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Gualeguaychu » El Argentino
Fecha: 26/04/2025 23:24
La visita del ex Redondo de Ricota y la muerte de Julia Flammini en abril de 2014, son dos hechos indivisibles. No se puede hablar, ni recordar un caso sin el otro. 60 puñaladas que sirvieron para marcar un antes y un después en los casos de femicidio. Sábado, 26 de Abril de 2025, 21:36 Por Carlos Riera Cuando se rememora lo ocurrido en Gualeguaychú hace una década atrás, se recuerda el famoso recital del Indio Solari en el Hipódromo y lo que se generó a partir de ello. Pero también sucedió un hecho policial que enlutó lo que debía ser una fiesta. Julia Flammini fue asesinada por decirle “No” a su asesino, que hoy cumple con una prisión perpetua en la Colonia Penal. Julia tenía 29 años, era oriunda de Azul y trabajaba como abogada en La Plata dentro de un organismo gubernamental. Había llegado a Gualeguaychú dos días antes del recital y ya tenía una reserva realizada en el bungalow 23 de las Termas del Gualeguaychú, en donde se hospedaría junto a Andrés Roldán, que pocas horas después se convertiría en su asesino. Entre ambos no había ninguna relación amorosa. Se habían conocido en un recital del Indio en Mendoza y habían tejido cierta amistad junto a otros seguidores del ex Redondito de Ricota. Entre todos se organizaban para conseguir hospedaje y viajar en grupo desde Buenos Aires a cada lugar donde se presentara el convocante artista. La ciudad se veía colmada por el recital del Indio Solari Para esta oportunidad, Flammini viajó junto a un amigo que se hospedó en un apart dentro del complejo termal. Roldán iba a hacer con su hija que por ese entonces tenía 14 años, pero finalmente la adolescente no viajó a Gualeguaychú y con Julia acordaron entre ambos compartir los gastos de la cabaña. Otra pareja de Florencio Varela, que viajó con Roldán, se hospedó en el bungalow 22, contiguo a donde se cometió el crimen. Un ataque que no dio tiempo a nada Esa misma tarde del 10 de abril en que todos llegaron a Gualeguaychú, y mientras Julia Flammini y Andrés Roldán estaban en la cabaña del complejo, la joven abogada comenzó a enviarle mensajes a su amigo alojado en el apart, diciéndole que Roldán “se estaba propasando”. Incluso ella le preguntó si no tenía inconveniente en poder alojarse con él porque Roldán estaba en otra sintonía. Quienes la describieron a Julia en el juicio lo hicieron con halagos. Era una joven muy bonita, profesional, independiente y sobre todo muy sociable, por lo cual Roldán creyó que podía tener un acercamiento con ella, aprovechando el lugar, el contexto y la soledad, pero se equivocó. El amigo de Julia, al recibir el mensaje donde ella le manifestó cierta preocupación y miedo por la reacción que pudiera tener Roldán, o lo que pudiera hacer, no dudó en decirle que se mudara a su alojamiento, pero tras ello ya no tuvo mas respuestas por parte de la joven. Roldán en la visita judicial en el lugar de los hechos Luego y en forma simultánea ocurrieron dos cosas. Alrededor de las 17, un empleado de las Termas se acercó hasta el bungalow 22 donde estaba la pareja de Florencio Varela que había viajado con Roldán para informarles que su amigo se había quedado empantanado en un sector dentro del complejo. Cuando van a socorrerlo, Roldán abandonó el auto Renault Clío de color negro y salió corriendo en dirección al monte, perdiéndose de vista. El auto fue remolcado hacia los bungalows donde se alojaban y cuando llegaron, otro empleado observó que por debajo de la puerta de la cabaña 23 vertía agua del interior. La puerta estaba cerrada y se pensó que la llave podía estar dentro del Renault Clío que había sido remolcado. Efectivamente la llave del bungalow estaba en el vehículo, pero cuando abrieron la puerta el panorama con el que se encontraron fue terrible. El agua salía a borbotones desde el baño, y a medida que se acercaron hasta ver qué era lo que pasaba, la sangre comenzaba a teñir todo. Uno de los empleados del lugar salió