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» Elterritorio
Fecha: 20/04/2025 04:07
Ramón Domínguez y Luis "Lauchín" Rodríguez formaron un dúo criminal que fingió ser parte de GNA para matar, abusar y robar en barrios de Posadas. Asesinaron a dos parejas y a un cómplice. domingo 20 de abril de 2025 | 2:00hs. El Renault 12 de Fernando Marín (20) fue encontrado lejos del lugar del crimen, hasta donde huyeron los asesinos. A principios de la década del 80, el populoso barrio posadeño de Itaembé Miní fue escenario de una serie de crímenes cometidos por un peligroso dúo que generó miedo y terror en la memoria de sus habitantes, y que perduró poco más de tres años. Los criminales que personificaron ese par que perpetró cruentas escenas y que mostraron la brutalidad que pueden tener los asesinos, fueron Ramón Daniel Domínguez -quien a todo su entorno juraba ser parte de GNA- y Adolfo Luis "Lauchín" Rodríguez -que regresó a Misiones luego de fugarse en 1977 tras asesinar a su esposa-. Ambos, justamente vestidos de gendarmes abusaron, robaron y asesinaron a más de cinco personas entre 1980 y 1983. Durante los primeros años de los 80, este dúo sembró el terror, especialmente entre las parejas jóvenes que visitaban zonas apartadas de Posadas en busca de intimidad -mayormente en la zona de lo que hoy es Villa Cariño-. El modus operandi de los "asesinos de Itaembé Miní" era tan meticuloso como cruel: simulaban operativos nocturnos para interceptar a sus víctimas y luego las sometían a abusos físicos y psicológicos antes de asesinarlos sin remordimiento y de forma brutal. El primer doble crimen en el cual se pudo comprobar que la responsabilidad recaía en Domínguez y Rodríguez fue cometido el 23 de julio de 1980, cuando Wilfrida Noemí Lenguaza (21) y Gustavo Omar Bolano (20) fueron brutalmente asesinados a martillazos y puñaladas tras ser emboscados en inmediaciones del centro posadeño y llevados a un descampado. A partir de las investigaciones, se pudo determinar que la pareja fue asaltada por los presuntos gendarmes para luego ser llevados a una zona alejada del casco urbano, donde fueron abusados y asesinados. La brutalidad con la que se manejaban quedó evidenciado en los cuerpos de los jóvenes: él tenía el cráneo destrozado y ella fue degollada. Desde finales de julio el hecho estaba casi resuelto en relación a qué había sucedido. Sin embargo, las autoridades no podían conseguir pistas de sus autores y hasta incluso estaba en camino de quedar impune. Justamente, los responsables de que se resuelva el cruento doble asesinato fueron los propios asesinos. Delitos de 1982 Desde julio de 1980, Dany y Lauchín -como eran conocidos- desaparecieron de la comunidad y conseguir un rastro sobre su paradero era imposible. Pero sus impulsos y maldad que los caracterizaba los llevó a delatarse casi dos años después. En febrero de 1982 los asesinos de Itaembé Miní comenzaron un frenético raid que perduró hasta enero del próximo año. Según los archivos policiales a los que El Territorio pudo consultar, Domínguez y Lauchín el 14 de febrero vestidos de gendarmes y armados, robaron a una pareja en el acceso al viejo casino. En tanto, un mes después -el 7 de marzo- los criminales volvieron a atacar y fueron cómplices de una violación y robo calificado en la misma zona a otra pareja. Los delitos eran cada vez más seguidos y luego se pudo determinar que no abordaban a sus víctimas solos, sino que contaban con la ayuda de un cómplice quien cinco días después de que el dúo cometió una violación y un robo calificado, fue asesinado por Domínguez al intentar delatarlos. Se trata de Ricardo Marcelino Núñez, cuyo cuerpo fue encontrado en una laguna -lo que en la actualidad es la cascada de la Costanera de Posadas-. En primer lugar, los investigadores trazaron la hipótesis de que Núñez se habría ahogado dentro de la fuente de agua. No obstante, la autopsia reveló algo mucho peor: el hombre fue asesinado con golpes de piedra en la cabeza para luego ser sumergido en el agua hasta ahogarse. En ese momento, una vez más no se pudo determinar quién fue el protagonista del homicidio. Ya en agosto, el dúo fue acreditado como responsable de un hurto calificado en el paraje Fachinal, donde tomaron ilegalmente una escopeta que después utilizaron para cometer el último crimen en enero de 1983. No obstante, antes de cometer el crimen que los delató, los asesinos de Itaembé Miní cometieron otros dos robos calificados: el 29 de noviembre robaron a una pareja nuevamente en el acceso al viejo casino, lugar donde una vez más -el 18 de diciembre- se apropiaron de joyas de una pareja que caminaba por la zona. Asimismo, el 14 de enero de 1983 Domínguez y Rodríguez cometieron otro robo calificado hacia una pareja. Esta vez, detrás de un motel en la zona del aeropuerto de Posadas. Último crimen Finalmente, un día después -el 15 de enero de 1983- Domínguez y Rodríguez cometieron su último doble homicidio conocido. Las víctimas fueron Laura Silvana Sirimarco (17) y Fernando Aníbal Marín (20), jóvenes pertenecientes a familias tradicionales de Posadas, cuyos cuerpos fueron hallados por una mujer en un camino terrado, en cercanías al arroyo Itaembé Miní, con lesiones cortantes y disparos. Horas después, en un paraje bastante alejado al lugar donde ocurrió el doble crimen, la Policía halló el Renault 12 con el cual se movilizaba la pareja. En tanto, el hallazgo de la corredera de una escopeta en la escena del crimen fue el error clave que cometieron para su identificación y posterior captura. A partir de las investigaciones y allanamientos, se pudo hallar un martillo que tenía restos de sangre y masa encefálica que coincidían con el ADN de Wilfrida Noemí Lenguaza (21) y Gustavo Omar Bolano (20), las primeras víctimas de los criminales que plasmaron un patrón de extrema crueldad y sadismo en cada hecho delictivo. Finalmente, la dupla fue detenida y confesaron ser los autores de los crímenes. Los informes psiquiátricos los describieron como sujetos con rasgos psicopáticos, paranoicos y perversos, perfiles que, combinados con su desprecio absoluto por la vida humana, los convirtió en criminales emblemáticos. En tanto, en 1985 la Justicia los condenó a prisión perpetua -en aquel entonces estipulaba 25 años de cárcel-, siendo en 2008 liberados con 60 años. El Servicio Penitenciario Provincial, junto a los peritos, certificaron informes positivos de conducta dentro de las distintas prisiones en las que cumplieron condena. La liberación de los dos hombres fue el fin de un largo capítulo de reclusión, pero el recuerdo de sus crímenes quedó marcado como uno de los periodos más aterradores en la historia criminal de Misiones.
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