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» El litoral Corrientes
Fecha: 27/04/2025 02:20
Especial Fernanda Toccalino y Carlos Lezcano El sábado 12 de abril se inauguró en la galería Hipopoety, en Buenos Aires, Ese chico otra vez, exposición del artista Juan Gutiérrez con curaduría de Agustina Wetzel, Manuela Vecino y Fede Fischer. La muestra permanecerá abierta hasta el 17 de mayo. Conversamos esa misma tarde con Agustina Wetzel en el programa “Todos los vientos” de radio UNNE. Ellx es videoartista, curadorx y doctorx en estudios de género. En su proyecto postdoctoral de CONICET, investiga sobre arte queer durante los años 80 y 90 en la provincia de Corrientes. Contanos sobre esta exposición, sobre el trabajo de archivo que han hecho vos, Manuela y Fede. La muestra propone un recorrido por una serie de obras que Juan hizo durante ese período, entre los 80 y los 2000, que es un recorte temporal que hicimos con lxs curadorxs. Juan sigue produciendo hasta el día de hoy, pero para esta muestra decidimos focalizarnos en ese período porque es cuando migra por distintos países y su obra se transforma en esos intercambios. La propuesta curatorial busca generar un diálogo entre esas obras de los 80 y los 2000 con su archivo, que es realmente fantástico y que él ha conservado y cuidado a lo largo de los años. Tiene muchas cosas interesantes como el archivo de la galería que abrió en Corrientes en el año 1984, que se llamó Eidos. La galería estaba en la calle Salta y Junín, duró menos de dos años, pero por allí pasaron artistas como Ofelia Fisman, Dufva Nielsen, Osvaldo Bonomi, Fabriciano Gómez, entre muchxs otrxs. También conserva recortes de diario, posters, publicaciones y fanzines de muestras en las que participó en el exterior. Todas esas cosas las estamos mostrando en distintas vitrinas que acompañan a las obras en la sala, donde hay distintos archivos de su etapa correntina con imágenes de las obras y el póster de su muestra Susana y otras muñecas. Hay también otras vitrinas que contienen archivos de su etapa en Buenos Aires, en San Francisco y en Río de Janeiro. Está muy vinculado al momento post dictadura y refleja un poco cómo era la Corrientes de entonces, verdad? Sí, justamente Eidos abre en 1984. En el texto curatorial hicimos un envío a una nota periodística que escribió Norberto Lischinsky para el Diario Época en sus Confesiones Marginales, del año 1985. Es una nota increíble, muy ácida y pícara, que se titulaba “La camiseta pornográfica de Juan Gutiérrez”. En la crónica, Lischinsky relata un episodio en el que a Juan le prohíben la entrada al Cine Corrientes para ver El último tango en París por llevar puesta una restallante musculosa amarilla. La camiseta es leída como una ecuación al límite de la provocación inmoral para la administración del cine a mediados de los años 80. ¡Impresionante! Claro. Y ese señalamiento hay que pensarlo en el contexto de la transición democrática de Corrientes y en cómo obviamente había una la vigilancia hacia las apariencias y los looks más maricones o más ligados al universo de lo queer y las personas LGTTTBIQ+ que por supuesto sufrían persecuciones y hostigamientos más marcados en la sociedad. Me gustó el nombre de la exposición: Ese chico otra vez… haciendo lío, ¿no? Exactamente, hacia lío expresa bien el espíritu de esas líneas porque lo que queríamos subrayar es, en primer lugar, esa incomodidad que él nos contaba que causaba durante su trayectoria en Corrientes. La muestra Ese chico otra vez surge de un largo trabajo de muchas visitas a su taller y mucho diálogo entre Juan y lxs curadorxs junto a quienes notamos que había una reiteración, una insistencia en su discurso en el que decía sentirse una persona que incomodaba no sólo en cuestiones relacionadas a lo queer, por ser visiblemente maricón dentro de una sociedad muy conservadora, sino que también incomodaba en el terreno de las artes visuales por usar materialidades poco usuales para el canon