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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/05/2025 06:44
Moena también confesó un crimen que perpetró en 1991, pero el cuerpo de la víctima nunca fue hallado. El 6 de abril de 2010, Erasmo Antonio Moena Pinto (55), estranguló a dos mujeres en un lapso de seis horas en la región chilena de Valparaíso (120 kms al oeste de Santiago), ganándose de inmediato el apodo del “Psicópata de Placilla” por parte de la prensa. Sin embargo, su historia delictual había comenzado mucho antes con varias violaciones y otros delitos que lo tuvieron en la cárcel y un asesinato que, aunque confeso, nunca pudo ser probado debido a que el cuerpo de la víctima jamás apareció. Con una frialdad espeluznante, Moena dio detalles de sus crímenes años después desde la cárcel en una entrevista con el programa de televisión “La Mañana” de CHV, en la que se despachó frases de manual psiquiátrico como “en el arrepentimiento no creo. Si uno se arrepintiera, no hace maldades” y “la rehabilitación para mí no existe”. “Me siento peor que Hannibal Lecter en ‘El Silencio de los Inocentes’ (...) me provoca ruido saber realmente por qué tengo esta falta de empatía con el resto de las personas, quiero saber qué es lo que tengo, si un daño en el cerebro, si está en mi ADN ser así, no sé”, aseguró en esa oportunidad con tono casi existencialista. Y es que a pesar de tener una inteligencia más alta de lo normal y de haberse criado en un entorno sin maltratos ni abusos, desde su juventud Moena mostró una inclinación a los excesos y la violencia que lo llevó finalmente a ser condenado a 61 años de presidio perpetuo, sin poder optar a beneficio alguno hasta el año 2071. “Le voy a quedar debiendo años a la sociedad”, admitió sarcástico. Moena tuvo una infancia sin maltratos y fue a buenos colegios. Sus inicios y el primer crimen Nacido en la ciudad de Tomé en 1970, desde pequeño Moena tuvo un alto rendimiento escolar, aunque no era bien visto por sus compañeros debido a actitudes demasiado sexuales para su edad. Con 14 años fue expulsado de un colegio privado en Concepción (500 km al sur de Santiago), acusado de diversos robos, y una vez en la universidad traficó películas pornográficas para costear sus gastos. A los 20 años cometió su primer delito y asaltó un almacén de barrio, pero ya que no tenía antecedentes previos fue dejado en libertad. Tras solo un semestre estudiando, se mudó a la comuna de Coelemu (470 km al sur de Santiago), donde conoció al peluquero Marco Antonio Cortés y vivió una época de fiestas, drogas y excesos. Y aunque algunos testigos señalaron que fueron buenos amigos e incluso mantenían una relación sentimental, lo cierto es que el 27 de agosto de 1991 Moena lo mató por motivos que nunca fueron aclarados: lo descuartizó y junto a dos amigos, quemó su cuerpo con bencina y lo arrojó al caudaloso río Itata. Así lo declaró “Paola”, una de sus cómplices involuntarias: “‘Ya’, me dijo, ‘¿querí saber? Yo maté al Marco’, me dijo. Dijo que lo había ahorcado con un cordel, después le había pegado un golpe y él había caído contra la calle y se había azotado contra la solera. Me dijo ‘yo me tengo que deshacer del cadáver, pero no sé cómo hacerlo, no puedo hacerlo solo’”, contó la mujer, según consignó La Cuarta. “Lo encontrábamos tan cruel, lo que estaba hablando él. Hasta que dijo ‘¿saben qué? Lo vamos a quemar y tirar al río’. Nosotros, con mi amigo, nos mirábamos y no podíamos creer lo que estábamos escuchando”, explicó la mujer. El grupo trasladó el cuerpo en una carretilla. “Él hizo todo. Nosotros nos quedamos parados. Después mi amigo dijo que iba a ir al baño y se fue. Me dejó sola con (Moena) ahí. Erasmo me dijo que teníamos que rezar, y rezó un Padre Nuestro y un Ave María. Después le prendió fuego”, detalló. “Creo que todos los