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  • La Salud antes y después del Dr. Oscar Kriscovich

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 20/04/2025 13:43

    n El gobierno de don Adolfo Navajas Artaza halló en el doctor Oscar Kriscovich un laborioso como esmerado trabajador de la salud. Su dedicación e ingenio fueron aportes muy importantes para la concreción de objetivos que hasta hoy permanecen en vigencia plena en la salud pública provincial. Instalado desde 1969 en Gobernador Martínez, departamento de Lavalle, como médico asistencial del pueblo, relata el doctor Kriscovich: “el doctor Rodolfo Piñeiro, que me visitó en el año setenta, me sorprende hoy con una citación -que me asustó, confieso-, a través de un telegrama me convoca al Ministerio de Salud Pública de la Provincia. Rodolfo Piñeiro era el Director de Coordinación Operativa y la mano ejecutora del Ministro doctor Reynaldo Bruquetas. Él y sus hermanos, todos facultativos, eran loretanos. Piñeiro falleció trabajando en Itá Ibaté. Así que con estos recuerdos vaya mi homenaje a este gran amigo, buen médico y excelente persona. Cuando llego al Ministerio acudiendo a la cita, me siento frente a él y me dice, así muy apurado: -Kriscovich, quiero que seas el Jefe de Zona Sanitaria III (con residencia en Goya). Me sorprende, porque mi señora ya estaba cansada de penurias y eran muchas las necesidades que teníamos. Acepté el cargo por supuesto. No había una movilidad oficial en Gobernador Martínez, ni en la Municipalidad, ni en la Policía ni mucho menos en la Escuela y tampoco en la Estación Sanitaria. El doctor Piñeiro me facilitó una ambulancia que me fui a traer de Curuzú Cuatiá. Pero lo destacable es recordar que el pueblo organizó fiestas y eventos de todo tipo para comprar un grupo electrógeno chiquito. Teníamos electricidad nada más que hasta la una de la mañana. Nuestra heladera era a Keresone, pero me acostumbré a todo.” Atendía Gobernador Martínez y cuando en el año 70 fallece el médico de la Estación Sanitaria de 9 de Julio tuve que asistir tres veces por semana a esa población. Pero lo bueno del doctor Piñeiro, era que contaba con todo el respaldo del Ministro y por ende del Gobernador, y me dijo -esto se va a hacer así, esto otro de tal manera- y me determinó un plan de acción expeditivo, claro y práctico. Lo prometido fue saldado con rapidez y certeza. Porque no era fácil la tarea. Yo sabía de los múltiples problemas que aquejaban a la zona, principalmente en el área tabacalera. La situación allí estaba muy difícil. Por eso es que don Adolfo Navajas Artaza instala en dos oportunidades todo su gobierno en Goya. Una vez durante dos días y otra tres. Y en dos oportunidades lo acompañó el Ministro de Bienestar Social de la Nación Francisco Manrique. Posteriormente estuvieron seis ministros de la Nación. Yo estuve con el Gabinete de don Adolfo, se discutió en la Municipalidad y en la oportunidad que vino el Presidente Agustín Lanuse hubo 5.000 agricultores en la calle. Recuerdo que el jefe del Regimiento era el Mayor Enrique Prado.” Nos adueñamos de una “mística” - “Creo que fue obra de Bruquetas y Piñeiro, seguramente con el empuje de don Adolfo y la correntinidad toda, el habernos hecho dueños de una “mística” que nos hacía responsable de dar respuestas en el menor tiempo posible a las demoras que envolvían a Corrientes en materia de Salud. Tanto empuje, tanta fuerza le pusimos en nuestro andar, que un día me indispongo. Era diciembre de 1972 y me sentía morir en la cama a las cuatro de la mañana. Era el día que se hacía un paro de prestaciones médicas y yo me recorrí toda el área pidiéndoles a los médicos que ¡por favor! no dejaran morir un paciente por falta de atención. Recorrí lugar por lugar los 27 establecimientos que dependían de la zona. Es decir, los departamentos de Bella Vista, San Roque, Lavalle, Goya y Esquina. Me atendió el doctor Benjamín Degregorio, director del Hospital San Juan de Goya, quien me dijo -vos lo que necesitas, es descanso-. Es que esa mística que nos envolvía era la que hacía funcionar nuestros motores a más velocidad de la que admitía nuestras posibilidades humanas. Era el entusiasmo que teníamos en la tarea emprendida. De allí que ponga énfasis en esa mística que era sinónimo de responsabilidad, de cumplir con los proyectos que nos entusiasmaban y nos hacían sentir bien con nosotros mismos. Esa fuerza y esas ganas las conservo hasta hoy. Y con don Adolfo hemos conversado hace poco de ello y afortunadamente lo veo a él también con sus potencialidades intactas. Siempre dispuesto a la lucha por su provincia amada. Y con respecto al gobierno de don Adolfo, quiero destacar, porque él lo señaló bien en su discurso de despedida, -que encontró una centralización excesiva y se empeñó de en principio en producir la descentralización-. Nosotros teníamos la responsabilidad de elaborar los presupuestos de los establecimientos, distribuir los recursos, controlar la ejecución y aceptar o no las rendiciones de cuenta. Nunca más eso, hasta hoy. Teníamos x cantidad de dinero para gastos en bienes de capital, un crédito por zona sanitaria para comprar los elementos. Nos reuníamos en la Municipalidad de Goya todos los directores, muchos de ellos viven, (relato en el 2005) y los que recuerdan bien son los doctores Roberto Hugo González de Bella Vista, al igual que el doctor