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» Noticiasdel6
Fecha: 09/03/2025 01:44
Para conmemorar el 8M, Día Internacional de la Mujer, Infobae presenta los perfiles de ocho argentinas destacadas. Con trayectorias brillantes, cada una de ellas logró convertirse en una fuente de inspiración para las nuevas generaciones en sus respectivos ámbitos. Muchas superaron barreras y alcanzaron reconocimiento internacional gracias a su talento, esfuerzo y determinación. Desde Mirtha Legrand, con su trayectoria récord en la televisión, hasta Anabel Sánchez, la joven de Solano que, convencida de que reunía condiciones para ser modelo, torció su destino gracias a las redes sociales y a no perder la confianza en sí misma. Mirtha Legrand, por Nancy Duré “Yo ya soy una leyenda. Y la leyenda continúa…”, suele decir divertida Mirtha Legrand. Con 98 años recién cumplidos, la diva es la única conductora de televisión del planeta que sigue trabajando a su edad. Y la única que, aunque con breves interrupciones y algunos pequeños cambios, mantuvo vigente su programa por más de cinco décadas y media. Por ende, es innegable que forma parte de las 8 mujeres más icónicas de la Argentina. La Chiqui, como la llamó cariñosamente su familia, nació el 23 de febrero de 1927 en Villa Cañás, Santa Fé, y fue bautizada como Rosa María Juana Martínez. Era hija de un comerciante, José Martínez, y una maestra, Rosa Suárez. Pero tenía alma de estrella. Comenzó su carrera siendo una niña junto a su gemela, María Aurelia Martínez, quien adoptó el nombre artístico de Silvia Legrand pero fue más conocida por su apodo de Goldy. Ambas debutaron como actrices en el filme Hay que educar a Niní en 1940, pero el gran salto de Mirtha llegó de la mano deLos martes, orquídeas, película que protagonizó cuando tenía apenas 14 años. “Llegué al cine en tranvía y me volví a mi casa en un Cadillac, que nunca supe de quién era”, cuenta sobre aquel día en el que fue ovacionada por el público por primera vez. Con el tiempo, su hermana decidió alejarse del medio artístico, pero siguió siendo su confidente hasta el final de sus días, al igual que su hermano, el director de cine José Martínez Suárez. Pero fue su marido, Daniel Tinayre, quien le dio el impulso que necesitaba para pasar de la pantalla grande a la televisión y entrar a todos los hogares del país. Ambos se conocieron durante el rodaje deCinco besos, cuando ella tenía 18 años y él 35, se casaron el 18 de mayo de 1946 y trajeron al mundo a dos hijos: Marcela y Daniel Andrés Tinayre.” ¿Comer en televisión? ¡A quién se le ocurre!”, pensó Mirtha mientras escuchaba horrorizada a Alejandro Romay, quién le había acercado un original proyecto que consistía en convocar a varias figuras del espectáculo para que compartieran la mesa del mediodía con ella en el viejo Canal 9. Pero el Zar, en complicidad con su esposo, estaba obstinado en convencerla para que aceptara la propuesta. Y, finalmente, el 3 de junio de 1968, debutó al frente de Almorzando con las estrellas. Al poco tiempo, el ciclo pasó a llamarse Almorzando con Mirtha Legrand. Y se emitió en diferentes canales hasta que, en 2014, desembarcó en la pantalla de ElTrece, pasando de la grilla diaria al fin de semana con La noche de Mirtha los sábados y los clásicos almuerzos los días domingos.Sin embargo,cuando llegó la pandemia del coronavirus del 2020, la diva tuvo que ser reemplazada por su nieta, Juana Viale. Y, desde entonces, las mesas del mediodía de los domingos quedaron en manos de la actriz. ”Me encanta hacer mi programa. Me pone muy contenta. Estoy esperando que llegue el día para hacerlo porque me da mucha felicidad. Y estudio el currículum de todos mis invitados, para saber perfectamente quién está sentado delante mío”, explica la Legrand, que después de darse el gusto de hacer dos especiales desde Mar del Plata durante este verano, espera que se defina el comienzo de una nueva temporada de sus “mesazas” marcando