Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Artista de Gualeguaychú lanzó una rifa de arte como fuerte crítica al mercado

    Gualeguaychu » Reporte2820

    Fecha: 21/05/2025 04:18

    En Argentina, donde el mercado de arte parece un privilegio reservado para unos pocos, el artista entrerriano Raúl Albanece propone una idea tan simple como disruptiva: rifar sus propias obras. Crédito: Ruyina Abraham. Una estrategia que no solo busca acercar el arte a nuevos públicos, sino que se transforma en una performance crítica sobre el estado actual del sistema artístico nacional. Es un miércoles cualquiera en Gualeguaychú. Mientras la ciudad se despereza entre rutinas y bocinazos, en un pequeño taller desbordado de recortes, telas y papeles intervenidos, el artista Raúl Albanece está a punto de publicar en sus redes un anuncio singular: por el valor de una entrada de cine, cualquiera podrá participar del sorteo de una obra de arte original. No es la primera vez que lo hace. Tampoco es la primera vez que genera revuelo. Cada vez que lanza una de estas "rifas artísticas", Albanece sacude con sutileza las estructuras que sostienen —o desequilibran— el mercado de arte argentino. Y lo hace con un objetivo claro: “La idea no es regalar el arte, sino cambiar la forma en que llega a las personas. Democratizarlo. Que alguien que nunca pensó en tener una obra original en su casa pueda comenzar una pequeña colección”, explica. Rifas, azar y política La rifa, como concepto, remite al azar, a lo lúdico, a la posibilidad de que algo valioso pueda cambiar de manos sin pasar por los filtros habituales del capital o la especulación. Pero en manos de Albanece, este gesto cotidiano se transforma en un acto político, incluso poético. Cada rifa está cuidadosamente diseñada: hay una obra única en juego, firmada, fechada, enmarcada. A veces es un collage, otras veces una pieza textil o una obra sobre papel. La comunicación es clara, directa, cercana. No hay intermediarios, galeristas ni comisiones. Quien gana, recibe la obra en su casa. Quien no, al menos, se siente parte de algo más grande: una acción colectiva que subvierte las reglas del juego del arte tradicional. “Rifar una obra es también un modo de señalar lo absurdo de este sistema, en el que la mayoría de los artistas no puede vivir de su trabajo, mientras el arte se convierte en un objeto de lujo inalcanzable para casi todos”, reflexiona Albanece. “Es una obra performática en sí misma. Una intervención sobre el mercado. Una forma de resistencia”. Un mercado fantasma Hablar del mercado de arte en Argentina es adentrarse en un terreno frágil, plagado de tensiones, desigualdades y silencios. Salvo por algunas pocas excepciones —nombres consagrados, respaldados por galerías y coleccionistas poderosos— la mayoría de los artistas visuales sobreviven entre ferias eventuales, ventas esporádicas por Instagram y trabajos paralelos que financian su producción creativa. No existen políticas públicas sostenidas que promuevan la compra de obra nacional. No hay incentivos reales para el coleccionismo joven. Las galerías comerciales están concentradas en Buenos Aires y muchas operan con una lógica excluyente. Y la educación formal raramente enseña a valorar la obra de arte como objeto accesible y transformador. En este contexto, la propuesta de Albanece no solo es una salida ingeniosa, sino también una denuncia sutil: “Cuando no hay un mercado estable, uno tiene que inventárselo. Aunque sea con lo que hay: una rifa, una red social, una comunidad que cree en el valor simbólico de lo que hacés”, señala. Arte, comunidad y acceso Pero esta estrategia va más allá del mero acto de sortear una pieza. Cada rifa es también una oportunidad para generar comunidad. Albanece construye, desde hace años, una red sólida de seguidores, estudiantes, curiosos y coleccionistas incipientes que valoran su trabajo no solo por lo estético, sino por su coherencia ética y su dimensión pedagógica. “La mayoría de quienes participan no están buscando hacerse ricos con una obra de arte. Quieren algo que los represente, que los inspire, que tenga historia. Algo que puedan mirar todos los días y recordar que también son parte de este movimiento”, cuenta el artista. Esa relación directa con el público, sin intermediarios ni jerarquías, es también una forma de devolverle humanidad al circuito artístico. “Me interesa más que alguien cuelgue mi obra en su cocina y la mire mientras toma mate, que verla en una subasta elitista o almacenada en una bóveda esperando aumentar su valor”. El arte como experiencia expandida Desde cierta mirada, esta práctica puede ser leída como una performance expandida. Cada etapa —la publicación, la inscripción, el sorteo, la entrega de la obra, las fotos del ganador— es parte de una dramaturgia que transforma el acto de comprar arte en una experiencia estética y participativa. Albanece no se limita a ofrecer un objeto: propone una vivencia, un relato, una oportunidad para cuestionar nuestras propias ideas sobre el arte, el valor y la pertenencia. En este sentido, cada rifa no solo pone en circulación una obra, sino también una crítica, un gesto poético y una pregunta abierta: ¿quién puede —y quién no puede— acceder al arte en este país? ¿Y si el futuro fuera más simple? Tal vez, en un tiempo donde el mercado del arte se debate entre la mercantilización extrema y la precariedad estructural, las ideas como la de Raúl Albanece abren una ventana posible. ¿Y si, en lugar de esperar que el sistema cambie, lo cambiamos desde abajo, con acciones mínimas pero cargadas de sentido? “Yo sé que esta no es la solución, pero al menos es un comienzo. Un intento de decir ‘esto también es arte’. Que la obra no se agote en el objeto, sino que se expanda en el vínculo con el otro, en la posibilidad de imaginar un acceso distinto”, dice. Mientras tanto, las rifas siguen corriendo. Las obras viajan de Gualeguaychú a Corrientes, a Tucumán, a Buenos Aires, a pequeños pueblos de las provincias. Cada una encuentra su nuevo hogar. Cada una cuenta una historia distinta. Pero todas comparten algo en común: la posibilidad de haber sido ganadas por azar y por deseo. Por gente común. Por futuros coleccionistas. En tiempos donde todo parece tener precio, pero poco tiene valor, la propuesta de Albanece recuerda que el arte aún puede ser un acto de generosidad, de comunidad, de subversión. Y que incluso una rifa, en las manos correctas, puede convertirse en una obra de arte.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por