de la época. Por ejemplo, en 1991, Juan hace Susana y otras muñecas. Es la primera y única muestra individual que hace en la Casa de la Cultura del Parque Cambá Cuá (hoy Centro Cultural Adolfo Mors), y termina siendo realmente una muestra muy increíble porque llena la sala de esculturas textiles de mediano y gran tamaño que son súper eróticas, voluptuosas y sexuales. Su propuesta estaba realmente orientada a exhibir obras donde el contenido sexual, erótico y homoerótico eran clave. Su apuesta era poner en escena este tipo de obras a partir de lo que nosotrxs, lxs curadoras, leemos como maniobras de contrabando porque hacía convivir en un mismo espacio expositivo figuras mitológicas y fantásticas como sirenas, arlequines y duendes, con esculturas de trabajadoras sexuales, sátiros y otros personajes como La Rubia de New York, La Cicciolina Vieja, La Taragui 2000 (una versión futura de la obra de Amado Puyau que la administración de la Casa de la Cultura le hace tapar con una tela por considerarla obscena). Lo que él cuenta mucho en sus relatos es que, en ese momento, en Corrientes, sus esculturas no podían ser leídas como tales porque se alejaban de las materialidades más tradicionales aceptadas por el canon de las Bellas Artes, pensemos que sus esculturas estaban hechas con muñecas de tela, vellón y retazos de su anterior oficio como vidrierista en el Barrio de Once, donde empezó a hacer las muñecas que luego expuso en la muestra. En ese momento, los diarios de Corrientes no podían nombrarlas como esculturas, directamente hay recortes de diarios donde la prensa se refería a sus obras como “muñecas que pueden servir de juguetes”. Juan nos cuenta que fue una inauguración bastante conservadora en un punto ante lo disruptivo de su obra y había gente que iba a ver qué raro era. Tenemos un video, que es un registro de la inauguración de “Susana y otras muñecas”, que vamos a exhibir en la muestra. ¿De dónde crees que abreva? ¿De dónde toma esto y cómo traduce eso? ¿Cómo traduce a un lenguaje estético todo eso que pasaba? Creo que lo lindo es que no se puede pensar en Juan sin sus recorridos por otros países y cómo estos países lo afectaron. Él vivió mucho tiempo en Río de Janeiro y en San Francisco. Tiene también un corto paso por Buenos Aires. Y creo que cada ciudad le da algo diferente. Por ejemplo, en Río Janeiro es su destape gay. Y ahí es donde él empieza su serie de dibujos homoeróticos. Y el nombre de la muestra, Ese chico otra vez, también tiene que ver con esa estrategia de él que es dibujar para recordar, porque esos dibujos parten más que nada de encuentros amorosos que tiene con chicos en Río de Janeiro que, en vez de fotografiar, dibuja para recordar. Llama la atención que ninguno de esos dibujos fue mostrado en Corrientes o en otros contextos. Su etapa en San Francisco deja ver otras variables más relacionadas a su vida como migrante en comunidades latinas en Estados Unidos. ¿Cómo aparece, si aparece, la alusión del SIDA (como se llamaba entonces) en su obra? Sí, aparece y también es una parte a la que damos especial atención en la muestra. El hace dos instalaciones sobre este tema durante su estancia en San Francisco. En esa ciudad vive en el barrio latino, y gracias a las solidaridades latinas y chicanas, consigue trabajo en un lugar que se llama Mission Cultural Center for Latino Arts. Es una institución que reúne a artistas latinxs y chicanxs, donde todos los años se celebra el Día de los Muertos de tradición chicana. Es en ese contexto que Juan, en dos ocasiones, exhibe las instalaciones Altar dedicado a los muertos de sida (1994) y Cuartos para los muertos (1999), que son altares dedicados a la crisis del vih/sida, realmente muy impactantes. Los altares tienen dimensiones bastante proporcionadas, ocupaban un gran espacio dentro de la sala y siempre en el marco de exposiciones colectivas. Por supuesto, cuando él está en San Francisco la pandemia del vih se recrudece. Entonces, eso es algo