Ricardo Walter Borda de San Roque y ni qué decir el doctor Alejandro Pérez Sánchez de Chavarría. Yo hacía las sugerencias de lo que podíamos comprar, básicamente elementos grandes, como equipar con laboratorios a los establecimientos cabecera de los departamentos y que los elementos chicos, vidrios, tubos, etc. que compraran las cooperadoras de los Hospitales. Y decidimos entre todos, con el voto de los asistentes, lo que se iba a comprar. La primera vez se decidió con un grado de cierta incredulidad en muchos de los presentes, porque no creían que esa modalidad podía andar, dado que nunca se había hecho. Pero la sorpresa fue cuando se compró a nivel central ese pedido con todos los otros, llamándose a licitación. Concurrimos a Corrientes para la apertura de los sobres, y llevamos los sobres y realizamos otra reunión en la Municipalidad de Goya, estaba Villareal de intendente, y se adjudicaron... ¡gran sorpresa!, todo lo que los médicos pidieron, tanto marca, como modelo, es decir lo que ellos habían pedido para cada lugar. ¿Cómo trabajaba don Adolfo? - Iba con su gabinete a los pueblos, los recorría de punta a punta y visitaba hasta las secciones rurales. En las audiencias públicas ningún vecino quedaba sin posibilidad de hacerse oír. Y yo por delegación del doctor Bruquetas tuve la suerte de acompañarlo a don Adolfo en la mayoría de sus visitas para tocar los temas de salud. Para mí fue una experiencia fantástica dado que había que enfrentar a los comprovincianos en vivo y en directo y las respuestas, a pedido del gobernador, debían ser, prácticamente, sobre el filo de lo planteado. ¿Qué van a poner ustedes? - Ahí estaba la clave, en esa frase: “Que van a poner ustedes”. Es que nosotros, los auxiliares del Gobernador recogíamos las inquietudes y en consecuencia los pedidos de toda clase. Don Adolfo los analizaba y casi de inmediato, dialogaba con los solicitantes y le decía: “estoy de acuerdo con la inquietud y el gobierno también está preocupado por dar respuesta a lo que piden, ahora ¿qué van a poner ustedes? - y Kriscovich retoma la palabra como si estuviera reviviendo esas emociones de 35 años atrás diciendo- “ahí está la clave del asunto, porque no es cuestión de que el gobierno nomás ponga todo. Esta punta creo que es importante rescatar y difundir ante nuestros niños para aprender que cada uno tenemos que poner el hombro. Esta es una de las grandes enseñanzas que me dejó don Adolfo. Discutir en forma pública y democrática, más allá de que el gobierno no haya sido de elecciones populares. O sea, el espíritu democrático de don Adolfo yo quiero destacar, porque algunos se olvidan, aunque son los menos, porque la inmensa mayoría de mis comprovincianos lo recuerdan bien precisamente por eso. Por haber sido un gobernante de puertas abiertas, transparente, cordial, rígido en el trabajo y serio en las decisiones. Yo no pertenecí al partido de él, no trabajé en política con don Adolfo, pero comparto y no me olvido de su casi incomparable modalidad de ejercer el poder. Se notaba esas ganas en el gobernador de hacer la mayor cantidad de cosas y en el menor tiempo posible. Una experiencia rica, democrática, participativa y con decisiones en el momento. Si debo optar en una línea de largada, cuya meta consagra al gobernador más ejecutivo que yo haya conocido, no tengan dudas que elijo a don Adolfo. Sin proponérselo, don Adolfo logró lo que a veces ni la ciencia médica ni la psicología consigue. Cuenta Oscar Kriscvocih: “En una de sus incansables jornadas de trabajo, el gobernador y su gabinete visita la ciudad de Bella Vista primeramente, continuamos por todo sus alrededores, decenas de audiencias, visitas a instituciones, un día realmente agotador. A las 5 de la tarde lo despedimos al gobernador en el Aeropuerto y yo me dirijo a Goya, donde llego realmente extenuado. Me doy un baño, ceno muy liviano y me quedo dormido hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Me levanto, leo el diario y veo que el gobernador, después de su visita a Bella Vista y de andar todo el día, siguió su tarea en la casa de gobierno donde recibió a una delegación de japoneses, a los directivos del Club Huracán y mantuvo una serie de audiencias más, como que también firmó decretos, etc. Me sorprendí con tamaña actividad y me pregunté para mis adentro, ¡pero!, este hombre tiene unos añitos más que yo y como es que puede resistir tanto y hacer tantas cosas. Entonces me vuelvo a preguntar: ¿será ese poco de vino que yo tomé? Y que como él tomó agua nomás... ¿O debe ser que como yo fumo allí está la diferencia? Ese instante fue determinante para mí. Allí estuvo la motivación para dejar de fumar. Dudé algunas veces, pero finalmente me alejé para siempre de algo tan perjudicial. Anécdotas hay miles, y de variados tonos. Como una vez que fuimos a Chavarría, y al visitar la Escuela, la directora, tras el discurso del gobernador se aproxima con una delegación de docentes y le hace entrega de un ramo de flores para su esposa. Don Adolfo recibe la ofrenda, y por lo bajo le dice a la directora, “espero que en la próxima visita las flores del ramo sean del jardín de la escuela”. Ahí, yo miré a mi alrededor y no observé ninguna planta en todo el establecimiento. Comprendí el mensaje por lo bajo a la directora. Original del Libro “El Gobernador”, no publicado aún.

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