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  • «Si eres de Córdoba y no has estado en la Fundación Gala, no eres cordobés»

    » Diario Cordoba

    Fecha: 25/05/2025 07:07

    Hay quien dice que Antonio Gala no quería Córdoba ni bendita, que era en Madrid donde se sentía en su salsa, y que solo vino a su tierra adoptiva para morir. Francisco Moreno, presidente de la fundación creada por el autor, lo desmiente rotundo. Asegura que el escritor estaba enamorado de esta ciudad y que por eso dejó escritas las palabras que se leen en el busto homenaje situado en Gran Capitán: «Ser de Córdoba es una de las pocas cosas importantes que se puede ser en la vida». Elegante, amable y diplomático, la persona que lleva las riendas de la fundación desde hace más de una década por encargo de su creador, hace balance del curso que acaba de terminar con la despedida de 15 creadores brillantes, el inicio de una nueva criatura con el sello de Gala en Cuenca y el primer superávit en las cuentas de la institución. -¿Cómo han trabajado este año los chavales becados? -Estamos muy contentos, han trabajado muy bien y algunos de ellos han mejorado de forma considerable la obra que presentaron inicialmente. Además, ha sido una promoción muy solidaria que ha tenido muy buen cauce de comunicación, ha participado generosamente en las fecundaciones cruzadas y todos han hecho aportaciones valiosas para el resto de compañeros. El balance es excelente. -En la fundación, hay mayoría importante de proyectos narrativos. ¿Llegan más proyectos interesantes de escritores que de otras artes o es una máxima de la fundación, recibir a más literatos? -Nuestra fundación se debe a Antonio Gala y eso es un sello. Por eso, es más fácil encontrar admiradores de Antonio en el mundo de la literatura, la poesía o la dramaturgia que en la música o la pintura. Es lógico que la fundación tenga ese carácter más marcado en la parte de narrativa que en el resto de disciplinas, igual que hay instituciones que atraen más en otras materias. En literatura, nosotros somos líderes. -¿Cuántos alumnos han pasado por la fundación en estos 23 años y cuántos se siguen dedicando al arte como actividad profesional? -Son ya casi 340 becados ya y aunque es difícil decir un número, yo diría que en torno al 75% de los creadores que han pasado por la institución siguen viviendo de ello y tienen la creación como ocupación principal. Muchos han obtenido importantes premios. Hemos tenido un premio Reina Sofía de escultura, uno de retrato de la National Gallery, premios de música y en literatura, el Adonais, el Azorín, el Loewe... El listado de galardones de nuestros creadores supera el centenar de premios nacionales e internacionales. -Se ve que tienen buen ojo a la hora de elegir a los candidatos. -Para presentarse hay que cumplir unos requisitos que no todo el mundo cumple. Tienes que tener una obra entre manos que es la que presentas, un curriculum... No tiene cabida alguien que quiera venir a aprender a escribir o a pintar porque esto no es una escuela. Aquí tiene que venir alguien que ya eres pintor, sabe pintar y quiere avanzar en ese camino. «En torno al 75% de los creadores que han pasado por la fundación siguen viviendo de ello» -¿Cuál es el ambiente dentro, hay muchas discusiones? -Depende de los grupos. Hay promociones que son, no diría díscolas, pero sí más polémicas, y eso no es bueno ni malo, es como es. Y otras en las que se crea una relación de compañerismo muy fuerte, como esta última, hasta el punto de que a veces no han querido ni salir de aquí. Los viernes y los sábados, tenemos un horario relajado, pero muchos fines de semana han preferido quedarse en casa para seguir hablando porque la convivencia ha sido especialmente buena. -Siempre hacen hincapié en el sello que Gala quería dejar en los jóvenes. ¿Cuál es esa marca? -El sello de la casa es la fecundación cruzada, esa maravillosa idea de sentarlos a todos una vez cada diez días para que discutan el proyecto de cada uno. Ese sello se mantiene por Antonio y porque a todos nos parece una magnífica manera de que el músico pueda aportar al pintor, el pintor al escritor o al músico y así enriquecer el trabajo de todos. -¿En qué ha cambiado la fundación desde que él no está? -Quizás hayamos puesto más énfasis en temas relacionados con la ¿economía? Cuando yo entré en la fundación, dije que uno de mis objetivos era hacer que la fundación fuera sostenible. Hoy puedo decir que en el ejercicio de 2024, con nuestros medios, hemos dado por primera vez un pequeño superávit. -¿A qué lo van a destinar? -Es muy poquito y lo destinaremos automáticamente a reservas, que ya vendrán años peores. Francisco Moreno, presidente de la Fundación Antonio Gala, en la sede de la calle Ambrosio de Morales. / CHENCHO MARTÍNEZ -¿Cuánto cuesta mantener esta