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  • Isaac Fonseca y 'Brigadier' redimen un espeso espectáculo de mansedumbre bajo la tormenta

    » Diario Cordoba

    Fecha: 15/05/2025 05:35

    Ficha del festejo Ganado: seis toros de Pedraza de Yeltes, de muy aparatoso volumen (dieron una media de más de 620 kilos de peso) y de astifinas cabezas. Con una extendida falta de raza, varios sacaron genio de mansos en el caballo mientras que en la muleta se rajaron más o menos discretamente, moviéndose sin entrega, o se defendieron con violencia. La excepción fue el sexto, el de más peso, que se arrancó de largo en varas, tuvo nobleza en la muleta y al que se dio la vuelta al ruedo en el arrastre. Román, de azul azafata y oro: pinchazo, estocada trasera y dos descabellos (vuelta al ruedo tras aviso); cuatro pinchazos, media estocada baja atravesada y seis descabellos (silencio tras aviso). Jesús Enrique Colombo, de corinto y oro: estocada delantera (vuelta al ruedo tras petición de oreja y aviso); estocada baja (silencio). Isaac Fonseca, de purísima y oro: estocada baja delantera (silencio); pinchazo y estocada desprendida (oreja). Entre las cuadrillas: Borja Lorente se lució picando al sexto, al que lidió templado Raúl Ruiz y con el que saludaron en banderillas Juan Carlos Rey y Tito. Plaza: quinto festejo de abono de la feria de San Isidro, con tres cuartos del aforo cubiertos (17.782 espectadores, según la empresa), en tarde tormentosa, con frío, viento constante y lluvia durante la lidia de los toros segundo, tercero y cuarto. El diestro mexicano Isaac Fonseca, que cortó una oreja, y el toro 'Brigadier', un ejemplar de 667 kilos lidiado en sexto lugar y al que se premió con la vuelta al ruedo en el arrastre, redimieron hoy en Madrid un largo y espeso espectáculo de casi cuatro toneladas de mansedumbre, entre la lluvia y el viento de una tarde tormentosa. Cuando salió ese torancón colorado pasaban más de dos horas desde que se hizo el paseíllo y el tendido se había desalojado ya de la mayoría de un público aterido de frío, empapado por la lluvia y aburrido por el tedio provocado por las lidias de los toros anteriores, cinco enormes "contenedores", con una media de más de 620 kilos de peso, pero con poca carga de verdadera bravura. Por tanto, ver arrancarse en varas ese descomunal sexto de Pedraza desde los medios, donde lo quiso lucir Fonseca, fue lo que los aficionados toristas, y los no tanto, parecían estar esperando para tener algo que llevarse en la memoria en un festejo tan desapacible en todo. Después de tres entradas al caballo, al que chocó y empujó con fuerza 'Brigadier', fue la misma cuadrilla del mexicano quien se encargó de mantener la euforia en un forzosamente lucido tercio de banderillas, antes de que su menudo matador tomara la muleta para intentar lucirse con el toraco que, también por suerte y por excepción, sacó nobleza y descolgó sus embestidas. Isaac Fonseca le abrió decidido el trasteo, citándolo de largo y con las dos rodillas en tierra, para ligarle así cinco o seis intensos muletazos a los que el "pavo" respondió con buen son, igual que en el resto de tandas con la mano derecha que le fue instrumentando pero en las que, muy sangrado en varas, el colorado fue perdiendo gas paulatinamente. Aun así, y a pesar de que no hubo acople por el pitón izquierdo, el trasteo mantuvo en alto el ánimo del tendido, al que Fonseca todavía alegró más con un vistoso final de ayudados, cambios de mano y pases de pecho ya con el toro en las mismas tablas, donde acabó de refugiarse tras un pinchazo previo y donde el mexicano aún acertó, con decisión, a meterle la espada en un segundo intento. La oreja para Fonseca, justificada, y la vuelta al ruedo para el toro, algo exagerada, se pidieron casi a la vez, en lo que fue el final feliz de una tarde espesa en el ruedo y dura de presenciar desde el tendido, entre el frío y la lluvia de una negra tormenta primaveral que se desató justo después de que Román se marcara una vuelta al ruedo por su cuenta tras lidiar al primero. Fue este de Pedraza, con aspecto de toro de casta navarra, un ejemplar rajado casi desde el principio, pero que repitió a la muleta con emotiva fluidez siempre y cuando su matador, como así hizo Román, no le exigiera en exceso, con el trazo lineal y abierto de los muletazos que le ligó con asiento en varias tandas, en las que ninguno molestó mucho al otro. El cuarto, de muy escaso fondo, también quiso rajarse pronto, afligido tras los primeros pases que le intentó robar Román ya con el frío cayendo sobre Las Ventas, después de que cesara la lluvia bajo la que Fonseca tuvo que lidiar al cinqueño que hizo tercero, que embistió siempre con unos arreones que no logró someter el azteca en un esfuerzo improductivo. Por su parte, el venezolano Jesús Enrique Colombo banderilleó con escaso ajuste a un lote que se le arrancó a todos los cites de los segundos tercios, solo que si al segundo le faltó empuje y celo en un deslavazado trasteo, el quinto mantuvo sus bríos de manso para repartir unas bruscas oleadas que por momentos estuvieron a punto de desbordar al suramericano.

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