días de mi vida me voy a arrepentir por lo que hice”, remató su testimonio. Moena también le contó este crimen a una pareja que tenía en la comuna rural cercana de Quirihue, quien rápidamente lo delató a la policía. Y aunque terminó confesando el hecho y los buzos inspeccionaron el río Itata de arriba abajo, el cuerpo del peluquero Marco Antonio Cortés nunca fue encontrado, por lo que el futuro “Psicópata de Placilla” fue finalmente absuelto. “Mi amigo estuvo en el lugar equivocado, en el momento equivocado, vio cosas que no tenía que ver e hizo cosas que no tenía que hacer”, reconoció sobre este crimen por el que nunca recibió condena. Tras salir en libertad después de 18 años, el "Psicópata de Placilla" comenzó una escalada de violencia. Las violaciones y el doble homicidio Moena entró y salió de la cárcel por delitos como robo con violencia y tráfico de drogas y en total pasó 18 años tras las rejas. Salió en libertad el 14 de marzo de 2010, pero solo cuatro días después trató de ultrajar a una menor de edad en un terminal de buses, y el 20 y 25 de marzo forzó a otras dos mujeres, también en Mulchén. A sabiendas de que era buscado por la policía, se trasladó entonces hasta la región de Valparaíso, donde publicó un aviso en un diario local ofreciendo un trabajo de secretaria con un sueldo bastante atractivo. La primera en responder a la oferta fue Loreto López, de 39 años, quien viajó el 6 de abril de 2010 desde Santiago para reunirse con Moena en Viña del Mar. Desde ahí el agresor la llevó con engaños hasta el sector de Placilla -donde supuestamente estaba la empresa-, y la atacó sexualmente, la asfixió y luego cubrió su cuerpo con ramas. “No sé, se fueron dando las cosas, una cosa llevó a la otra (...) Hice como en la cárcel, cuando tengo un problema y estoy medio atrapado, tengo que deshacerlo (...) Y me tuve que deshacer de ella”, relató en la mencionada entrevista televisiva. Unas seis horas después, el asesino fue contactado por Andrea Quappe Pinto (43), quien le pidió explicaciones sobre el paradero de su amiga Loreto. Mediante artimañas, Moena la atrajo a otra zona boscosa en las afueras de Viña del Mar y le partió la cabeza con una piedra. “Hice lo que he hecho toda mi vida: deshacerme de lo que me estorba. Y en ese momento ella me estorbaba”, admitió calculadoramente. Dos días después y en coordinación con la policía, una prima de la primera víctima actuó como señuelo y fingió interesarse en el ofrecimiento laboral, concertando una cita con Moena en el terminal de buses de Valparaíso, donde finalmente fue arrestado casi sin oponer resistencia. Erasmo Moena nunca mostró un signo de arrepentimiento. “Sádico y narcisista” Tras su confesión y una vez hallados los cadáveres, entre sus pertenencias le encontraron varias prendas de ropa interior de sus víctimas, las que guardaba como trofeos. También una pistola y cinco automóviles, dos de los cuales pertenecían a las malogradas mujeres, aunque nunca se supo quiénes eran los dueños de los otros tres. La investigación fue encabezada por el propio ministro de Interior de la época, Rodrigo Hinzpeter, y acaparó las portadas de los diarios por meses. Durante su juicio, el “Psicópata de Placilla” no mostró arrepentimiento alguno. “A lo mejor no me van a perdonar nunca. Tampoco me interesa el perdón de ellos”, sostuvo tajante. El psiquiatra forense del Servicio Médico Legal, Ítalo Sigala, diagnosticó su personalidad como “narcisista”, “sádica” y “antisocial”, con un gran poder de convencimiento. “Es como que yo me desdoblara y el que está actuando es otra persona”, manoteó sobre su actuar al final de esa única entrevista televisiva, para finalizar con una frase que hasta el día resuena desde su celda en la cárcel de Valparaíso: “Un monstruo no nace, se hace”.
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