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  • La heredera de los Ross que creó su propia librería boutique

    » La Capital

    Fecha: 07/04/2025 13:29

    Sofía Levin forma parte de la tercera generación de libreros de la familia Ross. Creó un espacio donde los libros accesibles y la vida cultural se encuentran. Sofía Levin tuvo la fortuna de criarse entre libros. Tercera generación de libreros, la nieta de Arnoldo Ross -fundador de la histórica librería que lleva su apellido- creció aprendiendo sin esfuerzo los secretos del oficio . El año pasado, aprovechando un espacio que su familia tenía para múltiples usos en Salta al 2200, decidió embarcarse en su propia propuesta llamada Petite Ross. El nuevo lugar que diseñó Sofía propone un enfoque distinto a una librería tradicional. Para empezar, la venta está dirigida principalmente a los productos de outlet . Para ello se alimenta del gran depósito que tiene Ross, además del stock que va quedando en los espacios que tienen otros miembros de su familia “todos dedicados al mundo editorial”, cuenta. Con eso, puede ofrecer grandes promociones, descuentos y propuestas que hoy parecen insólitas como 15 libros previamente seleccionados por $15.000 o venta por peso . Otro de sus diferenciales es que Petite Ross reúne títulos inéditos, descatalogados y ediciones que hoy no se consiguen en otras partes: “Mi abuelo en su momento se hizo conocido por abrir cuentas corrientes y ofrecer cuotas para que las personas pudieran acceder a la lectura. Y cuando le tocó el turno a mi mamá, Silvina, se destacó por conseguir cosas que podían ser imposibles, como libros de editoriales extrajeras o ediciones inéditas. De esas joyas que encontró y trajo, ahora hay mucho en Petite Ross ”, explica Sofia. En un contexto económico complejo, donde el sector del libro en Argentina atraviesa una profunda crisis, ella apuesta a renovar la figura de la librería como un ámbito cultural en la ciudad. Un desafío que afronta sin miedos, como muchos de los antecesores de su familia. Justamente la industria editorial hoy en día mantiene su permanencia en el tiempo, con el 78,95% de las empresas operando hace más de una década . Pese a la caída del consumo y la falta de políticas de incentivo que impactan directamente en su rentabilidad, las librerías más pequeñas emergen como una alternativa accesible para los lectores y una vía de sostenibilidad para el negocio. Petit Ross 2.jpeg Petite Ross acerca un rincón de libros y cultura en el barrio de Pichincha. Un centro cultural entre libros Si bien el enfoque de la librería es darle identidad y protagonismo al viejo depósito de Ross bajo la curaduría de Sofia, la otra pata del negocio es un centro cultural que funciona allí mismo. “La intención es ser un lugar para alimentar el espíritu. La lectura ya es una forma de hacerlo, pero contar con un sitio físico donde sucedan actividades culturales y colectivas es una forma de redoblar la apuesta de la librería”, explica. >> Leer más: Qué leer en 2025: novedades editoriales para seguir de cerca Para eso, Petite Ross cuenta con un auditorio dirigido a muestras de arte, presentaciones de libros, talleres y encuentros que potencian la cultura rosarina. En esa búsqueda propone actividades distintas, como un taller de narrativa oral, vinculados al movimiento, actividades de tarot, entre muchas otras. A su vez, el local está dentro de un edificio que cuenta con una cafetería de especialidad como es el bar Vibra y que tiene conexión directa con la librería para que los clientes puedan disfrutar de un café mientras revisan o leen lo que hay a disposición. Sofía explica que ella pretende “que la lectura sea accesible. Es algo alocado en estos tiempos por la rentabilidad y la competencia con la digitalidad, pero apunto a que la gente se interese porque le gusta el lugar y a su vez pueda acceder a la cultura con libros económicos”. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Petite Ross (@libreria.petiteross) Respecto a la rentabilidad del segmento editorial, la emprendedora confiesa que ese es un clásico tema de debate en la mesa familiar de los Ross. Los libros no suelen ser baratos y muchas personas cada vez tienen menos tiempo para consumirlos. “Es difícil leer porque trabajamos demasiado y no llegamos a fin de mes, por lo que tener tiempo para el ocio y además invertir en el pasatiempo de la lectura es a veces un sacrificio”, opina. Sin embargo, agrega que el rosarino es muy lector y que, paso a paso, el negocio va creciendo, confiando en el futuro porque tiene la certeza de que “los libros no desaparecen, sino que son la memoria viva de los pueblos”. Por último, mientras planifica la agenda 2025, Sofía se entusiasma con ofrecer un nuevo sitio para la cultura rosarina con una esencia “chiquita y misteriosa”, casi escondida en el corazón de Pichincha. Para ella, “un tiny desk de librerías”.

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