con lo que él dialoga todo el tiempo, especialmente porque también trabaja como voluntario en hospitales ayudando a personas que estaban en situaciones de extrema fragilidad. En Corrientes conocemos, sobre todo, su época de taconeo. Esos zapatos tan interesantes como divertidos, por lo que son en su forma y por lo que significa cada uno de ellos, reforzado la idea con los títulos que le pone. ¿Se va a exhibir algo de esta serie también? Sí, los zapatos son de un poco más tarde, pero llegan a contemplarse dentro de los 2000 y están en la muestra de todos modos. A nosotros los zapatos nos fascinan, son súper icónicos, pero también nos llama la atención que en Corrientes solo se mostraron los zapatos y las series de acuarelas. Es solo esa serie fragmentaria de su obra la que llega a mostrarse en Corrientes. Entonces ahí surge también la pregunta: ¿qué pasa con todo el resto que no se está mostrando? Claro. Ahí hay una selección de qué se muestra y qué no. Y por eso también creo que ese título que elegimos para la muestra, Ese chico otra vez, tiene que ver con esto que hablábamos de una persona que incomoda el statu quo. El momento del SIDA dispara un montón de cosas, pongamos una fecha arbitraria que a partir de los 2000, todo empieza a cambiar, lo plural, las posibilidades, las diversidades empiezan a ganar derechos y a poder expresarse con mayor libertad y a vivir su vida con mayor libertad. ¿Esto se nota en su obra o no se nota en su obra? Sí, absolutamente. Imagínate que, en el contexto de San Francisco, donde, al igual que en Buenos Aires, lxs artistas estaban muy comprometidos ante el avance del vih al interior mismo de la comunidad artística. Entonces, era muy común que se activaran redes y generosidades entre artistas que, en algunos casos, trabajaban también como voluntarios en hospitales. Liliana Maresca, por ejemplo, era voluntaria. Santiago García Sáenz también. Se daban espontáneamente colaboraciones de ese tipo donde iban a voluntariar a hospitales. Y el caso de Juan es el mismo, solo que él estaba en San Francisco, entonces va a hospitales de allá como voluntario, como al Kaiser Hospital de San Francisco. Pero llama la atención particularmente que estas instalaciones en torno a la crisis del vih/sida que él muestra en el Día de los Muertos de tradición chicana y en el contexto de exposiciones colectivas, se las censuran y las hacen tapar con una cortina que tuvo que amañarse y hacer horas antes de inaugurar. Entonces, ahí unx se pregunta: ¿qué pasa con el pacto sepulcral? ¿Cuáles son las muertes dignas de visibilidad y las muertes que no? ¿Y qué es lo que se está poniendo en escena y que no? ¿Qué se tapa, qué se censura? Claro. En los archivos fotográficos que Juan conserva pueden verse las cortinas que tuvo que hacer para tapar sus altares. Eso sí me parece una estrategia de censura explícita de su obra, y no solo una selección. Llama la atención que la censura se daba en el contexto del Día de los Muertos, sin embargo, no todas las muertes parecen dignas del pacto sepulcral, aunque sea en el terreno de la representación y las artes visuales. Así que ese fue el destino de su obra en relación al vih/sida en San Francisco. Si bien las cosas fueron cambiando en torno al vih/sida en Argentina, con Milei estamos yendo hacia atrás por el desfinanciamiento de políticas públicas destinadas a mejorar la calidad de vida de lxs pacientes. Valoramos mucho el trabajo que hacen vos, Manuela y Fede. Este trabajo de archivo, de investigación, de recopilar información, de analizarla y al mostrarlo proponen una reflexión. Terminamos la breve entrevista telefónica con ganas de recorrer la exposición y conversar con el artista, Juan Gutierrez, y fuimos. Nos acercamos a la galería, desde afuera una vidriera mostraba parte de la obra y la presencia de las curadoras y del artista. Nos recibieron con alegría y Juan nos acompañó a ver la exposición mientras nos contaba todo lo que rodeaba a las obras, infinidad