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Concordia » Diario Junio
Fecha: 01/04/2025 07:09
En la finitud de la vida, hay seres que acumulan méritos más que suficientes para que la sociedad a la que pertenecen reconozca la importancia de sus acciones. Muchas veces, ese reconocimiento llega tarde, ya que se realiza de manera póstuma, lo cual constituye una injusticia emocional, porque el homenajeado no recibe esa caricia al alma que bien merecía por haber dedicado toda una vida a ese fin. En este caso, me quiero referir a José Dellamora, una persona que hizo de la docencia deportiva en el básquetbol una pasión irredenta que traspasó los límites de nuestro ámbito deportivo. Y, sobre todo, en una especialidad tan difícil como lo es la formación deportiva, desde la niñez hasta la adolescencia. Así como un maestro saca a los niños de la ignorancia en las escuelas, José, con la paciencia de un orfebre, durante décadas inculcó los secretos de este hermoso deporte, buscando perfeccionar la técnica, la estrategia y desarrollar el talento que cada jugador trae consigo desde la cuna. Uno se da cuenta del valor que tuvo su experiencia cuando observa cómo los jóvenes que «pasaron» por sus manos y lecciones se le acercan en cada estadio, en todo ámbito basquetbolístico de la provincia, saludándolo con el respeto y la consideración máxima. Eso, en la vida, no tiene precio de mercado, en un mundo donde todo se trafica y vende. Como amigo personal, me siento orgulloso, porque, además del básquetbol, José es un ser de principios irrenunciables, con tremenda lucidez política y social, lo que nos permite, cuando podemos, enfrascarnos en debates interminables que nos congratulan sobremanera. Los que me conocen saben que no soy proclive a los elogios fáciles. Pero este homenaje, ante el público presente en la cancha de Ferrocarril el domingo pasado, no es nada más ni nada menos que un acto de estricta justicia. ¡Como hombre del básquetbol que he sido, solo me resta decir: ¡Gracias, José, por ser un ejemplo como profesional y como persona!
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