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Gualeguaychu » El Dia
Fecha: 17/05/2025 19:50
Desde hace largo tiempo, las personas discriminadas por su condición sexual reclaman el derecho a tener una vida libre. Para luchar contra todo prejuicio, es que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2004, proclamó el 17 de mayo como el Día Internacional contra la homofobia, lesbofobia, transfobia y bifobia, en conmemoración del día en que se eliminó la homosexualidad de la clasificación internacional de enfermedades mentales, por la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 14 años antes (1990). Es indispensable tener en cuenta que, las personas homosexuales, bisexuales, transgénero o intersexuales son víctimas de acoso, tortura, detenciones arbitrarias e incluso de asesinato en todo el mundo, a menudo con total impunidad. La homosexualidad sigue siendo un delito o un crimen en más de 70 países y se castiga con la pena de muerte en 11 de ellos. De hecho, en algunos países, la homosexualidad y la transexualidad aún son consideradas enfermedades. Es necesario aclarar, en cualquier época que vivimos, que la homofobia, la lesbofobia, la transfobia y la bifobia son constructos sociales que se alimentan de muchas áreas, emociones y pensamientos, en general carentes de información real, pero que genera un impacto tangible y negativo ya que limita, cercena, ahoga, aísla y aleja. Puede interesarte En muchos casos, este tipo de posturas discriminatorias, como tantas otras, quitan la posibilidad de diálogo y de encuentro, y sobre todo esconde y oculta. Una persona segregada ya sea LGBTIQ+ o de cualquier minoría, pierde lugar en la sociedad: pierde oportunidades en la vida cotidiana, tanto de expresión como de acción, ya que no puede trabajar de forma natural, andar en la calle con tranquilidad, sentir sin pensar que ese sentir puede ponerla en riesgo. ¿Cómo puede pensar en crecer una sociedad si se pierde puntos de vista diferentes, experiencias, formas de vivir? Esto se alimenta, básicamente, con los discursos de odio. ¿Pero qué son? La licenciada Agustina Díaz, especializada en la materia, los definió como “palabras y argumentos que, a través de la fijación de estereotipos negativos, buscan discriminar, hostigar, humillar o perseguir a determinados grupos sociales y a las personas que lo integran, por el solo hecho de corresponderse con esa identidad. Hay, a lo largo de la historia (sobre todo la moderna), muchas formas de este tipo de discursos, pero en el marco de todos esos, la misoginia y la homofobia han estado de alguna forma u otra siempre presentes. No cabe dudas que durante el siglo XX y lo que va del XXI, los derechos de las mujeres y las disidencias se han ido ampliando en la medida que se fueron consagrando en el plano internacional los derechos humanos. Esto ha significado avances en el plano cultural, simbólico, comunicacional y por supuesto también en el plano normativo, que es tan importante. Sin embargo, desde hace un tiempo, grupos políticos reaccionarios y anclados en un pensamiento autoritario han abonado a la proliferación de estos discursos contra las diversidades sexuales. Necesitamos reflexionar, para ver dónde estamos, dónde estuvimos, en qué hemos avanzado, en qué se ha retrocedido y sobre todo seguir, de alguna forma u otra, comprometiéndonos con la construcción de una sociedad en donde no haya peros para la defensa y el respeto de la dignidad”. Voces de Gualeguaychú La ciudad no está exenta de los discursos de odio. Muchas personas, atravesadas por ellos o por miedo a sufrirlos, deciden no mostrarse como son. Sin embargo, podemos reconocer experiencias que no están sujetas a las ataduras de la homofobia. A sus 33 años, Jhonattan Rodríguez se desempeña como bailarín y profesor de danza desde 2009. Además, hace 17 años que participa como integrante en el Carnaval del País, siguiendo el legado de sus padres. “Arranqué a bailar desde muy chiquito, folclore, con Irineo López y Fernanda Marchesini en el Instituto de Danza de Nina Fuentes. Después de ver por una ventana a mis compañeras bailar clásico, quise aprender a hacerlo”, contó Jhoon (como le dicen sus allegados) y agregó: “No me dejaban porque no era una disciplina ‘para varones’ en ese momento, y a escondidas empecé con mi mamá en clases de danza para adultos. Luego, Nina me invitó a sumarme y a partir de ahí no paré más. Al principio, sentí una presión social enorme: ‘Cómo un hombre va a bailar’; incluso sin que mi familia me lo prohibiera. Creo que fue más el miedo a qué van a pensar de mí que otra cosa. La excusa para mostrarme fue una competencia en Buenos Aires. En aquella oportunidad bailé libremente”. Jhonattan Rodríguez es bailarín y profesor de danza desde 2009 A pesar de esto, no fue todo fácil en su camino: “Mucha gente que me ha dicho ‘estás haciendo cosas de mujeres’, ‘estás haciendo cosas de putos’, pero nunca me importó demasiado, porque lo seguía haciendo y lo sigo haciendo hasta el día de hoy. Lo mismo me pasó con el Carnaval”. También destacó que, en muchas oportunidades, le gritaron en la calle, sufrió miradas discriminadoras o risas por la vestimenta que usaba, o por su pelo teñido, y los comentarios odiosos en las redes sociales. El rol de la sociedad no deja ser importante en la formación de las personas y en ese aspecto Jhonattan fue optimista: “Nos queda mucho de homofóbicos en la sociedad, incluso en la comunidad LGBTIQ+. Sin embargo, al ser profesor y estar en contacto con alumnos, ellos me enseñan todo el tiempo los grandes cambios que hay, y me sorprenden para bien. Me alegra mucho ver que las mentes están un poco más abiertas”. Entre otras cosas, destacó el rol del arte en su vida, como una herramienta: “Me salvó de un montón de situaciones, entre ellas de estar deprimido. A veces es necesario encontrar un lugar seguro donde expresarnos y poder compartirle al mundo lo que realmente somos”. Emilce Camera, por su parte, es profesora de teatro y actriz. Su análisis de la sociedad es profundo: “Vivimos un tiempo excesivamente revuelto, en el que se vuelve difícil construir y tejer redes para quienes creemos que el camino es lograr una sociedad más justa e inclusiva. A los discursos de odio que hoy intentan derrumbar todo, le ganamos con nuestras acciones día a día”. Emilce Camera es profesora de teatro, actriz y jugadora de vóley En su vida, contó haber pasado por momentos no gratos por ser mujer trans, por ejemplo, en boliches o en el ámbito del deporte que practica: “Juego al vóley y aunque es un espacio bastante seguro y cómodo para la diversidad, también he tenido que escuchar comentarios desafortunados, generalmente por atrás. Por suerte, han sido hechos aislados. En lo personal intento evadirlos, pero depende el grado de violencia con el que estos se produzcan a veces respondo y hago relucir la pedagogía travesti. Actualmente, los discursos de odio funcionan para usar a la comunidad LGBTIQ+ como chivo expiatorio de los problemas reales que existen en el mundo. Lamentablemente tienen consecuencias muy graves en hechos concretos de violencia y eso es lo que intentamos manifestar cuando los repudiamos enérgicamente. Son inaceptables porque siguen perpetuando la discriminación, la exclusión y la estigmatización”, sentenció Emilce.
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