de recuerdos, y algunas confesiones. Cuando yo tenía 14 ó 15 años quería hacer teatro y en ese momento había en el teatro homosexuales que ya marcaban la sociedad de Corrientes: Portela, Iñiguez… Entonces mi padre me dice muy enfáticamente: ¡No es eso para vos! No es bueno que te juntes con esa gente, no es bueno, eso está muy mal! Y la gente empezaba a hablar…: ¿viste que el hijo de fulanito es marcha atrás? ¡Yo prefiero un hijo muerto que uno marcha atrás!... ¡Y eso escuchaba mi padre! Es horrible. La incomprensión de un padre es horrible. A veces hay chicos jóvenes con potencial que se suicidan por la incomprensión. Es una tristeza que te dan ganas de llorar. Ese tipo de cosas yo viví de chico. Entonces yo no quise ser homosexual, fue una lucha contra mis emociones. Yo rezaba: Dios quítame los malos pensamientos. Y después pasé por mi etapa de ser hétero, de tener novia, de tratar de jugar a Playboy y todas esas cosas. Pero cuando yo sentía que había una reacción masculina, ¡mis hormonas hacían cualquier cosa!, y yo trataba de disimular. Después tuve que pasar por varias experiencias, me fui a Brasil y ahí era otra cosa. Se me fue abriendo el campo de acción, y me dije: vos no sos ningún enfermo! No te olvides que en el año 90 recién la OMS dice que la homosexualidad no es una enfermedad. Yo me pasé casi toda mi vida pensando que era un enfermo. Recién a los 27 años me asumo como gay, y porque tuve la fuerza que me dio una conferencia en la Universidad de Santa Úrsula, que dice que ante los ojos de Dios el amor no es pecado. Durante el secundario fue el momento que más problema tuve con mis hormonas. Yo hacía dibujos eróticos, recontra eróticos!… y los quemaba. Porque pensaba que llegaban a ver eso y pensarían que era un depravado, un degenerado. Juan se ríe mientras nos dice que si los hubiera guardado valdrían mucho dinero. Pero yo no hago para vender, hago para decir, para provocar. En el Josefina Contte mis profesores no me dejaban usar la línea, era mi manera de ser, pero ellos querían que manche. No terminé la carrera. También estudié arquitectura, pero tampoco terminé. Me gusta cuando me equivoco, es cuando siento que conseguí lo que quería. Darle ese toque humano y no esa simetría automática que parece hecha con inteligencia artificial. Juan nos muestra en una vitrina el afiche de su exposición en el Centro Cultural Mors: “Susana y otras muñecas” rodeado de fotos un poco desteñidas por el tiempo, donde se ven las muñecas de paño, trabajadoras sexuales, la Maja desnuda y hasta la icónica Taragui 2000, entre otras. Mira con insistencia el televisor que está en la sala, quiere que veamos los minutos donde se registró la performance que hizo, pero en loop pasaban varios videos y no lográbamos verlo, entonces nos cuenta que llegó en un Fiat 600 al que le había pegado unos bollos de papel. Bajo del Fiat con unos tacos muy altos, me había hecho con unos tubos de telgopor de un metro más o menos, unas plataformas que pegué a unas zapatillas. Entonces salgo del auto, me tropiezo y caigo. Y yo trato de ponerme las zapatillas de nuevo, pero no me podía parar, y la gente esperando en la sala. Juan se ríe y nos dice que entró sin tacos pero con glamour. Había puesto en el piso unos cartones blancos grandes, y tenía unos pomos con tinta roja y azul y empiezo a dibujar con las tintas. Como cuando yo era chico, con el pomo de carnaval, me acuerdo que a la noche en ese momento era muy tranquila la calle y en el asfalto caliente, dibujaba con agua. Me acuerdo que mi mamá llamaba a los vecinos y les decía: ¡Mirá lo que está haciendo mi hijo! Juan se acerca a una vitrina, nos muestra un libro y nos cuenta: Participé con una ilustración en la antolorgía de arte porno del Movimiento de Arte Porno cuando estaba en Río de Janeiro. Conocí a un grupo de poetas que recitaban y cantaban en la playa y se desnudaban haciendo una performance. Cuando yo los vi, me acerco y les cuento que yo pintaba, entonces ellos se