un verdadero récord mundial. Sandra Díaz, por María Eugenia Cazeneuve La bióloga argentina Sandra Díaz es una de las científicas más influyentes del planeta, investigadora superior del Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV) y docente investigadora en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), este año fue distinguida con el premio Tyler de Logro Ambiental 2025, conocido como “el Premio Nobel del Medio Ambiente”. Por sus investigaciones destinadas a la comprensión de la naturaleza también recibió el Premio Princesa de Asturias en 2019, además de la Medalla Linneana y el Konex de Brillante en 2023, entre muchos otros. La prestigiosa revista Nature la destacó en 2023 junto a otras cinco científicas en el Día Internacional de la Mujer. Nacida en 1961, la primera vez que Díaz escuchó la palabra “biodiversidad”, aún era para muchos un concepto sinónimo de “inventario”. Una lista interminable de especies con nombres en latín, separadas en reinos, clases y familias como si fueran cajas apiladas en un museo. Pero algo no cerraba. ¿Es posible entender la vida solo enumerándola bajo etiquetas y clasificaciones estancas? Desde pequeña, en las sierras de Córdoba, había sentido que la naturaleza era algo más que un conjunto de piezas ordenadas en un esquema. “La biodiversidad no es sólo un conjunto de seres vivos. Es el tapiz entretejido de la vida”, dijo a Infobae. Díaz se dedica a estudiar este tejido vivo, donde cada hilo —animal, planta, hongo, bacteria— sostiene a los otros. Tocar uno significaba alterar el todo. “La naturaleza no está ahí afuera, separada de nosotros. Somos parte de ella. Estamos socialmente conectados con la naturaleza”, dice, desafiando preconceptos. Así nació el concepto de “diversidad funcional”, uno de sus mayores aportes a la investigación científica. No todas las plantas —ni todos los seres vivos— aportan lo mismo al ecosistema. Algunas fijan carbono, otras controlan el agua, algunas protegen los suelos. Si desaparecen las especies clave, se desmorona el equilibrio. “Lo mejor de la ciencia es que nunca termina. Siempre hay más preguntas”, suele decir. Y esas preguntas, las que incomodan, las que desafían, son las que cambian el mundo. Leila Guerriero, por Julieta Roffo No es fácil (d)escribir una escena, una sensación o a una persona en 2.000 caracteres. Apenas un manojo de palabras que tienen que ser potentes y lograr cierta ilusión de que alcanzan para algo que también podría llevar varias páginas. Leila Guerriero, una de las grandes periodistas del castellano, lo hace como nadie. O como lo hacen los mejores: como si fuera fácil. Parece que todo saliera de esa pluma suya criada en Junín y de esa audacia que, hace algunas décadas, le hizo dejar en la recepción de Página/12 un cuentito para que lo leyera Jorge Lanata. A ver si ese periodista y ese diario que estaban haciendo la revolución de los medios gráficos argentinos publicaban lo que ella tenía para contar. Esa pluma y esa audacia que convencieron enseguida a Lanata de imprimir el texto no en el suplemento de verano sino en la preciada contratapa que firmaban Juan Forn, María Moreno o Martín Caparrós. Y que hicieron que él le avisara que ella era periodista aunque todavía no se hubiera dado cuenta. Es que además de escribir como nadie, y antes de escribir como nadie, Leila Guerriero mira como nadie. Ahí donde parece haber un repetitivo campeonato de malambo en un pueblo del este cordobés, ella ve el instante en el que un hombre, el ganador, se corona de gloria y pierde inmediatamente la posibilidad de volver a competir en ese arte al que le dedica su vida desde hace años. De eso está hecho su libro Una historia sencilla. La llamada, el largo perfil de Silvia Labayru que publicó hace algo más de un año y que le valió el Premio Zenda de Narrativa, podría ser otra historia sobre los años setenta. Pero como Guerriero mira donde (o como) nadie ha mirado antes, es sobre todo la