institución? -Nosotros tenemos un presupuesto anual de unos 400.000 euros anuales. Al principio, esto era una locura, el presupuesto era casi el doble, hasta que yo, que soy economista me puse a mirar los números. A Antonio, no le gustaban nada los números, por eso me pidió que me viniera con él. Lo que hemos hecho es que, manteniendo e incluso aumentando en algunos casos el dinero que se dedica a la cultura y a actos culturales, de hecho, hemos incorporado a los tutores, se ha mejorado la economía recortando en gastos superfluos e innecesarios de la organización interna. También insistimos a los alumnos en este tema con el tema de las luces por ejemplo, para que ellos también se conciencien. -¿Cuántas personas trabajan en la fundación? -Mientras dura el curso, siete personas, aunque no todas están a tiempo completo. -El legado literario de Antonio Gala, ¿genera mucho dinero? -No, desgraciadamente no. De su patrimonio, lo que más dinero aporta son los activos como la finca de La Baltasara que se vendió al Ayuntamiento de Alhaurín, yo creo que acertadamente porque nosotros no podíamos mantenerla y Antonio ya estaba delicado y no podía vivir allí. Se convirtió en casa museo y ha dado prestigio y nombre al municipio, que además ofrece visitas guiadas y actividades. Lo que conseguimos por la venta nos da una rentabilidad. -¿Han sumado colaboradores privados en los últimos años interesados en el mundo de la cultura? -El mundo de la cultura a todos nos gusta mucho, pero a la hora de aportar... no es tan fácil. Yo no me puedo quejar. Tenemos patrocinadores que admiro muchísimo como Deza Calidad, la Fundación Cajasur, que es un pilar muy importante, la Fundación Cajasol y la Fundación Banco de Sabadell que aportan de forma interesante medios a la fundación. -¿Qué peso tiene lo público y lo privado? -La mayor parte de nuestros recursos son públicos, estamos muy agradecidos al Ayuntamiento, a la Junta y la Diputación que son las tres instituciones que nos ayudan. Nos sentimos queridos. Aparte, intentamos buscarnos la vida por otros cauces. Si sale una subvención del Ministerio de Cultura y puede encajar con nuestros objetivos, nos presentamos, pero eso es de forma esporádica. -¿Se han volcado más las instituciones en los últimos años? -Mira, yo siempre decía que con Antonio no hacía falta casi nada, él lo llenaba todo. Pasó con el patronato. Al principio, estaba formado por un grupo reducido de amigos de Antonio y como él era tan ilustre, no necesitaba más que a gente con quien estuviera cómodo. Cuando él fallece, yo pensé que yo solo no podía llenar ese hueco y tuve que buscar a un pintor como Alfonso Albacete, a Sheila Loewe y Ben Clarck en poesía, a Miguel Ríos al que acabamos de nombrar... en definitiva, a personas con el prestigio que por supuesto yo no tengo y que Antonio cubría por sí mismo. -Usted venía de la empresa cuando aterrizó en la fundación, ¿pensó que este era un mundo de locos? -Yo tuve un aterrizaje suave. Antonio me llamó un día y me dijo que me iba a nombrar patrono. En ese momento yo estaba muy activo en el mundo de la empresa y, los primeros años, yo venía a los patronatos y poco más. Lo cierto es que me hacía caso en la mayoría de las cosas que le proponía, lo pensaba y me decía que tirara para adelante. Los dos somos libra y compartíamos la manera de ver las cosas y enfocar la vida, los problemas. Lo que pasa es que él era un genio y yo soy una persona normal. -¿Se dejaba guiar? Discutía mucho, pero sí se dejaba guiar. A Antonio jamás lo ibas a convencer de algo por la adulación o por el chiste, la única vía era el raciocinio. Si le argumentabas una idea, él la analizaba contigo y te decía sí o no, pero si querías hacer algo, había que llegar a él con la razón. ¿Le preocupaba el dinero? -No, por eso me llamó a mí. Cuando nació la fundación tuvo un apoyo absolutamente generoso de Cajasur, lo cual influyó en que se decantara por Córdoba, porque él tuvo muchas ofertas en otras ciudades. Cuando se decide por Córdoba, Cajasur se hizo cargo de toda la restauración, que fue muy costosa y hay que agradecérselo siempre, y luego apoyó durante varios años casi en exclusiva el desarrollo de la fundación. Cuando yo me incorporé, empecé a hablar con las instituciones. Me acuerdo que invité al entonces alcalde, José Antonio Nieto, a tomar el te, que era una manera estupenda de empezar a ganar la batalla. Como Antonio, que era muy prudente en el gasto, de dinero no hablaba, le daba yuyu, yo hablé con el alcalde y le expliqué que si seguíamos tirando del patrimonio de Antonio y Cajasur como única fuente de ingresos, no iba a tener viabilidad a largo plazo. Él lo entendió y ese mismo año aprobaron una partida para la fundación. Luego se sumó la Diputación y faltaba la Junta, así que invitamos también al consejero de cultura a