entusiasman y me piden un dibujo para incluir en un libro. ¡Y le hice dos! Uno está en el libro, el otro se lo quedo Eduardo Kac que era el artista admirado por el grupo y que hasta ahora aparece como referente del Movimiento. Me considero un correntino atípico, pues soy el resultado de haber nacido en la casa de mis padres en la calle Lavalle y fui educado en la escuela privada y pública de Corrientes, soy un producto de la aldea de Corrientes. Pero a veces me siento medio extranjero. Siempre viajo y tengo ganas de radicarme en Río. No en San Francisco? Noooo, es horrible San Francisco. Yo soy ciudadano americano, puedo volver cuando quiera allá, pero no me seduce para nada la vida de allá. Agustina me señala una foto que hay en la vitrina, me recuerda lo que nos había contado sobre la instalación en homenaje a los muertos de sida en el Día de los Muertos en San Francisco, y le da pie a Juan para que me cuente. Ves todas estas fotitos que están acá? Son publicidades de Escorts, de acompañantes, de prostitutos que publicaban en diarios y periódicos, publicidades libres, que vos podías agarrar en la calle. Entonces yo las agarro y las pongo en el museo; y me cuestionan. Dicen: ¡¿Cómo vas a estar mostrando esas cosas en un Museo?!. En los papelitos se veían penes, porque me ocupé de hacerles unos penecitos con alambre y se los puse. Y me decían: ¡Cómo les vas a poner eso! Agustina refuerza la imagen y cuenta que compartía el espacio con dos teóricos y críticos [2] que en ese momento eran incipientes, pero hoy en día son muy leídos, son activistas y críticos que están como en el boom de la teoría queer (Cherríe Moraga, Ricardo A. Bracho) y Juan expuso con ellos en el mismo marco del evento en el 2005 que fue el Queer Latins Arts Festival. Le pregunto a Juan qué lo trajo de nuevo a Corrientes. Lo que me trajo de nuevo a Corrientes fue un corazón roto, siete años en pareja, se terminó y tuve problemas de salud por eso. Tengo fotos con Norberto (Lischinsky), Beatriz (Kunin), Zulma Valsecia, que estuvieron para mi cumpleaños en el Mariscal en mi regreso. Y cuando vuelvo y recibo todo ese afecto, esas manifestaciones de cariño y me dicen (y me digo): -¡¿Qué estás haciendo en San Francisco?! donde tenía que buscar un lugar para vivir, donde el médico me había desaconsejado trabajar por un tiempo para que mi dolor no se vuelva crónico, fue ahí que decidí volver. Para mí era todo nuevo, era una época en que con Norberto estábamos muy juntos. Del 2007 hasta su fallecimiento, en el 2010, hicimos muchas cosas juntos. Sentí que Corrientes me recibió muy bien, pero era otra época. Salimos de la exposición encantados con la muestra y por la charla de casi dos horas. Nos quedamos pensando en lo que dijo Manuela, nos preguntó a Juan y a nosotros si nos conocíamos, a lo cual todos respondimos que sí…. Pero la verdad es que no mucho, no como ahora. Nos vamos con un afiche texto que leemos en el subte, un texto largo y lleno de sentido que empieza así: “Desde el horizonte proyectado de un balcón escondido, se abre a la vista lo alto de un castillo. Se trata del único boliche gay de la ciudad de Corrientes: el Castillo Robert. Si las matemáticas nos ayudan podríamos decir que la cama y el taller de Juan se encuentran a una distancia imposible de unos 30 metros de aquel transpirado salón de baile. Las diagonales imaginarias que separan su casa de los escenarios, los reservados y la barra de pole dance son cortas. Podríamos pensar, entonces, que las obras de Juan exhibidas en estas salas, guardadas o colgadas en las paredes de su casa durante un largo tiempo, tramaron secretamente, junto a aquella fortaleza bailable, la esquina más gay de la ciudad.” La exposición “Ese chico otra vez” del artista Juan Gutierrez (Corrientes Cap, 1953), se encuentra en la galería Hipopoety, Viamonte 949 en CABA. Se puede visitar hasta el 17 de mayo, los jueves, viernes y sábados de 16 a 21 hs.
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