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  • Atahualpa Yupanqui, a 33 años de su partida - PLAZA DE MAYO

    CABA » Plazademayo

    Fecha: 25/05/2025 01:14

    Su característico estilo y su narrativa sencilla lo llevaron a escribir algunos de los mejores clásicos del folklore nativo, como «Piedra y camino», «El arriero» y «Luna tucumana». En esta nota, la Secretaría de Cultura recuerda al «padre del folklore». Héctor Roberto Chavero, conocido artísticamente como Atahualpa Yupanqui nació el 31 de enero de 1908 en Campo de la Cruz, provincia de Buenos Aires, y falleció el 23 de mayo de 1992 en Nimes, Francia. Hijo de una campesina de origen vasco y de un humilde empleado ferroviario indio y criollo, a los seis años comenzó a estudiar violín con el cura del pueblo hasta que se inclinó por la guitarra tomando clases con el maestro Bautista Almirón en Junín. Allí descubrió la música de Sor, Albéniz, Granados y Tárrega, y también las transcripciones para guitarra de obras de Schubert, Liszt, Beethoven, Bach y Schumann. Su seudónimo de Atahualpa surgió en 1913, durante un trabajo escolar en homenaje al último soberano inca. Años más tarde, le agregó el Yupanqui. La traducción de su nombre significa «el que vino de lejanas tierras a contar», derivado de los siguientes términos quechuas: Ata «venir», Hu «de lejos», Alpa «tierra» y Yupanqui «contar». En 1917 se instaló en Tucumán junto a su familia y, a los 19 años, compuso su popular canción «Camino del indio». Durante su juventud, recorrió gran parte de la Argentina, experimentando costumbres y sonidos que luego plasmó en sus composiciones. Allí en Tucumán, en 1942 conoció a la pianista Antoinette Paule Pepin Fitzpatrick apodada Nenette, nacida en Francia y formada musicalmente en nuestro país. Con Nenette se casó en Montevideo y continuaron juntos durante 48 años. Ella firmaba con el seudónimo de Pablo del Cerro, y fue coautora de 65 canciones de enorme éxito, como «El arriero» y «Luna tucumana». En la década del 60 se consolidó en el exterior, ofreciendo conciertos en Colombia, Japón, Marruecos, Egipto, Israel, España y Francia donde finalmente se estableció. Si bien visitó esporádicamente el país, con el regreso de la democracia presentó varias obras en el famoso café concert y galería La Capilla. A lo largo de su carrera, tocó con innumerables músicos y compartió créditos con grandes compositores grabando más de 1200 canciones y cerca de 300 canciones registradas como propias. Además, como escritor publicó el libro Piedra Sola (1941) y la novela Cerro Bayo (1947) que inspiró la película Horizontes de Piedra (1956). A lo largo de su vida, Yupanqui recibió diferentes distinciones. Entre ellas, el Premio de la Academia Charles Cross (1950); Primer Premio de Karlovy-Vary (Checoslovaquia) por la música de este film (1956); Premio Academia Charles Cross por mejor disco extranjero (1986/1989); Disco de Oro por difundir la música criolla por el mundo (1973); Premio «Tecno 80» en el Festival de San Remo (Italia, 1980), y el Diploma de Honor del Consejo Interamericano de música de la OEA Washington (1983), entre otros. En 1989 creó la «Fundación Yupanqui», en su casa de Cerro Colorado, refugio que el maestro utilizaba al regresar de sus giras por el mundo. Ese año, Atahualpa fue internado en Buenos Aires por una dolencia cardíaca. El 14 de noviembre de ese año murió Nenette y, en diciembre de 1991, Atahualpa se presentó en Buenos Aires, en el que sería su último concierto en la Argentina. Don Ata, como también le decían, falleció el 23 de mayo de 1992 en Nimes, Francia. Sus cenizas se encuentran en los jardines de su Casa Museo de Cerro Colorado (Córdoba), a la sombra de un roble junto a las de Santiago Ayala, lugar donde también se exhiben sus libros, los puñales de su abuelo, ponchos, aperos y distintos regalos que le entregaba el público durante sus giras por el mundo.

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