tomar el te. Antonio se enfadaba, decía ¡esto no es una cafetería! El momento del te servía de relajación y salían a relucir muchos comentarios, era un momento de debate y de ágora para comentar las cosas importantes. -¿Antonio Gala dejó marcada alguna línea roja en la fundación? Él pidió continuidad y de hecho, hemos seguido la misma línea, con algunos cambios lógicos porque el mundo evoluciona. Por ejemplo, hemos elevado de 25 a 30 años la edad de los becados. Hace tres años, lo aprobamos en el patronato con él en vida. -Este año, la fundación da el salto a Cuenca. ¿Saltar a otras ciudades era uno de los planes de Gala? Antonio creó la fundación porque quería ayudar a los jóvenes creadores, pero eso no solo se puede hacer desde Córdoba. Su idea era que ojalá hubiera en España más instituciones como esta y cuando vimos que había un concurso público en Cuenca, no lo dudamos. Antonio estaría superencantado de que además de los 15 de aquí, sumemos otros 12 en Cuenca y si pudiéramos ayudar a otros 12 en otro sitio estaría más feliz. -Entonces, ¿no descartan abrir nuevas sedes? -Estamos abiertos a escuchar cualquier proyecto para jóvenes creadores en otra ciudad española o próxima a España. No desestimamos nada. -En alguna ocasión, ha dicho que la fundación es referente en Hispanoamérica, ¿darían el salto al otro lado del charco? -Con total franqueza, yo pienso que si dentro de un año, una capital como Buenos Aires, por ejemplo, decide crear una residencia de jóvenes creadores al estilo de la de Antonio Gala y nos invitan a desarrollarlo, me arriesgo a decir con el 90% de probabilidades que estaríamos encantados. Eso supondría más trabajo e incorporar a más gente, pero no lo descartaría. «Hemos recortado gastos manteniendo e incluso aumentando lo que se destina a cultura» -En este convento está el alma de Antonio Gala, aquí vivió él. ¿Cómo se lleva eso a Cuenca por por uner un ejemplo? -Pues haciendo la fecundación cruzada, manteniendo los mismos horarios, las tutorías y, sobre todo, llevando a un director que ha sido director aquí y «ha mamado», con perdón, toda la filosofía de Antonio Gala y se ha llevado lo sustancial de la fundación a Cuenca, aunque cambien muchas cosas y tengamos que estar en el AVE más que los maquinistas (jajaja). -Usted dedica muchas horas a la fundación, ¿piensa en el relevo? -Una de mis obligaciones es preparar un relevo. El otro día, una buena amiga me dijo «tú todavía no te vas», pero la vida es como es. Mientras yo me vea con fuerza y ahora la tengo, no tengo por qué dejarlo, pero yo sé que todo tiene un fin. Tengo en mente a alguien para el relevo, pero no lo sabe ni él/ella. -¿Se toma usted vacaciones? -Sí, al cabo del año me tomo un mes. De todas maneras, de vacaciones o no, estoy muchos minutos del día pensando en la fundación. La fundación me permite seguir joven, así que no quiero desconectar. -Después de morir Gala, se editaron varios libros con material inédito y se hizo la serie de ‘La pasión turca’. ¿Ha tenido mucho seguimiento y qué otras novedades cabe esperar? -En España, no estuvo mal, pero ahora Movistar la está pasando en Grecia, en Turquía, en dos países de Latinoamérica y en Italia y muy bien, eso nos deja ingresos. Además, llevamos dos años trabajando en la película de otra de las novelas de Antonio, el que será el director y un historiador están trabajando en el guion y en la adaptación al cine. Hemos publicado tres libros y estamos estudiando publicar otro poemario con material inédito, más que por la parte económica, por mantener viva la memoria de Gala. -Este año, la fundación cumple 23 años. ¿Están pensando ya cómo celebrar el 25 aniversario? -Hay algunas ideas, pero todavía hay ahora estamos centrados en el proyecto de Cuenca. -Cuando llegó, una de las cosas que hizo fue abrir las puertas de esta casa, ¿qué relación tienen los cordobeses con la fundación después de tantos años? -Esa fue otra de las cosas en las que lo convencí, le dije que las puertas cerradas daban la impresión de que estábamos de espaldas a la ciudad. Yo he procurado tener buena relación con las instituciones culturales cordobesas y cada vez hacemos más actividades culturales abiertas como las exposiciones, el Gala Fest en junio o este fin de semana, el congreso Córdoba Legendaria. Sin embargo, me sorprende que todavía hay gente de aquí que no conoce la casa. Cuando me presentan a alguien que no ha venido, siempre digo lo mismo: «Si eres de Córdoba y no has estado en la Fundación Gala es que no eres cordobés». La fundación no es solo para los jóvenes creadores aunque ese sea nuestro principal objetivo, lo que queremos es hacer por la cultura de Córdoba todo lo posible. Esta casa es maravillosa para dejarla cuatro meses cerradas. Suscríbete para seguir leyendo

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