corriendo para dar aviso de lo que había pasado. Nunca había sucedido nada igual en ese espacio recreativo, por lo cual había mucha desesperación. Fue hasta el ingreso, donde funciona la administración, y alertó al resto de los empleados que debían llamar a la Policía porque había sucedido un crimen en el bungalow 23. Casualmente, en la administración se encontraba el amigo de Julia que había concurrido a hacer un reclamo y al escuchar el desesperado pedido del trabajador a sus compañeros, no dudó en que la víctima había sido la joven con la que había viajado desde Buenos Aires. Roldán al momento de ser detenido en la zona del Corsódromo La Policía llegó muy rápido. Primero fue el personal de la Comisaría Quinta de Pueblo Belgrano y más tarde lo hizo el personal de Criminalística y los funcionarios de mayor rango de la cúpula policial, que estaban todos de guardia por el mega operativo de seguridad que se había desplegado en Gualeguaychú por las miles y miles de personas convocadas al recital. Julia estaba vestida, tendida boca abajo y tirada en forma diagonal en el baño. Tenía zapatillas, un jean, una remera negra y presentaba varias puñaladas con un cuchillo de cocina, que incluso fue encontrado quebrado a un costado del cuerpo. Roldán había tapado el desagüe de la bañadera y dejó verter el agua de la ducha con la posible intensión de que se inundara el lugar y se borraran indicios del hecho. Había abandonado el lugar sin llevarse ninguna pertenencia y por ello se pudo secuestrar su teléfono celular, el auto, la ropa y demás elementos que había en el bungalow. Los policías supieron inmediatamente a quién tenían que buscar. No había dudas sobre quién había sido el autore del crimen. Lo habían visto escapar de la escena. Su auto había quedado empantanado tratando de escapar por el fondo del predio termal. El único problema era encontrarlo en esa marea humana que inundaba las calles de la ciudad. Roldán pasó toda la noche vagando, mezclándose entre el público ignorante de lo que ese hombre de 37 años había hecho. Fue localizado en la mañana del 11 de abril por un móvil de la División Investigaciones en la punta este del corsódromo, justo en la esquina del viejo molino. Cuando lo detuvieron no opuso resistencia y desde ese momento quedó detenido con prisión preventiva. Una condena que sentó un precedente El cuerpo de Julia fue llevado a la Morgue Judicial. El médico forense Marcelo Benetti realizó la autopsia al mismo momento en que se originaba la detención del autor del crimen, y según contabilizó en su informe, el cadáver presentó más de 60 heridas de arma blanca, con distintas profundidades y tipo de cortes. No había dudas de quién había sido el autor del hecho y el móvil estaba claro: las insinuaciones de Roldán y las negativas de la abogada fueron la causa para que hombre arremetiera contra la mujer. “Julia Flammini murió porque no accedió a los deseos sexuales de Roldán”, fue lo que dijo en su alegato final el fiscal Lisandro Beherán. En ese juicio, que se realizó en septiembre de ese mismo año, Beherán detalló una a una las pruebas recolectadas durante la Investigación Penal Preparatoria, que reforzaron su imputación de homicidio calificado por alevosía y violencia de género. Ahí señaló que el ataque de Roldán se debió a que no fue correspondido en su deseo sexual y por ello la atacó en el baño, donde Flammini no tenía escapatoria y era difícil que escucharan sus pedidos de auxilio. También, calificó el relato de Roldán ante los jueces como "inverosímil", donde cada uno de sus dichos fue desbaratado por la prueba, y de irracional la excusa del corte en su mano defendiéndose de un ataque de la abogada. "Las heridas de Roldán en la mano son incompatibles con las formas en la que dijo que se produjeron, sino que son compatibles con el cuchillo con el que le produjo la muerte a Julia y con los hematomas que presentaba la víctima en el rostro", argumentó. El Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú en esa causa estuvo