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» Diario Cordoba
Fecha: 30/03/2025 06:55
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. / LAP Hay que reconocerle a Donald Trump una envidiable capacidad para ocupar día tras día las primeras páginas de los periódicos contribuyendo en primera persona a la que está cayendo. Un día porque Putin le toma el pelo, otro porque todo su gobierno hace el ridículo con el ya llamado SIGNALGATE al compartir planes de guerra en Yemen con un periodista, y ahora anunciando aranceles del 25% a los coches. Nosotros no los enviamos pero sí fabricamos muchos de sus componentes hasta un valor de 170 millones de euros. Todos los días se le ocurre algo. Pero hoy me quiero referir a la ruptura de la tregua que tantas ilusiones (aunque pocas esperanzas) había suscitado y al regreso a nuestros telediarios de esas escenas de destrucción, muerte y hambre en Gaza, cuyos habitantes lo habían perdido ya todo. Me revuelven las tripas. 50.000 muertos, no se cuántos desapercibidos y más de 100.000 heridos, el 70% mujeres y niños, son demasiados. Sé muy bien que Hamas cometió actos de terrorismo injustificables y que todavía mantiene rehenes israelíes que es un crimen de guerra. También se que todo país tiene derecho a defenderse cuando es atacado, pero debe hacerlo con proporcionalidad y sin castigar a la población en su conjunto porque eso también es un crimen. Y esos palestinos que siguen muriendo a racimos llevan tiempo sin electricidad para hacer funcionar la única planta desaladora que hay en la Franja y sin comer porque la frontera terrestre ha sido nuevamente cerrada y los convoyes humanitarios no pueden entrar. Israel se metió en Gaza obligada por el ataque terrorista del 7 de octubre pero lo hizo sin otro plan que el comprensible de eliminar a Hamas y en eso sigue año y medio después, mientras toma cuerpo otro plan más siniestro que es el de vaciar la Franja de palestinos no sé si para hacer la obscenidad que propuso Donald Trump de construir allí la Riviera de Oriente Medio, o para llenarla de asentamientos con vistas al Mediterráneo como quieren algunas asociaciones de colonos extremistas que cuentan con apoyo gubernamental y que también andan estos días desatados en Cisjordania ante la mirada comprensiva del Ejército, como muestra que el oscarizado director del documental “No other Land” acabe de ser agredido por colonos y detenido por los soldados. Es una política rentable para Netanyahu que espera así poder aprobar los presupuestos con el apoyo de sus socios más nacionalistas y radicales. Y como llamarle a eso “limpieza étnica” suena muy feo y además es un delito que el Derecho Internacional condena, hablan de “emigración voluntaria” y preparan un plan gubernamental para que los que quieran irse lo hagan a un ritmo de unos cinco mil diarios, para que los 2,8 millones de gazatíes estén reubicados en un par de años en... eso todavía no está claro. Al parecer EEUU e Israel tratan de convencer a países tan poco apetecibles como Sudán, que está en guerra civil, o Somalia que es un Estado fallido donde los haya y del que se ha emancipado su región norteña que busca reconocimiento internacional como Somalilandia. A lo mejor eso es lo que le ofrecen: un asiento en las las Naciones Unidas. Los bombardeos, la falta de agua y de comida deben servir para convencerles de hacer las maletas “de forma voluntaria” y huir de lo que el mismo Trump denominó “un infierno” que él mismo contribuye a crear. Y los que no acepten esta amable invitación pueden suponer lo que les espera. Lo que pasa es que muchos gazatíes ya son refugiados de la guerra de 1949 que alumbró al Estado de Israel. Privados de sus tierras y olivares en lo que llamaron la Nakba o Tragedia, se refugiaron en la Franja de Gaza más o menos resignados a su suerte y ahora resulta que lo que se les ofrece es una nueva Nakba, esta vez con destino a un país todavía ignoto en el que deben pensar que no se les ha perdido nada. Por eso es muy probable que a pesar del infierno en el que viven digan que de Gaza no se mueven, que infierno o no es su tierra y que no se van a ningún sitio porque quieren enterrarse en Palestina con sus antepasados y no en Somalia. Y yo con mucha tristeza les comprendo. Aquí todos pierden, los palestinos se juegan la vida y los israelíes la democracia.
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