. La semana pasada, por ejemplo, el Gobierno anunció una baja de aranceles para celulares y equipos electrónicos, una medida que busca dinamizar el mercado pero que deja a las industrias locales ante una competencia cada vez más difícil de enfrentar. Los sectores más golpeados por esta tendencia son Metalmecánica (60% percibe amenaza), Textiles y Calzado (57%) y Productos Químicos (44%). Son ramas que históricamente sostuvieron empleo industrial y que ahora ven cómo la producción nacional es desplazada por productos terminados del exterior. Una de las señales más claras del fenómeno es la desconexión entre ventas y producción. Según el informe, las ventas deflactadas crecieron un 15% en el primer trimestre de 2025, mientras que la producción cayó un 3%. Este desfasaje, advierte el estudio, indica que las empresas están vendiendo más, pero no por producir más, sino por importar más. “La disociación entre las ventas y el resto de las variables genera interrogantes sobre si la mejora se traducirá en más producción o si continuará ligada al atraso de precios y a la creciente sustitución de producción local por bienes importados”, señala el relevamiento. Al mismo tiempo, la ocupación en las pymes industriales cayó un 5%, en un contexto de caída generalizada de ventas (64%), aumento de los costos salariales (51%) y encarecimiento de las materias primas (41%). Frente a esta situación, el Gobierno intentó dar señales de apoyo con la eliminación de retenciones a las exportaciones para unas 3.800 pymes, con alícuotas que oscilaban entre el 3% y el 5%. Sin embargo, para muchos empresarios industriales, estas medidas resultan insuficientes frente a la magnitud del desafío que implica competir con productos del exterior en un mercado cada vez más abierto. La tensión entre apertura y protección vuelve al centro del debate económico. Mientras algunos celebran la liberalización como camino hacia una mayor eficiencia, otros alertan que sin políticas activas que defiendan la producción nacional, las pymes industriales —clave en el entramado económico y social del país— pueden quedar fuera de juego.
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