historia de una ex integrante de Montoneros secuestrada, torturada, violada y obligada a acompañar a Alfredo Astiz en su infiltración a Madres de Plaza de Mayo que, después de sobrevivir a todo eso, fue acusada de traición por sus compañeros de militancia justamente por eso. Por sobrevivir. Sus columnas fuerte-al-medio en el diario El País y sus largos perfiles están hechos de lo mismo. De su mirada, su pluma, su audacia y de meterse en los pliegues del que sea su objeto al momento de empezar a teclear. No importa si escribe sobre una película, la visita a un especialista en medicina china, la desesperación primal de Fito Páez, un ramo de jazmines, la agonía de un amigo, los versos de Idea Vilariño, el Cementerio de Darwin en Malvinas, el fémur de una mujer o la lista del supermercado. Importa que mira con esos ojos y escribe con esas palabras que parecen alcanzarle siempre para que esté todo dicho. Eugenia Bosco, por Juan José Ciceri Eugenia Bosco encontró en la vela no solo un deporte, sino un camino de vida. Desde los ocho años, el Optimist fue su primera escuela en San Pedro, donde aprendió que en el agua no hay atajos. La competencia llegó pronto, y con ella, la necesidad de crecer. A los 13 años dejó el Optimist y, junto a su hermano, pasó al 29er, entrenando en el Club Náutico Olivos. La transición no fue solo técnica, sino personal: dejó de ser una promesa para convertirse en una competidora. La búsqueda de un nuevo rumbo la llevó al Nacra 17, una clase exigente donde la coordinación es clave. Tras varios compañeros, en 2016 recibió la llamada de Mateo Majdalani. Juntos formaron una dupla sólida y, tras años de entrenamientos y sacrificios, decidieron mudarse a Europa en 2019 para mantenerse en la élite. Ese mismo año se consagraron campeones en los Juegos Panamericanos de Lima y, en 2023, lograron la clasificación olímpica. El esfuerzo culminó en París 2024, donde la dupla se preparó en Marsella, estudiando el viento y el agua en la sede de la competencia. La Medal Race definió su destino: tras un inicio tenso y una decisión estratégica, lograron la medalla de plata, consolidándose como referentes del yachting argentino. Sin embargo, su historia no solo se define en el agua. Eugenia hizo público el abuso que sufrió a los 12 años por parte de un entrenador y denunció el caso, impulsando la visibilización de estas situaciones en el deporte. Con la mirada en Los Ángeles 2028, Bosco y Majdalani siguen su camino con la misma convicción: competir al más alto nivel y abrir más puertas para futuras generaciones en la vela argentina. Griselda Siciliani, por Martina Cortés En la Argentina hay figuras que dejan huella en el espectáculo. Griselda Siciliani es una de ellas. Con una carrera que combina talento, audacia y un carisma arrollador, se consolidó como una de las figuras más destacadas del espectáculo argentino. Versátil, transitó el baile, el teatro, la televisión y el cine. Hoy brilla con luz propia en Netflix conEnvidiosa, una serie que se convirtió en un éxito rotundo y que reafirmó su capacidad para reinventarse. En su recorrido artístico demostró una capacidad camaleónica para interpretar desde personajes entrañables hasta los más desafiantes. Desde pequeña supo que su destino estaba en el arte. Nació el 2 de abril de 1978 y creció en Flores y Villa Luro, en un hogar donde la creatividad era parte de la vida. A los ocho años convenció a su madre de inscribirse en danza. Se graduó con honores en la Escuela Nacional de Danzas, estudió actuación con Hugo Midón y pronto encontró su lugar en los escenarios. Su gran oportunidad llegó cuando Adrián Suar la vio en el teatro y la llevó a la televisión. Su papel en Sin código la convirtió en una revelación y le abrió paso a éxitos como Sos mi vida, Patito Feo, Farsantes y Educando a Nina, donde interpretó a dos personajes en simultáneo. En cine, dejó su sello en El último Elvis, Me casé con un boludo y Bardo. En 2020, su