presidido por Alicia Vivian y por los vocales Eduardo García Jurado y Mariano López, y el 22 de septiembre de 2014 dieron a conocer su decisión. Por ese entonces no había juicio por jurados, y los magistrados dictaron una sentencia de 17 años de prisión. No se otorgó la calificación que había peticionado Beherán y por ende se rechazó su planteo de prisión perpetua, al que también había adherido el querellante. Según los jueces no hubo un homicidio calificado en el marco de una violencia de género, sino un homicidio simple. Dos de los jueces habían dictado 17 años y Vivian 12 años. Pero esto no quedó así: tanto el Fiscal, como la querella, e incluso el abogado defensor Pablo Di Lollo -apoyado principalmente en el voto de Vivian que había dictado 12 años de prisión- decidieron recurrir la sentencia la Cámara de Casación de Concordia. Lo que vino después es lo que terminó siendo. La jueza Marcela Davite, de la cámara concordiense, analizó el caso y sostuvo que “puede concluirse que la situación típica de ‘violencia de género’ está debidamente acreditada en la causa, por ello resultaría inútil acudir a un nuevo juicio, por lo que cabe casar la calificación jurídica otorgada por el Tribunal a la conducta de Roldán, y encuadrarla en el delito de Homicidio calificado por mediar violencia de género”. Y agregó: “la imposición de la pena perpetua no lesiona el principio de proporcionalidad que debe haber entre la sanción impuesta, la magnitud del delito y la culpabilidad del autor, ya que sin lugar a dudas el hecho de dar muerte en la forma en que lo hizo, es un delito que reviste singular y extraordinaria gravedad, sin que se hayan verificado razones que muestren un déficit relevante en la culpabilidad”. Es decir, se revirtió el monto de la pena a Andrés Roldán y se encuadró el caso dentro de un femicidio, condenándolo a prisión perpetua. Hasta ese momento, no se había condenado a nadie por femicidio. Era una figura penal relativamente nueva en el país, a raíz de los innumerables casos que hasta el día de hoy ocurren diariamente. Roldán junto a su abogado, en pleno juicio El “No” de una mujer Graciela Bardelli, la madre de Julia, que siguió cada una de las audiencias, debió esperar un año y cinco días para que realmente se hiciera justicia para lo ocurrido con su hija. La familia debió escuchar que el asesino fue juzgado por homicidio simple y condenado a 17 años, sin tener en cuenta la brutalidad del ataque y mucho menos las 62 heridas de arma blanca que recibió. "Roldán debería tomar una determinación, porque respirar es gratis", había dicho a la salida de los Tribunales de Gualeguaychú. Luego, cuando la sentencia se revirtió en Casación, Bardelli opinó que "lo ocurrido con Julia sentará un precedente para los casos de femicidio, y eso es lo que deseo de todo corazón. Quisiera que ninguna mujer deba vivir con miedo, exista o no relación con el victimario”. En aquellos años, al ser la figura del femicidio instaurada en 2012, resultaba penalmente complicado de demostrar. Sin embargo, para Beherán "resultaba evidente que el homicidio de Julia Flammini fue en un contexto de género, sin perjuicio de que no había una relación previa entre víctima y victimario”, y explicó que esa falta de relación previa es precisamente lo que movió al legislador a tipificar dos conductas diferentes, es decir, el homicidio de la cónyuge, pareja, conviviente o no conviviente, ex pareja, etc., y por otro lado el homicidio perpetrado por un hombre, cuando la víctima es mujer y se produce en un contexto de género". En su alegato ante los camaristas de Casación, Beherán mencionó que "el Tribunal (de Gualeguaychú) no tuvo en cuenta que el hecho se produjo a consecuencia de que la víctima no accedió a las insinuaciones sexuales previas de parte del atacante, y así puso a la mujer en una situación de inferioridad, de pretendida dominación por parte del autor, que es lo que la ley de violencia de género pretende resguardar".
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