talento fue reconocido con una nominación al Premio Goya por Sentimental. Ahora, con Envidiosa, demuestra su dominio de la comedia y el drama al interpretar a Vicky, una mujer obsesionada con casarse antes de los 40, que termina en un viaje inesperado de autodescubrimiento. La primera temporada se estrenó el 18 de septiembre de 2024, y rápidamente se posicionó en el top 10 de lo más visto. La segunda parte llegó el 5 de febrero de 2025 y también tuvo grandes picos de audiencia en la plataforma. En lo personal, vive un gran presente junto a Luciano Castro, con quien comparte una relación llena de complicidad. Tras su historia con Suar, con quien tuvo a su hija Margarita en 2012, la actriz volvió a apostar al amor con el actor de Sres. Papis, con quien inició su relación en mayo de 2024. A lo largo de su carrera, su compromiso y pasión por el arte la convirtieron en una referente indiscutida del espectáculo argentino. Con cada nuevo proyecto, deja en claro que su huella en la industria será perdurable. Emilia Mernes, por Lucía Consiglieri La entrerriana Emilia Mernes, nacida el 29 de octubre de 1996, no fue profeta en su tierra: tuvo su primera gran oportunidad a los 20 años, cuando la banda uruguaya Rombai buscaba una nueva vocalista. Sus videos en redes llamaron la atención del grupo, y su debut fue ante 12.000 personas en el país vecino. A los pocos meses, se presentaron en el Festival de Viña del Mar, donde deslumbró y ganó una Gaviota de Plata. Sin embargo en 2018, en pleno éxito, decidió abandonar la banda y emprender su camino como solista. En 2019, el año de su despegue, firmó con Sony Music Latin y con Walter Kolm, mánager de figuras como Maluma y Carlos Vives. Ese mismo año lanzó su primer sencillo, “Recalienta”, que marcó el inicio de una carrera en ascenso. Con un estilo que fusiona reguetón, pop y baladas, Emilia rápidamente se posicionó en la industria musical. Canciones como “No Soy Yo” con Darell, “Como Si No Importara” con Duki, su actual pareja, y “Perdonarte ¿Para Qué?” con Los Ángeles Azules, la llevaron a los primeros puestos de los rankings. El impacto de Emilia se consolidó en 2024. Su álbum .mp3 la convirtió en la artista más escuchada de Argentina en Spotify y la más vista en TikTok. Además, se convirtió en la primera argentina nominada a Mejor Álbum Vocal Pop en los Latin Grammy, con presentaciones en vivo que dejaron sin aliento a todos los presentes. Pero su récord más impresionante llegó con la venta de entradas. En solo 10 horas, agotó 10 funciones en el Movistar Arena de Buenos Aires, superando la marca de Luis Miguel. Luego, anunció cuatro fechas en el Estadio Vélez Sarsfield, un hito sin precedentes para una artista argentina. “Subestimé lo que iba a pasar. Pensaba que íbamos a vender tres o cuatro Movistar Arena, pero de repente fueron 10 y en 10 horas”, reconoció Emilia en ese momento, que marcó un antes y después en el alcance de su carrera. A finales del año pasado se consagró como una de las artistas más escuchadas del país, convirtiéndose en la primera mujer en conseguir este récord. También varias de sus canciones entraron en el top ten de las canciones más escuchadas en Argentina, con dos colaboraciones y una como solista. Asimismo, se posicionó como referente de la moda. Con un estilo marcado e inspirado en los años 2000, hizo un viaje al pasado e impuso nuevamente la tendencia del tiro bajo. Su relación con Duki, que comenzó hace tres años, también la convirtió en una de las personalidades más queridas en las redes sociales y sus fanáticos esperan atentos cada pequeña muestra de su vida personal. Margarita Meira, por Fernanda Jara Margarita Meira convirtió su peor dolor en lucha. En 1991, su hija Susana Betker desapareció en Buenos Aires y fue encontrada muerta (y embarazada de dos meses), el 23 de marzo de 1992. Tenía 17 años al momento de ser secuestrada por una red de trata que la explotó sexualmente hasta acabar con su vida. Desde entonces, la mujer dedica su vida a enfrentar al sistema que permitió ese crimen y a buscar justicia para otras familias que atraviesan el mismo calvario. “Cuando supe que Susi se había ido con el que era su novio, pensé que iba a usarla para vender drogas y que yo iba a encontrarla muerta de un disparo en una morgue… La encontré muerta en una morgue, pero había sido prostituida en dos boliches conocidos de los años 90. Estos tipos se meten con chicas pobres porque saben que sus padres no tienen el dinero para pagar un abogado que las busque y pueda seguir una causa”, le contó a Infobae. El informe policial decía que Susi había muerto de manera accidental. En pleno duelo, fundó la organización Madres de Víctimas de Trata, un espacio donde otras mujeres que perdieron a sus hijas encuentran apoyo y herramientas para luchar contra la impunidad. Ubicada en una casa en el barrio de San Telmo, el lugar es un centro de denuncias donde Margarita acompaña a las víctimas rescatadas y señala, con nombres y pruebas, a los responsables de esas redes. Su activismo la llevó a enfrentarse con jueces, funcionarios y empresarios que protegen ese negocio: enfrentó amenazas, represalias y el desinterés oficial, pero nunca se rindió. Desde hace más de 30 años, denuncia el vínculo entre la trata, la corrupción policial y la complicidad estatal. Su reclamo es claro: el cierre definitivo de los prostíbulos, la aplicación efectiva de la Ley de Trata, aprobada en 2008, y la condena a quienes captan, explotan y matan a miles de mujeres y niñas en la Argentina. Su incansable labor recibe el apoyo de colectivos feministas y de Derechos Humanos que se hacen eco de su reclamo. El impacto de su trabajo se refleja hoy en el cambio de conciencia que la sociedad argentina tiene sobre este delito y lo que antes se consideraba un problema ajeno, ahora es parte del debate público. Margarita Meira sigue en la lucha cotidiana, con la convicción de que cada denuncia y cada rescate es un paso más hacia la justicia. Anabel Sánchez, por Mariano Jasovich Anabel Sánchez siempre soñó con ser modelo. Desde el conurbano profundo la chica, con 18 años recién cumplidos, arrancó con sus producciones de moda caseras. Así, le sacaba horas al sueño para coser su propia ropa con una máquina prestada y usaba el marco de una ventana como trípode para mantener firme su celular. Anabel, además, le robaba una sábana recién lavada a su mamá para usar de fondo para las imágenes. A la morocha se le nota el ímpetu en la mirada. Cualquier foto de Sánchez dará la sensación que puede llevarse el mundo por delante. También, sus ojos vivaces esconden un pasado de abuso y violencia por parte de su papá. Hace dos años, Anabel se hizo famosa en las redes sociales. Aprendió algo de inglés y con una edición casera subió un video para un casting que abrió la revista Vogue para nuevas modelos. Desde ese momento nunca más paró. Tuvo encuentros con Valeria Mazza que apoyó su carrera, notas en los programas de la tarde de la TV y elogios de María Becerra. Así, una agencia se fijó en ella y la fichó entre sus modelos. Anabel se mudó a Palermo. El sueño de vivir en la Capital se hizo realidad en muy poco tiempo. El siguiente paso fue llegar al programa de Marcelo Tinelli, Bailando por un sueño en la edición 2023 que fue por el canal América. Sánchez hizo desfiles y tapas de revistas con producciones especiales. También, es la imagen de productos de belleza. Desde su Instagram publicita ropa, entre otros ítems. Atrás quedó la etapa que solía filmarse sola para sus redes sociales. Este año, Anabel cumplió otro de sus sueños. Conocer Europa. La chica de Solano fue invitada a Londres por una plataforma de streaming para el lanzamiento de una de sus series más famosas. Así, la morocha posó junto a las clásicas cabinas telefónicas, el colectivo inglés de dos pisos y el río Támesis de fondo. (Fuente: Infobae)
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